jueves, 3 de septiembre de 2015

CON AROMA A TORERO

Hoy que cada esquina esta inundada de piratería, que reconfortante lo es el hecho que de golpe y porrazo se tope uno con alguien auténtico y más en esto de la torería, donde el aroma y el sabor de lo barroco es un lujo, se llama José Rodrigo y el domingo pasado se vistió de orfebrería y trajo a la Plaza México un poema torero que ya está en el olvido, el del torero novillero que es auténtico en todo, pero mucho más en su expresión desbordada por treparse a un peldaño en esta aventura de locura llamada Fiesta Brava,  le vi  con detenimiento  lo que no hice con los otros por desatentos,  además de que  salvo uno, no brindaron mucho como pa’ que estas líneas que van directas al periódico más popular LA PRENSA, el ‘Que dice lo que otros callan’  y de ahí a ser reproducida por las más importantes webs.
 
 Gracias a la tecnología estaba mi menda tambien al pendiente de lo que hacía el matador Humberto Flores en Pachuca, donde dio una lección de lo que es lidiar un toro, en el primer tercio pa’ prepararlo para el tercero lo cual es como si instruyera bajo el título de ‘lo bien toreaooo’, ¡ah! pero andaba con José Rodrigo, el que se vistió con sabor a nostalgia y luego ya en su labor artesanal de recibo, saco los cojones comiéndose de un trago al burel rodillas en tierra, esas suertes que se dan cuando se tiene hambre de ser torero, luego al caballo con preciosura andandante  y tras ser sangrado el toro, que les cuento, que va haciendo un quite de esos que hace tardes no se ve, porque ahora los novilleros como si fueran figurines mandan a la peonería a que les saque al toro del caballo y es que hacer un quite  tiene su guasa y está reservado pa’ los ambiciosos y luego les platico que en lugar de instrumentar las ya aburridas Chicuelinas,  José Rodrigo desempolvo aquellas hermosas Tapatías de la invención del ‘Orfebre Tapatío’, ya más adelante como el pecho le hervía agarro los palos forrados de papel de china y echándole tipo busco el lucimiento,  ya con la tela granadina que se va a los medios y sorprende cuando se pasa al novillo con ese toreo por alto que es tan hermoso, tan solvente y tan olvidado, ya después vino el toreo ambidiestro y sin irse a la barrera de entre la muleta saco la espada de verdad y sin aspavientos se fue por uvas.

 
Permítaseme pasarle al costo  algunos momentos relevantes de este atleta de luces forjado entre San Miguel Tlaixpan y los Viveros de Coyoacán, de los que ya lo dijo el inmenso  Manuel Benítez Carrasco ‘Son pinar de toreros’,   y voy con los detalles que se me hacen interesantes porque cuando se convierta  en un imán de taquilla indispensable en las ferias de tronío hay que recordar que previo a esta novillada sin ningún arropo, ni recomendación, ni publicidad prefabricada, se plantó ante uno de los mandamases de la Plaza México el C. P. Juan Castañeda y le dijo ‘Don Juan me llamo José Rodrigo, no uso el apellido legendario de mi padre porque yo deseo y voy  escribir mi propia historia, no vengo de ninguna escuela, no he estado en dos mil tentaderos y solo he toreado seis novilladas y  lo único que tengo es hambre de ser torero´, un amigo le aviso que había visto en la red que estaba colgado en el cartel, la emoción, el sentimiento y la fe lo embargaron, cogió el teléfono le marco al padre torero de la legua cosido a cornadas le dio la noticia, luego le pidió al matador Juan Luis Silis si le podía prestar unos avíos porque los suyos estaban requeté palmados, espero las horas previas al festejo en ese comedor donde su abuelo Don Oscar Cepeda y ‘Manolete’ hacían tertulia, brindo poéticamente, dejo cuidadosamente la montera con los machos hacia arriba desafiando la superstición y empezó a escribir su propia historia, se llama; José Rodrigo.

Reconocimiento pleno a los artistas de la cámara y gratitud por su arte.

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