jueves, 27 de diciembre de 2018

Santa Claus y Pinocho

Bardo de la Taurina 


En estas fechas como que la gente saca a ventilar personajes, costumbres  y pretextos, entre ellos  uno famosísimo lo es Santa Claus, quien en realidad es toda una tradición o moda que va y viene cada año como lo hace la Calabaza en Tacha o los Chiles en Nogada en temporadas determinadas, lo que no deja de ser paradójico es que un hombre o personaje tan cálido cobre vigencia en tiempos tan fríos, me gusta su presencia como resultado de la ilusión que le provoca a los niños y también me llama la atención el estado de efervescencia en el que entran ‘las cuadrillas’ del personaje del terno cereza con pasamanería blanca.

Lo que también me asombra es esa avalancha de felicitaciones que se repiten por días,  años, décadas, centurias con tal énfasis, como si lo que se estuviera celebrando no dejará lugar a dudas y me refiero a la fecha exacta que da origen a las celebraciones, ¿alguien metería la mano al microondas a favor que esa es la exacta?, a mi menda le queda muy claro que esa del 24 – 25 no lo fue, lo cual me quedó más que ratificado la otra noche en que fui convocado por esa dama de la elegancia, la distinción y la cultura que lo es Doña “Mayita’ Alcocer Perrusquia, a disfrutar de una velada navideña donde a ‘Porta Gayola’ la tertulia al más puro estilo del Jet-Set fue in crescendo, luego le siguió  una disertación a cargo de Germán Ortega, el de ‘La Dichosa Palabra’ que hablo sobre el origen del porque en estas fechas se rubrican eventos navideños sin que se pasara de largo, por qué Belem y que si en realidad los Tres Reyes Magos fueron tres o hasta cinco, etc.

Vinieron los manjares  con esa gelatina de gajos de toronja natural, los cabrales españoles, las sardinas cantábricas, en lo musical la voz del tenor Jorge Gaxiola y la soprano Magia, con ‘Novillero’ y ‘Silverio’ del maestro Agustín Lara en el carnet.
Ya en la sobremesa Doña Estefanía Chávez Barragán a propósito de los Reyes Magos comentó el que en alguna ocasión ‘El Compadre’ le platicó que previo a la presentación en el Toreo de la Condesa (1945) de Manuel Rodríguez, alguien aseveró; -  “Manolete” viene a  México a dejar claro que: -La cuna del toreo está en España-, a lo que le contestaron -Sí pero el niño está en México-. (En Pentecostés).

Hoy la cuna sigue estando en España y si alguien me dice que el niño está aquí, es porque no es Santa Claus, es  Pinocho.    



sábado, 22 de diciembre de 2018

Los descendientes de ‘Más cornadas da el hambre’




México y Anexas…
Las Bardianas
Leyendo el original del libro que cierra la trilogía sobre el Centro Histórico de la Ciudad de México, editada por Distribuidora y Librerías Tauro, que se asienta en la calle de Justo Sierra # 30, casona colonial que en la diadema de su construcción se funde con el Colegio de San Ildefonso, de ahí que el mandamás de las librerías Tauro, el mecenas de la cultura y el arte Dr. León Bailón Urioste, se haga nuevamente presente.

El contenido de cierre está dedicado en su esencia a los personajes del  paisajes, además de que se sacan del baúl de las remembranzas  y se dan a conocer  las memorias de ese cronista mitológico que lo es Justo Bendito D’ la Cruz Yoltic, un hombre legendario irrepetible que a ciencia cierta no se sabe si fue parido por la fantasía o que se trata de un viajero del túnel del tiempo, la presentación de este trotacalles del Centro Histórico, la hace una chamana mentada ‘Nana Martina’ que es hija de las entrañas del Mercado de Sonora, el de las brujerías, las hechicerías, los amarres pa’ el amor, pa’l desamor y sobre todo pa’ hacerse pendejos, ahí también se consiguen las gallinas prietas que ahora se van a poner de moda pa’ consultar a la Madre Tierra, lo que obviamente vale madres pa’ cuestiones serias, pero ayuda  pa’ darle ‘Atolito con el dedo’ a los que sin tener idea de pa’  que están siendo usados, aportan números pa’ los votos y las consultas populares, que son más minoritarias y falsas que el sangrado de una roca.

                                                    Tienes ese don que sabe atraer
y ese zarandeo que te luce bien,
tienes ese don que sabe atraer
y ese zarandeo que te luce bien.
                                                                 Tadeo Arredondo

Bueno regresemos con el cronista Justo Bendito, el que no carga escapularios en el pecho porque le decoloran  su alma que no admite influencias superfluas y por eso prefiere navegar en  los tiempos donde la vida se escribía con arte, como aquel que le fluía a un joven que mesereaba en la legendaria Cafetería del Hotel Regis, a donde acudían políticos, artistas, escritores, periodistas, la socialité de México eso sí, todos etiquetados como figuras, así llegaban directores y editorialistas  de los periódicos que eran vecinos del Hotel Regis en la Av. Juárez, donde entre los meseros, como dije, llamaba la atención un chaval que cuando atendía a quienes venían de los periódicos, acostumbraba en la parte de atrás de su nota  describirlos o narrar algo alusivo al día de que se tratase, lo cual hacía con buena letra, rapidez, inventiva, excelente gramática y sintaxis, ese adolescente se llamaba Luis Spota, y ocurrió lo que el destino le tenía programado, una mañana uno de los jerarcas del periódico Excélsior que también editaba Las Últimas Noticias  al terminar su café le dijo -¡Esta tarde te presentas en la redacción!- lo demás, ya no hace falta contarlo.

Se cuenta que Ramírez Heredia hombre también de letras y con unos esbozos noveladillos fue quien introdujo a Spota al mundo del Café Tupinamba, así empiezan a surgir en las neuronas y en la pluma del novelista personajes para la que se convertiría en novela icónica, ‘Más Cornadas Da El Hambre’, el rol lo conformó un cartel múltiple donde página a página fueron apareciendo quienes se convertirían en personajes de leyenda editorial, comenzando con el novillero quien cierra la novela  con eso; -Luis Ortega ponía ya el primer paso en el misterio-, estaba pisando el ruedo de la monumental de Insurgente, Rafael Gil “Rafaelillo” (padre), Jesús Muñoz “El Ciego” y/o “Camioneto”, entre muchos otros personajes mayores y menores, este viernes Rafael Gil “Rafaelillo” (hijo) le concedió la alternativa a “Curro Plaza” hijo de Don Jesús Muñoz, ahí están las dinastías.

De aquella tarde en que termina la novela que fue el año de 1950, tal vez todo ha cambiado, o tal vez nada, decía “Camioneto” en la novela;  -No olvides una cosa: Los toros que habrás de torear tendrán siempre, siempre cuatro años; serán virgos, fuertes jóvenes; tú cada año serás más viejo y menos vigoroso. Dejando tu fibra dentro de las gachis no iras lejos, Luis Ortega.-

Hace quince días recibí  una llamada con jazmines de emoción, era la  del hijo de mi amigo Don Rafael Gil, la voz la del también mi amigo “Rafaelillo”, -estoy en Puebla preparándome pa’ un compromiso chipén, en el que tengo que cortar las peludas-, Rafael Gil “Rafaelillo” sabe muy bien que siempre pero más en estos tiempos pa’ los toreros que no están alineados, la única tinta con la que se firman contratos es la de la sangre que les escurre a las orejas y el gitano tijuanense de nacencia y legendario en el universo del toro y los toreros, llenó el tintero hasta las volandas,  y con eso que desde la cuna ha tenido; presencia, señorío, percha, torería, cojonería y arte a la que hoy suma la  maestría, brindó a quienes ejercen  el oficio de periodistas y eso es pa’ destocarse ante él, porque la gratitud no cualquiera la ha mamado.

“Curro Plaza” declamador de los sentimientos y hoy torero de borla se ha mandado un brindis que de aquí pa’ allá  hay que corresponderle con estas letras a eso que dijo  ma’ o meno; - ¡Va por todos los toreros que se han quedado en  el camino de los cuales, ya han muerto y otros vivimos muriendo!-  la descarga de la emotividad no ha de haber sido poca, en todo el rosario de la puesta en escena comenzando por el haber conseguido la corrida del doctorado, la que pa’ los libros quedará como la nocturna Goyesca celebrada el 21 de diciembre del año 2018, en la Plaza ‘El Relicario’ de Puebla ante el toro ‘Cumple Sueños’ de Guanamé el que le fue cedido por Rafael Gil “Rafaelillo”, bajo el testimonio internacional de Edgar García “El Dandy”.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Harakiri


   Bardo de la Taurina

Ya la realidad no puede seguir disfrazándose con la charada  que se ha convertido en un  nudo ciego, el que  parece no tener forma de devastarse, y tal vez por la desesperación el día guadalupano, una persona a la que no conozco, no sé ni su nombre, ni su apellido, creo que en ningún momento me los dijo, es más no lo reconocería por lo fugaz de su monólogo, su cara era la de un aficionado enfurecido como hay miles, contrariado, molesto, enojado, encabritado; -Bardo tengo una idea, denunciemos ante las Autoridades o ante las Cámaras o de plano ante el Presidente, que se están matando toros tiernos y sus cuernos (dijo irónicamente) como que no les han terminado de crecer-, y agregó; -con eso ¡Ah! hue… que la empresa nos va hacer caso, estamos hasta la ma… de que nos vean la cara de sus pen…, por eso, hay que organizar otra marcha.-

¡Híjole! A lo que se ha llegado,  a pensar en hacerse el harakiri, piénsenlo, piénsenlo, piénselo,  antes de que se lancen a las calles, pues en el momento en que eso se convierta en pancartas se puede volver viral y masivo, pues sin duda por el motivo de la causa se le unirán los anti taurinos, ¡algo inusitado!,  por eso los que tienen en sus manos la prevención y el remedio,  tienen que ponerse muy avispas sin pérdida de tiempo, el problema es yerba seca que nada más está esperando arder y el cerillo puede ser la marcha referida.

¡Sí!, peligrosísimo pero no imposible de detener, hablando concretamente de la Plaza México, el remedio debería de empezar por frenar a los medios inducidos, conocidos como jilgueros, que con su forma de tratar de engañar de que se están corriendo toros plenos de trapío y bravura, y que los toreros afines a la empresa son unos torerazos, (¿entonces porque en las tardes en que aparecen no va gente a los tendidos?), y lo peor, es esa insistencia molesta chocosa que ya llegó al hastió de ‘defendamos a la Fiesta, asistiendo a la plaza’, la gente ya está harta del acoso verbal que se ha vuelto hostigamiento, y por eso ha surgido un repudio que desemboca en no ir a la plaza. Porque una cosa es lo que se relata y otra lo que en realidad sucede.

Hay varias formas para que un aficionado o el público  vaya a una plaza, concretamente refirámonos al domingo pasado, dejando un lado a la leyenda jerezana de ‘El Pirata Torero’, que además, ya ni está en activo porque está en letras de ética, entrega y valor en la historia, torearon dos matadores nacionales y aclaro, no juzgo, solo subrayo los vacíos en el cemento son reclamo que tiene voz, la conclusión en este rubro no tiene discusión, quien o quienes armaron los carteles de toda la temporada, lo hicieron fallidamente.

El ganado tiene que pasar a la balanza del juicio, que aunque se diga que es subjetiva, no lo es, sobre todo cuando se es a la baja, porque de todos los toros que han saltado a la arena ¿a cuántos les pondremos la estrellita en el testuz?, si la respuesta es, tan solo a la minoría, quienes los seleccionaron en el campo, quienes los vendieron y quienes compraron el ganado, lo han hecho fallidamente.

La publicidad ha sido un rechazo por su mal gusto, pero peor,  por su falta de impacto que es atracción, entonces esa propuesta, ha sido fallida, y aquí bien se puede ligar otra reflexión, ¿cuánto les ha generado en dinero? la discoteca o el antro que han montado en el atrio de la Plaza, en relación con la gente que por ese hecho, ha dejado de asistir, al sentirse agraviada en sus tradiciones,  a las cuales les guarda respeto. Aunque queda claro que la empresa está tratando de traer a un público nuevo, el cual  no se ha reflejado en el graderío.
    Arte Manuel Franch
Si la nata está hasta arriba, no dejen que la leche se derrame, o lo que es lo mismo; si las fallas están detectadas, pueden ir a la Refaccionaria California o las Farmacias del Dr. Simi y pedir unas cápsulas de coherencia informativa, un ungüento de enjundia torera, unas vitaminas de Crecilac para toros y solicitar en la Universidad Patito un pasante de la carrera de publicidad.

¡Vergüenza no es estar enferma como la Plaza México!, lo vergonzoso es no darle la medicina a la enferma, porque un chubasco de oxígeno como se lo dieron el ‘Fantasma’ Ventura y Saldívar, es apenas un guiño pa’ saber que a como sea, todavía respira, y que un milagro que desde luego no fue guadalupano, podría ser el quitarle la atadura que son  las anclas de los carteles prefabricados, pa’ a partir de ello, estructurar cuatro corridas con puro arte de importación en mano a mano,  o tres extranjeros incluyendo sus rejoneadores con toros del encaste español, y ocho festejos con torería nacional, y pa’ rematar la de ‘El Estoque de Oro’, con los triunfadores, los resultados serían cinco llenazos, y ocho de los que ya estamos acostumbrados, sin dejar de señalar que veríamos a la armada extranjera en un nivel torero que nunca les hemos visto, como se les ve en su tierra, donde tarde a tarde se pelean la supremacía a capa y espada, por aquello de que pa’ que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo, ¡eso sí, sería algo novedoso! ¡Nada más de pensarlo se me hace agua la boca!, ¿a usted no?

*Recomendación
El día más grande, en la plaza más grande: el petardo más grande
Por Jaime OAXACA
Publicado en El Popular y en desolysombra.com








domingo, 16 de diciembre de 2018

Los residuos de la ‘Lupiteana’



México y Anexas…
Las Bardianas
Después de haber sufrido la decepción ‘Lupiteana’ que se convirtió en drama, el desencanto de la ‘ROMA’ de Alfonso  Cuarón, pues claro que resultó un agasajo llegarle al salón taurino de la Cantina Salón España, así que  como dicen con eso tenemos de chile,  de dulce y de manteca y hasta de hiel y de muina, pa’ sumir las teclas, y es que ahora sí, la gente que asistió al barquillo de naftalina, que eso no es  lo más grave sino pa’ lo que está siendo usado y más patético aún es, que se les esté permitiendo a los hacedores del negocio y todavía más pior es el que seguirá sucediendo mientras los gobiernos, funcionarios, autoridades y aficionados, se lo permitan.

La Fiesta Brava de alguna manera, es un reflejo de lo que pasa con la sociedad, la que no ha ‘comprendido’  que este país es el botín más codiciado que existe sobre la Madre Naturaleza, para los llamados políticos que si son una estirpe de la naturaleza pues se camuflajean con las diferentes corazas de tal forma que hasta los camaleones han aprendido de ellos.

Pero vayamos a los residuos de la ‘Lupiteana’, no sin antes en forma seria, formal y respetuosa, rogarle a usted leer la imperdible columna  ‘¿La Fiesta en Paz? Taurinos guadalupanos pero descreídos’ de la autoría del periodista independiente Leonardo Páez lo cual es un baluarte, la encuentran en el periódico La Jornada, impresa o digital del domingo 16 de diciembre o en ‘desolysombra.com’

En lo que fue el agujero de las ladrilleras de Guadalupe, socavón enorme a donde están enterrando la tradición de la bravura, el trapío y las broncas, lo que más que una tristeza es una decepción, pues el que “Morante de la Puebla” haya dejado pasar la oportunidad de equipararse por una tarde, con el matador Lorenzo Garza “El Ave de las Tempestades” es imperdonable, pudo haber encendido y  echar rodar la desmoronada plaza siendo esa tarde co-estelar junto con una res puberta, de la mayor bronca de las últimas décadas y no lo hizo, ¿por qué?,  seguramente por esa liga de contrataciones a la que esta cómodamente ligado en el pantano de la promiscuidad, donde le permiten que un torero gigantesco, majestuoso, icónico, retoce sabiendo que está siendo usado pa’ lucrar y estafar a la gente, ¡Qué pena! José Antonio Morante, usted pudo haber sido el protagonista de la Nota Roja la que a ocho columnas dijera; ‘Voló envuelto en llamas el reloj monumental de la Plaza México, las barreras  coloradas anti almorranas fueron desprendidas y dejadas listas pa’ el kilo, los fifís pasaron las de Caín al tragar pa’ dentro mientras esperaban  en los túneles para librarse  y abandonar aquel infierno en que se había convertido el graderío, no podían salir los “Pirrurris”, ¿por qué?, porque primero los pobres, pero no torero, pa’ eso no tiene usted los tamaños de “El Magnífico”.

Pero vayamos con lo primero que fue la impresión de ver garabateados horrorosísimamente las tablas con pintura negra achapopoteada, ¿Qué paso?, en cualquier COMEX  le hubieran dicho que si querían fondear las tablas lo hicieran con base blanca o le metieran aguarrás a la madera la rasparan y entonces si ya se la dejan preparada al pintor de la brocha gorda, bueno quiero pensar que por las prisas no alcanzaron a pasarle el rodillo, o tal vez la pintura simplemente se les chorreo.

Luego esa vegetación, floración o como se diga con la que parcharon los burladeros a la que los  animales lo primero que hicieron fue desbaratarla en señal de protesta, pues lo de su paladar es la alfalfa, el rastrojo, la hierba no los claveles señores, que además si la fiesta era  ‘Lupiteana’ lo que se antojaban eran rosas de suave fragancia,  hay que tener un menú que vaya con los gustos de los comensales.

Después el divo, el ídolo peruano y los aztecas vestidos de focos valiéndoles madre el respeto a la gente  que dejaron ya con el zaguán abierto,  esperando diez minutos ¡qué poca…! y el señor autoridad se tragó una multa que le debió de haber plantado a cada coletudo en la cartera.

En un momento y quien sabe de dónde se empezó a escuchar un cántico que medio adivinaba la gente era en honor de una “Lupita” vaya usted a saber si se trataba de que la calandria cantara, pos mejor se hubieran traído a la Edith Márquez, ¿Qué no sé, si es virgencita? Pero que tiene una voz milagrosa ni hablar, y si no que lo diga “El Canelo” que ya ven como lo prendió ayer en los Nuevayores,   donde también le echaron un reserva flaco deshuesado, sin trapío, descastado, bueno como sería  el cántico sacro ese de la virgencita que el mismísimo Sergio Flores no se tomó ni la molestia de destocarse…ni yo tampoco.

Una más, parecía al principio que la empresa había decidido que la corrida fluyera desde su inicio sin interrupciones, ni dilataciones del levantamiento y limpieza de los tapetes florales naturales o sintéticos, a la que se sumaba el retraso que provoca las presencias de personas   que bajaban al ruedo enarbolando cualquier causa o razón, por un momento se pensó que eso había sido subsanado, más no fue así,  cuando la propia empresa pone  el desorden sacando al ruedo a una caterva de desconocidos, en un acto sacado de la manga.

Sobre la estrategia de no televisar la corrida la jugada les salió pintada para engordar las alforjas y no nos ocupemos de a cuánta gente en la provincia privaron de ver un espectáculo, que lo que más necesita, es difusión, que bien claro nos queda que esto es un negocio, no una Fiesta, ni menos un resguardo de las tradiciones, aunque pensándolo bien sus dos soportes económicos grupo GNP y Palacio de Hierro, pudieron soportar el costo de trasmitir solo en provincia.

Y la de los boletos, creo que esa si va contra el pregonar del nuevo señor empresario del Palacio, no de Hierro, sino del de cristal transparente, en el que dice que las cosas deben de ser limpias y entonces cómo explicar que a los señores que estaban junto a mis amigos les vendieron doblemente el mismo lugar y las pruebas de ello constan en la fotografía de la duplicidad de boletos que aparece en charlasdeltupinamba.blogspot.com, ahí sí no extiendo más comentarios porque esto es del resorte del SAT y se suma a otro hecho anómalo como el de expender boletos cobrados que vienen con la leyenda de ‘Cortesía prohibida su venta’ bajo el sistema Ticketmaster. ¡Aguas Empresa!, porque grandes consorcios y  grandes personajes su debacle ha empezado con problemas hacendarios.


miércoles, 12 de diciembre de 2018

La Virgen la de Extremadura y la del Tepeyac


      Bardo de la Taurina 
      Arte Donaciano R. Botello
Los muy correctos y prudentes dirían; que con todo respeto y sin ni siquiera pensar molestar con el trazo imaginario del pétalo de las rosas de suave fragancia que le dieran marco a la ‘Virgen Morena’ que la llegada de los aventureros españoles a esta tierra del nopal, las tunas y la  serpiente fue una mera faena expedicionaria que se alargó hasta  los tres avisos, los que se convirtieron en tres años comprendidos entre 1519 a 1521,  y  ya metidos hasta la pileta  bautizaron la gesta  como ‘La Conquista’.

   Y por si hiciera falta un espaldarazo, el más grande eslabón musical entre las dos patrias el inconmensurable Agustín Lara, sabiamente contestó cuando provocado por su españolería desbordada alguien le dijo ‘-¡Hombre Agustín! que España nos ha mandado a Hernán Cortés, y   el músico-poeta contesto, ¡Sí! Pero también nos mandó a “Manolete”-.

Y hablando de Lara y de “Manolete” el artista de lo moruno Fco. Álvarez entre las veinte pinturas que ha firmado en originales para el libro ‘Lariano’ que ya está por entrar al patio de cuadrillas y del cual es coautor de la obra en la parte artística a  todo color con  óleos, acrílicos y técnicas mixtas, nos brinda en las centrales al mismísimo “Manolete”, además de que ha realizado pa’ las guardas de cierre una pintura alegórica del paisaje madrileño dónde luce  majestuosa la escultura del maestro Lara, la que fue realizada en bronce por otro inmenso el escultor yucateco Humberto Peraza Ojeda y que se halla en la Plaza de la Corrala en el Barrio de Lavapiés en Madrid.

Y ya que andamos con cosas de los referenciales en el Centro Histórico de la Ciudad de México  en el ‘Salón del Bardo de la Taurina’  que forma parte de la centenaria Cantina Salón España se hallan entre muchísimas fotografías un par  tomadas por el maestro cumbre Donaciano R. Botello llevando como tema central el capote de paseo que en vida fue portado por  ‘El Mandón’ Manolo Martínez y cuya imagen es la de la Virgen de Guadalupe, las imágenes son un verdadero milagro guadalupano de sentimiento, capacidad y tecnología que logró “Don Botello”, del que también hay que decir es autor del libro ‘Manolo Martínez Genio y Figura’ el que esperemos forme parte de la biblioteca taurina que los hermanos Martín y Ricardo Asencio propietarios de la Cantina Salón España y el productor del salón Dr. León Bailón Urioste el de la Distribuidora y Librerias Tauro, están formando bajo la ingeniosa fórmula de que usted lleve a donar un libro taurino de la aguja o ya toreado  y la empresa le invita un chinguere a su gusto.

Y ya que de baranda nos hemos referido a la conquista, la que entre muchas cosas nos trajo la lengua nueva, los caballos, la Fiesta Brava, la religión la que después de los capotazos fue  apuntalada con una virgen que bautizaron igual a la de Guadalupe en Extremadura, España, en cuya versión española previa a la de aquí, reitero, también se dan  apariciones con la diferencia de que  en lugar de un indígena allá el coestelar lo lleva un campesino o pastorcito, más lo que es innegable es que una de las armas más poderosas que usaron los españoles para llevar adelante la conquista, lo fue la religión con sus símbolos cumbres la conversión de creencias, el bautizo y la Guadalupana, tan es así,  que el inmenso tijuanense de los pinceles el maestro Reynaldo Torres acuñó aquello de ‘México tiene tres grandes símbolos; Los Volcanes, La Virgen Guadalupana y Silverio Pérez’ (por orden de antigüedad).

Y en recuerdo de ello ayer 12 de diciembre un torerazo Asilverado, “Morante de la Puebla”, un inca paisano de Fray Martín Porres, Andrés Roca Rey, llevando a su vera a José Guadalupe y a Sergio Flores, torearon  eso sí siendo  cómplices del pecado del libertinaje, porque degradar y llevar a la hoguera la tradición sagrada de los encierros completos y debidamente sorteados, es propiciar un espectáculo, a veces un show que es todo menos una fiesta tradicional, clásica, pura, por ello me abstengo de aventarme  una crónica del sacrilegio, como lo fue también aquella ocasión en que le metieron un bombazo a la Virgen de Guadalupe, lo que ocurrió en su propia basílica, así que no nos extrañe que en la ‘Catedral del Toreo en América’ que es la Plaza México, se vulnere lo sagrado.


miércoles, 5 de diciembre de 2018

Esto es de jugar las fichas, ¡No de fichar!

  Bardo de la Taurina
    Arte Felipe Caparrós
Me preguntan con frecuencia que ¿-en dónde está o radica el negocio de dar festejos sin público-?, más creo que la pregunta debería de ser ¿Por qué se dan festejos en los que de antemano se sabe que no va acudir la gente?, y aquí yo diría que en cualquier caso, todo radica en que; lo prioritario sea un negocio, cuando lo que se debería de hacer es dar festejos que como consecuencia de su atracción y de lo bien montado les reditúe ganancias a quienes los organizan, y uso la palabra a quienes, porque una cosa es ser inversionistas, promotores, operadores, ejecutivos de un consorcio y otra muy diferente es ser empresario taurino,  a sabiendas de que cualesquiera de los oficios son dignos como también especializados.

Recuerdo que hace años fui testigo de una conversación que se llevó a cabo en el Restaurante Prendes * (que sabroso filete ‘Chemita’) entre un operador llamado Ángel Vásquez de origen gallego, que a los lectores jóvenes el nombre no les dirá nada, pero ese señor su especialidad era la promoción, en la  que se había destacado  en el ‘beis-bol’ y con esa experiencia lo trajeron a operar la Plaza México, en otro de los lados de la mesa se encontraba un aficionado que en su juventud sin pena, ni gloria, había vestido el terno de focos y que respondía al nombre de Nicolás López Negrete, ¡ah! ¿y sabe usted a quien le reportaba  ‘el cubano’? como se le conocía al gerente u operador por encargo del coso, ¿A poco a…?

El promotor decía -hay  toreros que le interesan a la gente  y otros que le interesan  a la empresa, Ángel Vásquez llegó  a contratar toreros a cantidad fija mensual por determinado número de festejos, bajo su sistema que él en corto despectivamente llamaba “jornalería”  y agregaba:- Lo que se necesita pa’ que el negocio prenda es; que al pueblo le guste ir al espectáculo (no usaba la palabra fiesta, ni aficionados), y lo otro que existan toreros que sean lumbre, con eso y el colmillo que me cargo (se señalaba el cachete) la hoguera prende porque prende.-

Hoy los tiempos ¿son  diferentes? En la realidad sí, porque la constante es que la gente ya se fue o lo que es lo mismo no le está interesando la fiesta actual, los toreros nacionales y extranjeros con contadas excepciones, no atraen, y del colmillo pues que decir, es un don o un costal de malabares dependiendo del lado en que se use, si es que se tiene, ahora lo que es innegable es que de esos tres puntos a los que se refería Ángel Vázquez, hoy ninguno prevalece, y por ello viene el silencio del cemento que después de la inauguración ha venido a la baja y el domingo lamentablemente, no creo que sea la excepción, con todo y   que los toreros son interesantes.

Ante ello me pregunto, por qué el dueño (s) del consorcio operativo de la plaza ¿no contrata a algún especialista en asesoría taurina? Y que le diga a sus gentes que ya las tiene por donde deben de tirar, y por donde no, que eso es importantísimo, lo que aparte no tiene mucha ciencia, pues el librito dice en la primera página dice que tienen que contar con un asesor o investigador que les diga; a quien quiere ver la gente y dárselo porque ellos son los que pagan el tinglado y el armado; Un ejemplo sería hablando de lo inmediato, haber movido el cartel del domingo pa’ otra fecha,  o más bien haberlo pensado con antelación, antes de armar los carteles prefabricados que son una soga en el cuello,  porque para mala fortuna de los tres interesante toreros, Jerónimo, Ferrera y Sánchez  muchísima gente se va a ver ante la disyuntiva  por cuestiones de dinero de  tener que elegir a que corrida ir, había que habérsela jugado confiando en que el domingo pasado  Sergio Flores hubiese explotado la plaza, lo que lamentablemente no sucedió con la contundencia que se esperaba.

El domingo 9 que por cierto es el día de “San Juan Diego” se podría dar la corrida de ‘Los Gallitos Guadalupanos’; toros de Piedras Negras pa’ José Guadalupe Adame en mano a mano con Sergio Flores, y el 12 el mano a mano ‘Hispanoamericano’ “Morante de la Puebla” y Andrés Roca Rey, ¡ah!  ¿Que de lo que se trata es de torear en honor de la Virgen de Guadalupe?, *  ¿Cuál es el problema? si nos la trajeron los españoles, con todo y la leyenda de las apariciones que fueron adaptadas a la idiosincrasia de acá ¿entonces?

 Empresa esto es de jugar las fichas, ¡No de fichar!

No digo más porque no soy asesor, tampoco chamán ni pitoniso, pero si subrayar que la inversión sería la misma y el resultado en el graderío  presumiblemente sería mejor por las fechas para la fiesta y también para sus arcas, pues, incluso pudieron paquetear con una oferta que interesara a la gente, en fin,  la noche del 12 después de sacar el balance de las dos corridas confirmaremos las apuestas y solo pedir ser sinceros, la entrada el miércoles la van hacer los extranjeros a pesar de ir en una maratónica corrida que más bien le resta y es que en la fiesta siempre contara más la calidad que la cantidad, y esto de ninguna manera es denostar a los toreros mexicanos que van a actuar, pero los niveles, son los niveles. Aunque en cuestión de cultura oficial, estamos en más bajo nivel. Un majadero violador de la constitución en FCE y  en La Cámara un estríper  que en el programa de la Nota Dura del financiero Bloomberg que conduce Javier Risco se ufanó que como activista fue pieza activa para darle en la madre a la noble hermosa y entretenida tradición circense así que ya sabemos, por donde masca la iguana del enemigo legislativo.
* Lo Histórico del Centro, origen y presente.



miércoles, 28 de noviembre de 2018

¿Robotización?


Bardo de la Taurina 
Me preguntan ¿Por qué antes se veían más concurridos  los festejos?, y creo que esto obedece en buena parte al desinterés que existe desde que algunos ganaderos estén vendiendo   kilos tiernos, con plátanos dominicos y amor y paz en sus embestidas,  ante ello uno pensaría que esos aficionados que antes iban a la plaza ven las corridas por  ‘la tele’ pero a nivel calle la opinión es que tampoco las ven,  y me voy a saltar el comentar, porque  no me consta  que hay personas que solo miran la pantalla,  y respecto a las ofertas radiofónicas  cómo son varias, es probable que en global el rating se haya mantenido.

Y como estamos en tiempos de cambios, este lunes a través del programa de Ruiz Healy, escuche que “Tere” Vale comentaba que se acababa de inaugurar la primera ‘Casa de citas’ en la que en vez de prostitutas quienes propiciaban el placer ahora son robotinas, (por cierto recomendaron no excederse en la apasionada entrega pa’ evitar un corto circuito, producto de un sobre calentamiento) esto me remitió al libro de ‘Sálvese quien pueda’ de Andrés Oppenheimer y en automático pensé que en el improbable caso de que las corridas de toros continúen en la capital, no habría que descartar que en algunas áreas la fiesta  se podría robotizar.
Y es que pienso,  si una computadora es capaz de verificar un automóvil y por ende certificar si está apto pa’ circular o no, ¿Cuál sería el impedimento pa’ que esto no funcionara en la fiesta?, veamos un caso que sería el de los toros, los cuales una vez que llegasen a la plaza, pasarían por una banda como esas maravillosas que con tecnología de vanguardia, fabrica la confiable marca alemana de SIEMENS, ya sobre la banda al toro en automático se le pesaría con una exactitud digital que no admite una milésima de duda, también la pantalla daría el estimado de los kilos que por día va a recuperar el animal en los corrales, la banda seguiría avanzando hasta detenerse a un costado de un escáner que mediría la dentadura,  los anillos que se encuentran en la sepa de los cuernos, y  checaría si la bajada de los testículos concuerda con la  fecha de nacencia del toro, y sin que intervenga la mano (negra) del hombre,  en automático, se cotejarían los datos con los de nacencia que el ganadero mando pa’ alimentar la computadora, otro paso sería el analizar  el estado en que llegan, de los pitones pa’ saber si  fueron  manipulados ventajosamente, y por último sin problema se conocería el estado de salud en que se encuentra el toro, incluyendo la masa muscular, y al final saldría la luz verde de verificación aprobada, o la roja de rechazada. O sea ha llegado la época del ‘verifitoro’
Como esto no va suceder de inmediato, lo que si buscamos es que se sepa que la fiesta está navegando en un pantano de dudas, y por eso la inquietud para prevenir que esto termine de desvielarse, tratando de salvarle algunos  pistones, y al decir salvar, así como los toreros hace muchos años perdieron el control del ‘mango y del sartén’ y ahora son mangoneados por las empresas, que quieren por conveniencias económicas  hacerlos parte mecánica de su engranaje, a ese, al que ya han logrado meter en su redil a varios hierros,  a los que les están comprando  reses bajo un estándar, y digo reses, porque eso son  y no toros de lidia, ganaderías que permiten que a sus animales los traten como productos de vulcanizadoras y les parchan las corridas a como se les da la gana, y subrayo estar consciente que todavía existen excepciones.

Esa ética y lugar lo deben de recuperar los agraviados que  son los toros y los toreros, a los que por citar un ejemplo del poco respeto que les brindan, se sabe que en ocasiones los toreros se enteran que van a torear por medio de las redes sociales, sin siquiera haber negociado  los toros que van a lidiar, los nombres de los alternantes y hasta sus honorarios, ¿o que acaso ya les tienen un arancel predeterminado?, y respecto al tendido o a la afición ésta tiene que recuperar también su lugar, mandar al carajo la sumisión y alzar con estruendo la voz, porque esto es una fiesta donde no cabe la blandenguería, y recurro nuevamente a unos ejemplos calientitos, que se han registrados dentro de los tres primeros festejos que se han dado en la temporada de invierno de la CDMX, donde varios animales debieron de ser rechazados por su pobre trapío, ¿y qué ha pasado?, nada se ha permitido que se lidien sin pitos y ya no digamos con una bronca, y en lo referente a los toreros,  indiscutiblemente en todos los festejos se debió de haber abierto la Puerta Grande, ¿y qué ha pasado?, nada,  conformarse con una orejita que no tienen en algunos casos más valor que el de una consolación o alegoría.



Y todavía permitimos o nos quedamos tranquilos con que la prensa  fru-fru porque en el toro no hay fi-fi, nos diga que todo va bien, bueno como ha estado la cosa que hasta al poderosísimo  Sebastián Castella se le permitió su displicencia y todavía le agradecieron el gesto de regalar un burel,  ¡señores esto es de contundencia!, por eso la gente al salir de la plaza  el domingo decían que el segundo y el sexto  eran llaves maestras pa’ abrir la Puerta del Encierro’, ¿y qué pasó?, ¡yo que sé! Si solo soy una oreja y un amplificador de la voz del tendido, ¿o del cemento de la ausencia?, que es el que está haciendo las ‘grandes entradas’…y no sin razón.

Y como puedo estar equivocado y sé que los extranjeros hayan hecho lo que hayan hecho, están más allá del bien o del mal, recurro al pasatiempo de moda la  Consulta Popular, ¿Volvería a pagar por ver a alguno de los mexicanos que ya actuaron?, (si) o (no), y como de todas maneras a los del poder su respuesta les vale pinole, no conteste, que allá y aquí todo esto, es una farsa.


domingo, 25 de noviembre de 2018

El Huésped


    Arte; Archivo BarMa. Barreras para ver al Emperador

Don José Antonio del Moral, maestro de la cátedra taurina, que no requiere de panegíricos,ha puesto a disposición este artículo como él lo califica, y directo de España aquí está.
*En versión intacta, como diamante de trapío.

 México y Anexas…

Las Bardianas: Anfitrionas de ocasión
-Sobre la génesis de Enrique Ponce hasta su reinado imperial-
El lenguaje taurino se nutre de refranes y de sentencias repetidas hasta la saciedad que se han venido cumpliendo inexorablemente. Una de las más recurrentes y más fieles a la realidad afirma que “si difícil es alcanzar el grado de figura, mucho más es permanecer en él”. La historia del toreo está llena de infinidad de toreros que despertaron grandes expectativas en su tiempo hasta ser calificados como héroes o aristas sublimes que persistieron entre altibajos, sin la fuerza de sus inicios, o que fueron diluyéndose, cuando no desapareciendo sin apenas dejar rastro de lo que habían hecho. Muy pocos consiguen el grado de figura y logran sostenerse en ese sitio durante un lustro, como mínimo, sin desfallecimientos a pesar de posibles enfermedades y de percances, manteniendo e incluso creciendo por lo que a la regularidad en el triunfo se refiere y, mucho más, perfeccionando su estilo cada temporada en lucha con sus rivales que les vayan surgiendo, sin dejarse eclipsar ni vencer por ninguno, sin ni siquiera mostrarse afectados por el lógico desgaste que supone torear un elevado número de corridas – no digamos si sobrepasan la centena, actualmente muchas televisadas en directo – ni por la intransigencia de los públicos, desde siempre iconoclastas con las figuras consagradas. Esta permanencia alcanza una medida de carácter histórico que taurinamente conocemos como “época”.

En consecuencia, solamente fueron, son y serán “toreros de época”  los diestros capaces de superar este cúmulo de circunstancias y, por consiguiente, de resolver cuantos problemas confluyen en tan apasionante profesión: Las dificultades inherentes a la lidia de cada toro en su vario comportamiento, dominándolos y acoplándose en cada caso para que, en lo máximo posible, el toreo pueda expresarse con limpieza y traza singulares artísticamente hablando; superar anímica y físicamente lesiones y cornadas; no rechazar las ganaderías más prestigiosas por su casta, bravura y trapío, como tampoco las obligadas comparecencias en las ferias y plazas más determinantes, incluidas las de Francia y América, sin perder la moral ni la propia estima por causa de la críticas – pertinaces las de sus enemigos que siempre tuvo y tiene-, o por sus inevitables campañas a la contra que también son pareja inseparable de los muy pocos que logran sostenerse largamente en el poder.

Sin distanciarnos demasiado en la Historia del Toreo, Lagartijo, Guerrita, Gallito, Belmonte, Domingo Ortega, Manolete, Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, El Cordobés… y los poquísimos que les siguieron con tamaña categoría, mitificados tras su retirada y, no digamos, tras su muerte, fueron negados en sus mejores años por los que siempre se autoproclaman “buenos aficionados” – nunca por la generalidad de los públicos – y por la crítica tenida por más dura. Cualquiera que quiera comprobar lo que afirmo, puede comprobarlo consultándolo en las hemerotecas y en los libros.

De tal modo, resulta comprensible que de los muchos toreros notables que han existido, solo unos pocos pueden ser considerados como “toreros de época”, independientemente del estilo o del especial acento artístico que adornen sus maneras porque, para serlo, son los valores profesionales los que verdaderamente cuentan. Valores que dimanan más del esfuerzo personal y de la voluntad que se la suerte, aunque también ésta sea un valor primordial en el devenir de los toreros. Del saber profesionalizar las cualidades que Dios da a los elegidos – imprescindibles el valor y la inteligencia como soporte de las demás – depende todo: La renuncia a la vida disipada, la capacidad de esfuerzo, de sacrificio, de concentración, de ambición, de superación… De la indeclinable afición por el toreo en definitiva.

De entre los grandes toreros del siglo XX y hasta los que llevamos vividos del XXI que más se han acercado a las condiciones que acabamos de señalar, permanentemente dispuestos a defender su sitio, destaca indiscutiblemente Enrique Ponce por su creciente permanencia en la cumbre desde que la conquistó en la temporada de 1992, al tiempo que empezaba a decaer el “reinado” de Juan Antonio Ruiz “Espartaco” y el del colombiano César Rincón que no pudo mantener el tono altísimo que le encaramó a la cima durante la temporada anterior, perdiendo en la feroz competencia que tuvo que soportar con el entonces muy joven maestro valenciano, quien se abrió definitivo paso superando a todos los toreros que fueron nutriendo la primera fila sucesivamente. Y de ahí en adelante. El único que está aguantando es El Juli que incluso desde el año pasado hace lo posible y lo imposible tratando de imitar el estilo de Ponce. Lo que honra al valenciano.

No obstante, nombremos a los rivales más destacados que no pudieron acabar con Ponce. Además de los nombrados, “Finito de Córdoba”, José Miguel Arroyo “Joselito” que creo fue con quien más batalló hasta aburrirlo, Jesulín de Ubrique, el Francisco Rivera Ordóñez de sus tres primeras temporadas como matador de toros y José Tomás de quien sus acérrimos creyeron con idolátrico fervor que sería su definitivo verdugo. Ceguera que aún persiste cada vez que el de Galapagar asoma la “gaita” en sus escasísimas apariciones. Muchos empresarios han intentado que toreen juntos. Pero Tomás no ha admitido la única condición que siempre pone Enrique: que el festejo sea televisado en directo… Y es que las imágenes no mienten como lo hacen sus panegiristas cada vez que “reaparece”…

Las cifras que arrojan las estadísticas de Enrique Ponce ya han superado todos los records de la historia. En corridas toreadas, en toros matados, en trofeos conseguidos pese a los muchos perdidos por fallas a espadas, y en indultos logrados. Nadie jamás en el toreo había logrado tamaña suma.

Cuando lo consiguió, actuando en más de 100 corridas en España y Francia durante diez campañas consecutivas – la cuenta no incluyó sus tardes en América -, nadie se atrevió a negar tan enorme mérito.  Hasta estos diez años de Ponce, el record lo tenía Joselito “El Gallo” en tres temporadas…

Sería excesivamente prolijo que entráramos detalladamente en todas las cifras de Enrique Ponce porque excederían del propósito de este artículo. Y es que en el fondo de tamaña por descomunal historia, por delante debemos escribir sobre la génesis de este gran torero. Sobre los antecedentes de su vocación, sobre su formación, sobre su precoz maestría, sobre los porqué de la inusitada durabilidad de su inacabable carrera y sobre las razones de sus imparables progresos artísticos que van desde cómo lo ejecuta por su natural intuición hasta llegar a lo que ahora prodiga, un toreo cuasi soñado y hasta diríamos que sinfónico. Sobre todo en las corridas especiales en las que la música toma carta de naturaleza programada de antemano o meramente circunstancial las tardes en las que las bandas amenizan sus faenas con melodías propias del gran ballet u operísticas.

Enrique Ponce nació el 8 de diciembre de 1971 en Chiva (Valencia), año en el que curiosamente, se retiraron del toreo digamos formalmente Antonio Ordóñez y Manuel Benítez “El Cordobés”. Al cabo del tiempo, tal casualidad ahora nos parece premonitoria porque el valenciano ha sido el único que ha ocupado el trono del toreo tras el rondeño y el de Palma del Río. Reinado poncista que aún dura y nadie sabe hasta cuándo. Ni siquiera el propio torero.

De la mano de su abuelo materno, Leandro Martínez, que fue quien le enseñó a torear e impulsó su afición, tras destapar sus grandes posibilidades a los 8 años de edad ante un eral, de entusiasmar a los 10 en el ya famoso concurso para noveles del muy cercano a Valencia, “Monte Picayo” y, sobre todo, a raíz de su debut como becerrista en el histórico coso capitalino de la calle Xátiva y en más trascendental cuando fue descubierto y protegido por quien iba a ser su apoderado, Juan Ruíz Palomares, en el trascurso de otra becerrada organizada por éste en el pueblo jienense de Castellar. Aquel día el propio Juan Ruíz advirtió al abuelo Leandro de lo imposible que tan tierno y pequeñísimo infante pudiera con el fuerte becerro que le habían asignado, a lo que Leandro quitó importancia, rogándole que opinara después de verlo. Enrique se hartó de torear, mató al animal y puso la placita boca abajo, dejando atónitos a los presentes y prendado a Ruíz Palomares quien, desde ese momento, se hizo cargo de él. Posiblemente entonces y a pesar de la precoz maestría del niño Ponce, nadie e incluido el abuelo podía imaginar hasta donde iba a llegar.

Transcurridos más de 30 años desde aquella jornada, todavía nadie, ni el propio torero, puede atisbar cual y cómo será su techo profesional y artístico, porque a lo largo de este tiempo y tras cubrir triunfalmente cada una de sus campañas, ¿quién no ha pensado más de una vez que en alguna de las siguientes podría decaer su ánimo y su indeclinable afición?, sorprendiéndonos siempre con otras aún mejores y así sucesivamente. Gloria que Ponce ha conquistado desde la naturalidad de su ser eminentemente sencillo y feliz. Porque lo más curioso de este gran torero, es que al contrario de otras grandes estrellas, se cuajó y ha permanecido como máxima figura sin que se hayan producido cambios en su personalidad, por nada presuntuosa, desigual o extraña.

Ni en los más mínimos detalles o aconteceres de su vida fuera de los ruedos ha dejado de comportarse Enrique como una persona normal, como cualquier hombre de la calle que jamás hubiera destacado en nada. Merece la pena por ello detenerse en estos aspectos de la personalidad y del carácter más íntimo del torero de Chiva porque no se puede analizar su prolongado éxito ni definir su grandeza profesional obviando su proceder como ser humano.  

La sentencia “se torea como se es” que tan acertadamente pronunció en su día Juan Belmonte, se ajusta como un guante al modo de ser de Enrique Ponce. Un torero tan pacífico en lo personal como inasequible al desaliento y comparable a un inmenso anticiclón que, desde que si situó en la cumbre del toreo, nada ni nadie ha logrado desplazarle. Un diestro que torea con tanta facilidad que ha terminado por restar sentido al famoso dicho que define como virtud más cara del toreo la “difícil facilidad” por haberla convertido, sin pretenderlo, en su mayor hándicap y hasta en el peor demérito que, injustamente, le señalan a menudo sus detractores que siempre quedaron en el mayor de los ridículos.

Los psicólogos con más experiencia que hemos consultado para que nos expliquen la relación entre la sencillez de Ponce con su portentosa facilidad torera, nos dijeron que por ser una persona de carácter inalterable, rotundamente fiel a la educación que ha recibido y a cuanto ha aprendido desde que nació, ha podido desplegar con tanta naturalidad todos los resortes de su inteligencia taurina. Y añadimos: también la no taurina.

Cuando un ser humano se asoma a la vida es un ser por moldear. Una pizarra en blanco donde se van anotando las experiencias – bien fijadas por sus mayores – para que no se olviden. La personalidad adulta del Ponce niño, se logró porque su evolución fue satisfactoria. Cuando le vimos torear por primera vez en su debut con caballos en Castellón, descubrimos su precoz y segura maestría. Y observamos que, ante los novillos, no se comportaba como un niño hombre, sino como un niño adulto. La frescura de su limpia mirada, identificable con la ingenuidad infantil, contrastaba con un talento propio de un hombre maduro y experimentado. Y un modo de mirar que, sin embargo al mucho tiempo transcurrido, sigue manteniendo. Lo mismo que la inmediata rapidez de sus reflejos y la sensación de extrema facilidad, ya aludida, que imprimía a cuanto llevaba a cabo ante las reses ásperas o peligrosas, con las que nunca le vimos pasarlo mal, ni alterar el gesto de su cara, ni el color de su semblante, hasta en los momentos límite de las volteretas y de las cogidas, únicas ocasiones en las que Ponce rompe para el público el invisible cristal que parece protegerlo mientras torea, hasta el punto de lograr que desaparezca cualquier sensación de riesgo, aún con los toros más difíciles. Y siempre con esa especial naturalidad de los que no necesitan exagerar nada porque saben lo que son.

La personalidad adulta de aquel niño corporalmente diminuto y frágil, se logró, en efecto, porque desde sus principios todo lo que le sucedió fue aceptado por él en sentido positivo.

Por muy joven que se sea, un individuo adulto se distingue de los que no lo son porque sabe esperar cada momento. Ponce lo aprendió metódicamente, utilizando la paciencia y la alegría frente al continuo esfuerzo. También por esto siempre se movió y se mueve como pez en el agua entre las satisfacciones y las dificultades.

Aquellos primeros años junto a su abuelo Leandro, toreando de salón sin parar y su insistencia en proseguir pese a quedar exhausto, fueron buena prueba de ello. Como después lo fueron los años de incesantes entrenamientos, impuestos por las obligaciones de su apoderado, por entonces tratante de toda clase de ganado, más o menos bravo, que revendía tras ser “tentado” sin apenas testigos. Enrique a pie y Juan a caballo. Por las manos de Ponce pasaron infinidad de reses de toda condición, adquiriendo así un amplísimo oficio, inasequible para otros aspirantes de su propia edad y para la mayoría de los capaces de seguir. Algo impagable por lo que la prematura además de enorme experiencia suponía en sí misma y aleccionador por el esfuerzo que aceptó incansable a la vez que alegre por haber podido acumular tantas y tantas experiencias prácticas antes de su primer festejo con picadores, asombrando cuando llegó el día por su conocimiento y soltura cual ya hemos dicho. Pues de la lidia y de sus muchas variantes, ya llevaba aprendido Enrique desde la “a” hasta la “z”.

Pero el individuo auténticamente adulto – añaden los psicólogos – conoce a los demás y sabe perdonar porque para nada es envidioso. Y da a cada cosa la importancia que tiene. No exagera los primeros contratiempos ni minimiza las primeras frustraciones.

Enrique aprendió muy pronto a enfrentarse con los avatares del toreo y de la intensísima vida profesional que serlo conlleva, sin esconderse nunca. Como enseguida se dio cuenta de que los rencores hacen mella en la felicidad de uno mismo y de que el resentimiento puede atascar la evolución positiva de las personas… “No te alteres; dale tiempo al tiempo, que tú vales”, había escuchado muy frecuentemente de su abuelo. Y, más tarde, de su apoderado.

Ponce ya se había hecho adulto aun sin cumplir los años en otros necesarios por haber aprendido muy pronto a crecer intelectualmente. Breve espacio que en su caso se cubrió como si ya hubiera cubierto un largo e intenso trayecto. Como si aparentemente estuviera de vuelta cuando aún le faltaban por conquistar todo lo que vendría después. Impresión que pese a los muchísimos años que lleva sumados en la profesión, parece permanecer increíblemente virgen como entonces a pesar de su envidiable situación profesional, personal y familiar por la suya propia y por la adquirida tras casarse y tener dos preciosas niñas junto a su esposa, Paloma Cuevas, mujer por cierto muy acostumbrada a soportar y  a encajar los avatares del toreo por ser hija de otro torero, Victoriano Valencia, quien al cabo de tiempo se convirtió en apoderado compartido del maestro.

Ponce, parece – y lo es – un hombre bondadoso e inofensivo en la calle, mientras que vestido de luces, se transfigura en un sabio, también tranquilo aunque implacable. No se perdona el menor de los fallos y menos que alguien le pise los talones.

Y con este saber decirse íntimamente “yo sé quién soy”, sin falsa presunción ni complejos de inferioridad, asentó definitivamente su carácter en nada precipitado, aunque alertado por magníficamente educado para reaccionar cada vez que le llega la ocasión de mostrar su valía, como dejó y deja patente muchísimas veces desde que empezó a torear en público hasta en su interminable etapa de portentosa permanencia en el toreo. Ya llevaba igualmente aprendido el superar con sentido común los contratiempos, aceptando sin quejarse las dificultades que le fueron llegando y que aún duran inevitablemente.

Su primer revés, digamos grave, sucedió cuando se quedó parado y sin apenas contratos tras su alternativa en las Fallas del año 1990. Aquellas corridas para desesperados que le impusieron las circunstancias tras su advenimiento al escalafón superior, las resolvió Ponce con alegre resignación, a sabiendas de que se debían al torvo intento de frenar su requeté anunciado estrellato – Espartaco se negó a doctorarle el día de San José como hubiera sido lo lógico y lo obligado, dado que Enrique ya era un ilustre valenciano –, incluso entre los espadas que mandaban entonces.

“Nada nuevo en esta Fiesta”, le dijeron para que lo entendiera de inmediato. Y tanto lo entendió que, a lo largo de su impar carrera, lejos de hacer lo mismo, dio sitio a cuantos aspirantes al trono que fueron surgiendo y en ello sigue…

Ponce puso pronto remedio con un gran gesto en la Feria de Julio valenciana ese mismo año cuando contra la lógica  de un explicable conservadurismo y sin que nadie le obligara, decidió enfrentarse a los seis toros que, una vez desechados los previstos y aprobados otros a la hora del sorteo, sus compañeros de cartel no aceptaron el cambio de ganadería – Roberto Domínguez y El Soro, por cierto -, Enrique afrontó la hazaña triunfando con una determinación impropia de quien con 19 años y solamente  con cuatro corridas en su haber fue capaz de conseguir su heroico propósito. Y al año siguiente, ya con más actuaciones aunque en plazas de poca repercusión y reses sin garantía, cuando le llegó su primer gran y trascendental triunfo en Bilbao en sustitución de Joselito – se lo había ganado en una tarde anterior cortando una oreja a un sobrero de Antonio Ordóñez – frente a un ejemplar muy serio de Torrestrella del que cortó dos orejas, abriéndose definitivo paso junto a los mejores diestros del momento. A todos los que habían intentado apartarlo, no les cupo más remedio que tragar. Y desde aquel día hasta hoy.

Transcurridos 30 años de profesión sin más descansos largos que los impuestos en la recuperación de sus percances –, cuatro muy graves y uno de ellos cuasi mortal porque de la cogida de León estuvo a muy poco de perder la vida mientras lo llevaban a Madrid en una ambulancia -, su falta de soberbia fuera de los ruedos – algo que, por cierto, también le critican algunos – le distingue en lo personal de las grandes figuras con su mismo rango.

En Ponce, el orgullo solo toma cuerpo gestual con elegante y parsimoniosa torería mientras dura la corrida y cuando está en su turno de torear.  

Y en cuanto a sus respuestas a los retos, casi nunca se manifestó Ponce de boquilla o en declaraciones. Pocas veces, por no decir ninguna, osó faltar al respeto que le merecen sus compañeros. Los desafíos los dejó y los deja para la plaza frente al toro. 

El toro, siempre el toro. Su mayor obsesión aunque mejor sería decir la base de todo su quehacer porque, sin toro, no hay toreo. Aunque también le motiva y cada vez más su sensibilidad artística que le bulle continuamente y surge a flor de piel en cuanto encuentra lugar o motivo para mostrarla.

Pero el toro, sus diferentes condiciones, los problemas que plantean, los cambios de comportamiento durante la lidia, para bien o para mal – que Ponce mejora en cualquier caso – es lo que más le motivó y motiva aunque, ya dueño de los resortes que la mejor lidia exige, ha venido a profundizar en su estilo hasta un lugar absolutamente inaccesible para los demás toreros.

Pues al cabo del tiempo, – ya han sido muchos años –, el alma de artista que en Ponce anida le propició descubrir otras artes que ha hecho convivir con la taurómaca propia hasta tal punto que se puede decir que Enrique ya es mucho más que un gran torero. Sobre todo por su enorme afición a la música y el influjo que ha tenido en él y a sus también naturales virtudes como cantar y hasta bailar, pues además cantar divinamente y de saber bailar sobre las tablas en cualquier palo, últimamente también baila – más bien danza - en el ruedo con los toros porque también es un gran bailarín y en la escenificación de sus más grandes faenas, llena las pausas y los andares cual virtuoso del ballet. Cada vez es más frecuente verle entrar y salir en cada tanda de sus siempre templados y elegantes muletazos, tan inspirado o más que al ejecutarlos. Jamás habíamos podido gozar de algo parecido en las corridas de toros. Y en su particular caso, sobremanera en las amenizadas con melodías sinfónicas o en las más especiales organizadas al efecto con varios cantantes, coro y orquesta.

Dignas de recordar las corridas matinales en Nimes, su tarde en solitario frente a seis toros en la plaza francesa de Istres y la llamada “Crisol” en la plaza de Málaga alternado con Javier Conde. Para los que no pudieron disfrutar de esa tarde, afirmo que fue la corrida más bella que había visto en mi vida.

No es de extrañar que, si contemplamos con la perspectiva que nos da el tiempo, todos los aconteceres, los inventos – Enrique es y creo que seguirá siendo un inventor de nuevas suertes con la muleta y hasta con el capote.  Sus muchísimas  hazañas del pasado y hasta del presente que todavía protagoniza frente a los toros con mayor trapío e incluso a pesar de su mal juego cuando no de su evidente peligrosidad en las plazas tenidas por más toristas, además de sus grandes triunfos en todas las plazas del mundo donde viene reinando desde hace bastante tiempo, hemos de convenir que Enrique Ponce lleva años coronado cual Emperador del Toreo.