jueves, 24 de enero de 2019

¡Los míos eran de oro!


Bardo de la Taurina 

Hablo en primera persona porque usted lo sabe y lo sabe bien, esta pluma no recibe órdenes, instrucciones, o línea ni de las empresas, ni de los ganaderos, ni de los toreros, ni  de los medios a los que le sirven otros y aclaro, uso la palabra sirven, porque cuando no se conoce y se ejerce lo que es la Libertad de Prensa, pues llanamente se está maquilando a otro que es el patrón y eso aquí y en la Conchinchina es servir, claro, en diferentes escalas, que para el caso particular que nos ocupa van desde el agachar la cabeza, besar la mano, lamer no sólo los zapatos sino las suelas, arrodillarse o ponerse de tapete pa’ ser humillado, además de tapar las atrocidades e inventar lo que no se ve, siempre en aras de magnificar lo que le conviene a quienes ordenan o a los patrones.

 Y pensar que hay quienes se degradan, se humillan a tal grado por tan solo aspirar a ser considerados pa’ una acreditación o ya de perdida ser invitado a una presentación donde la voracidad es por una copa de vino chafaldrana por lo regular y una marina untada de mayonesa agria, bueno, a dónde llega la cosa que un día un reportero  me dijo que venía de una presentación donde las ‘Cubitas’ a unos se las servían en vasos de cristal y a otros en vasos de plástico, supongo que esto depende del periodista o comunicólogo y del medio al que represente o del que le haga favor de publicarlo.

Bien, ofrezco disculpas por seguir en primera persona, porque el tema lo requiere así y comparto que tengo como obligación ineludible conmigo mismo de leer dos libros simultáneamente  por semana, procurando que uno sea  taurino o sobre la ciudad y otro de tema genérico, además de repasar alguno ya leído el cual abordo sobre todo en lo subrayado con anterioridad, en eso estoy en el momento de teclear estas letras y el libro releído que me está acompañando es ‘Renato por Leduc’, de la autoría de José Ramón Garmabella, de Ediciones Océano, editado en 1982.

En la página 326 encuentro algo por demás interesante, entre todo lo interesante  que el maestro Leduc le transmitió al otro maestro, Garmabella,  el primero  dice -Además, siendo cada aficionado un taurino un “erudito” o considerándose a sí mismo como tal, es factible que en un momento determinado tenga una opinión distinta a su vecino de localidad sobre un mismo suceso taurómaco; por ello, aquí viene a punto la anécdota aquella cuando, al término de una corrida, Ortega y Gasset (que fue un genio) le preguntó a su invitado -un periodista inglés- sobre que le habían parecido los toros, y el periodista le respondió al filósofo español:
-Pues parece ser que en este espectáculo, el único que no sabe que hacer es el torero…-.

Ante esto  no hace falta ser sabio para saber que quienes juzgaron en forma tan dicotómica (de la melcocha a la lejía) a Octavio García “El Payo” por su actuación del domingo último en La Plaza México, ampularon el ambiente, con lo fácil y coherente que hubiese solo decir -anduvo solvente tirando a más- y no de golpe y porrazo querer  elevarlo al altar de los dioses, ni tampoco llevarlo hasta el ocaso de su carrera.

 Donde sí amable lector debemos esperar una sorpresa y es que ante lo leído en el libro y por provenir de verdaderos eruditos,  no  sería de extrañar que algunos opinólogos y usuarios de las Redes Sociales   pa’ emitir sus opiniones  lo hagan enfundados en el terno de luces (Adidas vende ya casaquillas) por aquello del exhibicionismo y los toreros a la coleta agreguen el aditamento ese del manos libres pa’ ser dirigidos desde el callejón…

¿Tiene usted tiempecito? Y le platico de a rapidito que se cuenta en el libro referido  que una ocasión un carnicero le llevó al maestro Rodolfo Gaona unas ubres de vaca tierna y mientras se las guisaba, trato de hacerle plática en torno al tema taurino y el ‘Califa’ le dijo algo así;   -Mire, de toros solo chanelo con diez personas, entre ellas Renato Leduc  (que ahí se encontraba) así que siga mejor usted cocinando…-.
Y otra, en alguna ocasión le llevaron a un torerín de moda en aquel tiempo y el tipo le preguntó al maestro Gaona; -  ¿Y cuánto ganaba por  corrida?, -Doce mil pesos-, el preguntón muy ufano exclamó ¡que poco!

-Yo gano $ 120,000.- ¡Si pendejo! Nomás que los doce mil  pesos eran en oro.
¡Puerta!

*Idea de último momento
Me están poniendo sobre mi mesa una propaganda de Farmacias Similares y en uno de los productos aparece un Jarabe Simicof***
***Este producto no ha demostrado científicamente tener propiedades preventivas o curativas.
Entonces pienso que la empresa de la Plaza México podría poner algo similar cuando anuncie a los matadores.

 Este torero no ha demostrado con hechos ser una figura y por lo tanto no garantizamos nada por arriba de una buena actuación.

Así nadie se sentiría engañado y ninguna opinión se saldría de madre, y pa’ inaugurar esa propuesta abro diciendo: “El Payo” gustó… al que esto firma, Juan Pablo Sánchez el otro de la misma categoría que es en la que encajan los mejores mexicanos, estuvo en fantasma, Sebastián Castella  que milita en  el del escalafón  de las Figuras que antecede a los Súper Stars,   dio una embarrada sabrosona de crema chantilly, los toros de Fernando de la Mora por su peso  y algunos por su cabeza, erizaron a los  fans de los productos light.

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