martes, 9 de enero de 2018

JERÓNIMO CON EL SELLO AZTECA



Jerónimo  partió plaza el último domingo en La México, no solo con el capote de brillos sino con esa seda tan mexicana que es la pureza que lleva en el alma y que ahí la tiene acurrucada pa’ cuando anda de vena sacarla a la palestra, y compartida con la afición  con ese sello azteca, que es su manera de interpretar el toreo, como esas artes de expresión tricolor que también han gozado del latir de los sentimientos de sus intérpretes y cuyas gemas han quedado plasmadas en los lienzos de Rufino Tamayo, en la voz de Lucha Reyes, en el bailar de Amalia Hernández, en las composiciones de José Alfredo Jiménez, en la fotografía de Gabriel Figueroa, en las escenas de Dolores del Río, en los grabados de José Guadalupe Posada, en la gastronomía de Chucho Arroyo, la museografía de Dolores Olmedo y por supuesto en el Trincherazo de Silverio.
Eso es el toreo de Jerónimo, con el que sus telas se vuelven rebozos de  Santa María, sedosos y coloridos, que crecen  como crece lo artesanal, máxime cuando se le quiere comparar con los productos chinos, esos que son maquilados masivamente y que permean lo mismo en las plaza comerciales  que en las plazas de toros, donde la mayoría de los protagonistas torean por el impulso de un chip, no así este torero de la Santa María de Rivera, que por principio de cuentas tiene la percha pa’ ser torero, se comporta como torero, se enfunda como torero, habla como torero y sobre todo torea como torero, que es diferente a torear como robot chino.

Y esos atributos de ayer y de hoy son suficientes para tomársele en cuenta con el equilibro sano de la cordura, esa que permita calificar a un toreador como  Jerónimo, como un mexicano que no fue maquilado por corrientes extranjeritas que borda y acentúa su artesanía sin tener que recurrir a los combustibles vacunos de bajo octanaje y sin que además sea un pistón en la maquinaria de los consorcios de apoderados-empresarios-comerciantes que hoy son los que mueven y etiquetan a los toreros clichés.


Ante éstas obviedades no hace  falta mucho pa’ comprender por qué la tarde de Jerónimo con los Caparica, va a quedar como una de las mexicanas en los anales de las últimas temporadas, la que además se dio con ganado completo creado por ganaderos que piensan  que el toro no es un instrumento de bisutería  sino un protagonista  y fue toreada por un torero que se gana sus tardes con sentimiento, sin trucos y que seguirá siendo el mismo porque siempre ha sido auténtico.

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