Bardo de la Taurina
Charlas para la semana
La invitación la hizo llegar puntualmente Doña Lucero Domínguez Cobián, pa’ asistir a un
evento en Cinco Villas que en el encabezado decía; Festival de Leyendas. Le metí el vidrio del monóculo de arriba pa’
abajo, concluyendo que cómo Chile Verde no
me embonaban las letras del enunciado, la razón; que este cartel se debió de
haber denominado como El Festival de los
Audaces, porque para que cualquier torero se atreva a ser anunciado al lado del matador
Guillermo Capetillo, en una plaza que es
una pañoleta de seda con bureles que
eran unos auténticos zapatitos como los de La Cenicienta, coquetos, apretaditos,
ligeros como el aluminio de la línea española de Extrusiones Metálicas.
En verdad que hay
que ser muy audaz, porque Guillermo con su sola percha asolerada, acaba con el menú
sin necesidad de sonrisitas de dentífrico, ni IPhone en el regazo, porque es un
esteta, corto a la hora de hablar, kilométrico
a la hora de decir en el ruedo y es que Capetillo no es un gallero, no es un torero viejo, ¡vamos! no es ni una leyenda, es un
evangelio que predica que el toreo es sentimiento, que es muy diferente a piezas de
troquel y es que el toreo no es de apellidos, es de hombres que a su arte le
ponen nombre.
Se me comentó que
entre animal y animal se escucharían obras de Agustín Lara, el oriundo de la fracturada CDMX, las interpretaciones
de lo letrístico resultaron muy de la
escuela mexicana del toreo de hoy, que es parejita en su ejecución y sin
comprometerse a dar el Do de pecho.
La conjunción de la
tarde daba pa’ destapar el pomo de los
agaves por todos lados y hablando de lados recordé, que allá por la calle de
Bolívar, donde en los tiempos de esplendor, a una cuadra del
Banco de Londres y México (¿lo recuerda Doña Lucero?) se encontraba un restaurante de nombre Salambo, que fue
el primer lugar, digamos decente, donde
trabajo Agustín Lara y esto no quiere decir que los prostíbulos donde se empleó con anterioridad
el joven Tino no hayan sido decentes,
lo que pasa que en realidad son una variante de las Casas de Citas, pienso que
ha de ser como la ópera y la opereta.
Pizarras Pregoneras
El primer cartelillo, tabletilla o pizarrón donde se le daba nombre al de Montecristo que se iba a lidiar decía ‘Farolito’,
que corresponde a una de las letras más corta que escribió Lara, pues apenas
alcanza nueve líneas y fue titulada así porque en los tiempos que el joven nacido de la calle del Puente del Cuervo, hoy
Colombia contra esquina del mercado de Mixcalco, trabajaba en un antro por la
calle del Órgano, que era el paraíso de las de guaraches de charol y una que otra de tacón dorado, el genio vivía rumbo a la Lagunilla que así
se llama por razones acuíferas, en una vecindad en donde la encargada del portón
de la vivienda una vez que lo cerraba solo permitía su acceso mediante alguna
moneda extra y mientras Agustín esperaba que algún noctámbulo rezagado entrara
pa’ colarse, mientras pasaba el
tiempo recargado en el farol de la
esquina, de la inspiración de la canción,
pues ya ni hace falta decirlo.
El segundo
letrerillo nos permitía leer el nombre de ‘Compadre’ de Fernando de la Mora,
este título me gusta recordarlo, por el hecho de que fue puesto al torero de Pentecostés, por un periodista
que lo fue ni más ni menos que el maestro José Pagés Llergo, todo con motivo que en una travesía
el maestro de las letras y el del Trincherazo,
conocieron a un par de cubanas a las que como objetivo se pusieron meterlas en
la canasta, pa’ luego correrles la mano y que mejor que hacerlo valiéndose una
muñeca de trapo que compraron pa’ regalárselas y que ellos mismos en pleno Océano
Atlántico bautizaron dándose con ello el compadrazgo,
y que coincidencia fue Pagés Llergo quien en la Plaza México le regaló al Compadre el toro de su despedida.
El tercero de salida
que fue de Montecristo traía adjudicado el nombre de; ‘Flaco de Oro’ apodo o seudónimo que nunca le cayó en gracia al delgado personaje debido a que lo de flaco era algo que solo sus allegados lo
tenían reservado, pero bueno, en esto de la farándula y el vodevil todo se
vale, aunque en el caso de quien siempre fue, un fuera de serie, porque nació
siendo niño prodigio al grado que a la
edad de 10 - 11 años cuando tocaba el armón en el Hospicio de Coyoacán fue
escuchado por el inmenso maestro duranguense Ricardo Castro, quién a los pocos
minutos de escucharlo solo atinó a decir -A
este niño no hay nada que enseñarle, lo sabe todo- ya por esa edad es cuando le da por la toreada
que se le facilitaba por su figurilla erguida a lo que tuvo que renunciar
cuando él mismo dijo -Esto de la toreada
me va muy bien salvo por las cornadas-.
La Sevilla Lariana
Ya pa’ el sexto
turno después de un brindis trasatlántico de Javier Conde a su querida abuela, apareció
un burel con el nombre de ‘Compositor’, que inmediatamente nos traslada a la que
se le reconoce como su primera composición y que lo fue “Imposible” como
también por esa época decir que sus primeras obras las estrenó en el
taurinísimo bar restaurante El Retiro,
donde estrenó “Clavelito”, enfrente del
cabaret ‘Rio Rosa’, y ya que estamos por ese rumbo que a tiro de piedra del night club, había una manzana con cinco
calles sobre la cual se asentaba el ‘Toreo de la Condesa’ en donde por el lado
de Durango se encontraba la legendaria ‘Casa de la Bandida’ que ni era bandida
y ni se llamaba Graciela Olmos y muy cerca de ahí la glorieta que se conoce
como la de ‘La Flor de Liz’ (tamales) en uno de cuyos departamentitos muy
cercano el maestro Lara compuso “Sevilla” la primera pieza de la Suite Española que le fue provocada por
la lectura de la novela ‘El Embrujo de Sevilla’, la que también dio inspiración
y analogía pa’ la novela de Luis Spota, que narra el viacrucis de Luis Ortega
por la legua, obra la que hay que
decir se vendió masivamente, porque así se venden todos los libros del maestro
que comenzó como mesero, en la cafetería del Hotel Regis.
En fin Doña Lucero,
la Fiesta Brava que por baches se torna Kermes
Mansa, no se podría entender completa sin la inclusión de ese personaje
que escribió su pasodoble más popular
“Silverio” sobre una bolsita de papel estraza, de esas que venían retacadas de pepitas como se vendían en la plaza de
toros, Lara, un hombre que siempre fue acompañado de la polémica y el
escándalo, como cuando le anuncia a su amigo y arreglista ‘El Chamaco Sandoval’ que se iría a España y éste que era arreglista musical e iluminador de teatros
como ‘El Folies’ por la emoción le escribió un poemita a Agustín que a la letra
decía -Cuando vayas a Madrid te van a
hacer emperador de Lavapiés… y a
bañarte con vinillo de Jerez- (nada de porros ni de polvos) y de ahí ya Lara le fue completando con lo que todos
conocemos, empezando por cambiarle el sexo a la
letra de la pieza pa’ dedicárselo a su musa en turno.
Por cierto Doña
Lucero, amiga nuestra, ahora que nos hemos referido al chotis “Madrid” (1948), ¿Conoce usted un pasodoble
que escribió en (1934) que también lo tituló “Madrid”?, y que decir de la sentidísima pieza que le dedicó a Manolete sin olvidar el “Corrido de Agustín Lara” que se auto compuso, de esto estaría bien
preguntarle a Alfonso de la Garza y Garza,
que pa’ todo esto se pinta solo.
¿Por qué no le compuso a la CDMX?
Y refiriéndonos a lo
tremendo que era Agustín Lara, no muchos saben que la legendaria canción de “María
Bonita” terminó en tribunales por cuestión de plagio de otra pieza llamada “El
Remero” de la autoría de Chucho Monje que
en ese caso fue el plagiado, lo mismo
le sucedió durante la Segunda Guerra Mundial
en U. S. A. con “Te vi pasar”.
Y ya que andamos con
cosas de morlacos casi en secreto se
guardó el hecho de que el Regente Uruchurtu que era un enamorado de la letra de
“Granada”, le ofreció al compositor
un millón de pesos, porque le compusiera una canción/himno a la Ciudad de
México, a lo que Lara se negó porque Uruchurtu se negaba a ampliarle los
horarios de sus cabarets.
Y ya dentro de esto
de la farándula, no hay que olvidar que las letras y música de Lara son
inminentemente boleros y el bolero es pa’ ser interpretado por un bolerista al
revés de la Suite Española y los Pasodobles, que cuando se lleva al escenario
del Bel Canto se le saca de su zona de confort, no sé qué opine Don Fernando
Marco Sirvent, que es un melómano reconocido pero sería un buen Mano a Mano pa’
la discusión preguntarnos ¿en qué voz sonaría mejor una pieza como “Murcia” si
en la de Pedro Vargas o incluso la de Alejandro Algara, por un lado o por el otro en la de Javier Solís o la de
Gualberto Castro que con menos almidón son ideales pa’ las letras Larianas, y
ya muy en los tiempos de hoy mis gallos pa’ interpretar esa música lo son; Alejandro
Fernández y Carlos Rivera.
Y es que esto de los
gustos es subjetivo, como en la Fiesta de toros donde por decir en Cinco Villas,
gustan de agrupar toreros en sus
carteles, más que válido, porque ellos como dicen en la costa; dueños se pagan sus danzones, sus
festejos se dan en estuche porque son como las joyas de Tiffany, únicas por eso no hay que compararlos con nadie, ¡vamos! es un escaparate de la Quinta Av. en New York, que no es
negocio familiar porque ahí si es por darle gusto al gusto, y amor a la fiesta,
desde acá mi menda lo veo más como un
beneficio pa’ el público que pa’ los toreros, porque le dan a la gente de la
capital y de los estados conurbados, la oportunidad de pasar un día taurino con
la ventaja de que ahí a los toreros hasta los pueden tocar, además de que el
toro crece en favor del espectáculo, y si decir que en Cinco Villas en mucho son autosuficientes, aunque eso no los ha exentado de haber tenido
desde siempre que luchar a brazo partido con el propio medio, con la Asociación
de Matadores, con el gremio de los de las puyas y banderillas y es que los
señores de los palos son más duros que los maderos de la cruz, que les da por
hacer sangrar a la Fiesta, con los chillones anti taurinos, con los prepotentes
a los que se les olvida que el toreo no es de cinturitas, con parte de los
Medios que ladran más que los Amores
Perros.
Han sido espléndidos
dando de jamar y de chupar a miles y a otros de inflarles la panza porque
hay quienes en su vida se habían sentado a una mesa con manteles blancos, copas de vino y cubiertos finos, muchos peros
se les ha puesto a las trasmisiones streaming pero son por causas ajenas a los
Marco & Cobián, taurinamente ya
andan rondando los diez años con un entusiasmo inaudito que es mas de
subrayarse por ser originales en absolutamente todo y ¿cómo no lo va a ser?, si
su paraíso taurino es el más hermoso de aquí hasta la Patagonia.
¿Qué no han sacado
un torero? pues si no son gambusinos pa’ escarbar la tierra y a ver que sale y
si en cambio ahora hasta tienen un negocio que creo que se llama Marco Grill donde usted puede comprar o
comer la carne más pura que es la del toro de lidia ¡Provechito!
En fin Doña Lucero, se hizo lo que se pudo, que pa’
ser de obsequio no hay que buscarle muchos peros y bueno,
ya nos percatamos que atrás del nombre
de cada toro, hay una historia.
Y solo espero que el
barítono haya incluido en su repertorio como símbolo de gratitud a la Anfitriona de México esa pieza
hermosa que el maestro Lara título “Milagro” y que muy de principio dice; lucero en mi camino, lucero hecho mujer…
Arte Óscar MIR