Cuando el devenir
del tiempo alcance el futuro que ya se vislumbra, un genio de la tauromaquia
musical el maestro Agustín Lara quien nació en el Centro Histórico de la CDMX volverá entre nubes de
tul a contarnos historias de tardes de
gloria y de azul como las que le escribiera a Sevilla tierra de maravilla de donde llegó el arenal del albero dorado de
Cinco Villas, en el que el día lábaro su pandereta de fantasía paso a ser partitura
sobre la que se escribiera una de las letras más hermosas, en tardes de toros y es que
la clase que siempre la ha habido, en la sortija arquitectónica se abrió a las letras
melodiosas de ese cantar gitano que Lara bautizo como ‘Los Cuatro Gatos’ y que
abre con aquello de Todo lo que tiene
clase, no puede morir.
El designio requería
de un estuche lujoso, pletórico, aromático y multicolor, que solo dos empresarios al alimón fundidos en un lingote de clase taurina podían brindar don Luis
Marco Sirvent y doña Lucero Domínguez Cobián, se sortearon vicisitudes de esas
que los duendes de los caprichos hacen cuando meten la cola de trinche y un
toro se les despitorro en la alfombra roja del desembarque, más la suerte no se despego de los empresarios, hasta que un
emisario de la fortuna salió al quite sacándose de la chistera mágica un toro de clase premier de la ganadería de San
Marcos, al que le pusieron en el pizarrón ‘Clase’ y así pasara a la historia como el
primer lucero de casta que se indulta en Cinco Villas.
A Fermín Rivera le cayó el virtuoso y con la vara de lujo, el clamor
popular, empezó a estallar en alegoría como si el maestro Lara, batuta en mano,
estuviese bordando su creación ‘Serpentina’ que dice; Suenan
cascabeles, alfombra de confeti, música de vidrio, ritmo de cristal, pinta un
arco de luz…’ y pa’ rematar aquel
frenesí de clase, bravura, alegría, nobleza y trasmisión, vino el indulto de un
toro pa’ el que ahora habrá; Cada noche
un amor, distinto amanecer, diferente visión…
Quienes vivieron
aquello, fueron testigos de cómo se dio una tarde de toros con una plaza hasta
el reloj, un toro que honró su divisa, un
torero sobrio, un juez digno, un público apasionado, y por ello pa’ recordar que la fiesta debe de ser como se dio en Cinco Villas, en
el libro de odas ‘Larianas’ la apertura será con la frase; Todo lo que tiene clase, no puede morir y es que trapío, torería,
letras, música, pintura, poesía, sol y alegría, fue lo que ahí se vivió y eso es pa’
recordarse… ¡Sí Señor!