El
Toro en México
Bardo
de la Taurina
No podemos o más
bien no debemos, sustraernos a eso que nos mantuvo atentos los días pasados y que lo fue la Feria de Sevilla. Y nos debemos
de detener en ella para que no sea tan solo pasado, sino que debe de ser recuerdo por haberse registrado
dentro de ella pasajes de trascendencia dicotómica,
unos excelsos, como los que brindó el adonis de Chiva Enrique Ponce, otros
geniales como el muralismo de José Antonio Morante, algunos académicos y
espartanos como los que aportó Julián López 'Juli', uno más enjundioso como el
que protagonizó Roca Rey, ‘Cobradiezmos’ y su deudor
Manuel Escribano y uno francamente ajeno a Sevilla que lo fue Juan José Padilla, más vayamos con lo que vamos a guardar en el
álbum.
Abriendo con el capítulo de la maravillosa excelsitud
que en el toreo se llama arte y que en Enrique Ponce viene además adosada con
el asolerado aroma de su vid, lo que hará que en Sevilla se le catalogue como
de cosecha superior, máxime que su encanto se dio después de que sabiamente
encontró la fórmula del elixir, con la diferencia de que en el mundo de la
perfumería lo más fino viene en frasquillos pequeños y Ponce lo presentó en el
más bello de los alberos, que es la Real Maestranza de Caballería.
La feria desde un
principio y sobre el escritorio fue diseñada para el de Puebla del Río, José
Antonio Morante, torero que como mayor mérito, tiene el haber creado la estirpe
'Morantista', que esto es muchísimo decir y además goza de tintes de genialidad,
así de claro, y quien no lo quiera entender, pues se indigestara al tener que
recordar que Morante estuvo en Morante y eso
es haber estado, en estado de gracia. El que tardó en llegar varios
toros, pero como en el cuento, apareció la sortija y el sevillano se ciñó la
corona real y fue llevado en volandas hasta sus aposentos, donde descanso de la
ratificación monárquica.
Julián López 'Juli' dicho llanamente y pa' que todo mundo lo entienda, estuvo
como lo que es, un 'perro de caza' al que nada ni nadie se les escapa y como además es tan generoso y
celoso, mostró las más filudas de las agallas, no exentas de brillo hermoso, y
siempre poderoso como el que más, con un
solo pecadillo, por un instante parpadeo y lo pago con una nalga
trasquilada, lo que tomo como si fuera un pellizco y nada más, pues lo demás ya
lo había rubricado a como se le dio la gana, toreando y no recurriendo a
melodramas baratos.
¡Agárrenlo que anda
suelto! es el inca Andrés Roca Rey, el que en su sangre, en su mente y en su
corazón, trae hasta adentro tatuado el firme propósito de que esto del toreo no es pa' todos y si
exclusivamente para los elegidos, que como él,
en el albero sevillano, con ambas telas demostró que está pa' esa liga
la que desde ¡ya! lo recibe con los aplausos del reconocimiento, pues lo que hizo, es precisamente lo que hay que hacer, ahora se tomará unos días
de vacaciones en México, lo cual hará, haciendo adobes, sin importarle en donde
ni con quien, pues este torerazo después de alternar con los monstruos ya anda
más cómodo que un sultán en bata de seda
por el jardín de los cerezos.
‘Cobradiezmos’ y/o
Manuel Escribano, no diré por ser obvio a que nivel estuvo o a cual debió de
haber estado, el modesto toreador ante el torazo de Victorino Martín, lo que si
asentare, más que del orden taurómaco es del carrete de la fe, pues después de
haber sacado el incienso y la mirra, ante el todo del toro, quedo convencido
que la suerte o si existiera un ser supremo, no rondó en Sevilla esa tarde cayéndole el premio mayor a cualquiera de los
dos Reyes Magos que estaban en el elenco, Ponce o Morante quienes habrían
esculpido una obra de arte conjuntamente con ‘Cobradiezmos’ que en estos
momentos estaría siendo perpetuada en oro macizo, en el mismo copete de la
Torre de oro o hasta de la misma Giralda.
Padilla como buen
pirata le birlo las peludas al que debía de poner orden y de refilón echó andar
la sinfónica y armo un guateque que le alcanzó pa' aflojarle las bisagras al
Portón del Príncipe y por él se fue en
volandas con esa estampa de bandera de la piratería en el más amplio de los
sentidos y si hay que decir que su ‘Triunfo' le va a valer pa' sostenerse en la
mar embravecida en la que por lógica más temprano que tarde va a sucumbir, pues
las modas cómo llegan desaparecen y ésta,
ya se alargó demasiado y que conste que su presencia en templos del arte como
en el albero áureo, no es imputable al gladiador, pues como dicen en México, ‘No
tiene la culpa el ‘jerezano’ si no quienes lo hacen compadre’.
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