jueves, 7 de septiembre de 2017

INCIENSO Y MELCOCHA, QUE DAÑAN


Hay crónicas y conferencias que han sido tan claridosas que el paso del tiempo como si fuera emulsión de Scott las hace crecer, tal es el caso de aquella charla charlada que brindo la maestra shakesperiana y tauromaquiana Doña Gabriela García Padilla entorno a una exposición  que en la marquesina de la revista ‘Tiempo’  en 1943 fue bautizada como ‘La crónica taurina pagada’ y en cuya disertación en el 2004 la dama de la cultura escribió  cosas interesantes como cuando  decía que la ‘victima’ era el torero, cuando ahora lo es el público que es engañado por el ‘chafaldrismo’ al que algunos medios le han dado entrada y desde luego las redes sociales que son escenario fértil para esa orgia nociva que se conoce como el ‘libre opinometro’ y en la que solo contadas opiniones no son dañinas.

 Antes de la mitad del siglo viejo inmediato, cuando  Doña Gabriela se refiere (cito textual) ‘Se formó la Unión de Cronistas Taurinos, con el propósito de cerrarle la puerta a los arribistas y extraños’, y también dice ‘que quedaron afiliadas las plumas libres’, en otro párrafo se lee ‘que los toreros se gastaban el dinero en comprar a la prensa’, hoy esto no creo que ocurra como tal, por la razón de que salvo contadísimos periodistas (que los tengo por limpios) tienen peso como pa’ influir en la gente, luego se refiere a pagos por ‘publicidad’ (viene con comillas).

Y esto nos lleva a referirnos a lo que hoy está sucediendo vía el pago de publicidad, que quienes la contratan son las empresas, lo cual es muy licito, necesario y por ello plausible, más lo grave de todo esto es que a la par ha estado surgiendo la figura de los llamados incensarios o turíbulos melcocheros que como no son individuos dotados del arte del bien decir o escribir, están confundiendo un digno y reconocido trabajo que es el de la publicidad en su forma más pura y se están desbordando en falsos halagos, exageraciones, mentiras, con las que creen, por su inseguridad, quedar bien con quien les paga, y es ahí empresas, donde están creando el surgimiento de un peligro.
Y es que a la gente con  los celulares y las redes sociales, ya no se le puede engañar y al contrario cuando los jilgueros tratan de hacerlo por zalamería se corre el riesgo de  volver  chocante y hasta despreciar a quien tanto se alaba, ¡cuidado empresas! si no controlan la pirotecnia de sus porristas, la gente se va hartar de que traten de  engañarla y de alguna manera se las va a cobrar, de hecho, ya lo está haciendo.

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