Bardo de la Taurina
Duerme, duerme negrito,
y si el negro no se duerme,
viene el diablo blanco.
Y ¡zas!
le come la patita,
chacapumba, chacapumba, pumba…
compositores Atahualpa Yupanqui / Héctor
Chavero
Pelé, el de la colonia Nápoles
que fue paisaje viviente de esa latitud donde como un volcán a tiro de piedra
La Plaza México ya estaba sumida pa ´abajo y levantada pa’ arriba cuando el Negrito
Sandia llegó a la esfera terrenal, hace sesenta y nueve temporadas donde
también colosal en eso de las excavaciones y las elevaciones lo es la Iglesia
de San Antonio de Padua a donde a nuestro palmado de moda le daba por ir
a arrodillarse con rutinaria repetición, ¿Qué tanto haces ahí? Si tú no eres un pecador empedernido al
contrario por fuera eres como Miércoles de Ceniza y por dentro blanco
como Primera Comunión.
La muerte es seria, porque nadie se ríe de ella, entonces
esperemos que el baulito donde está ese tesoro de amigo, sus amigos a
quienes abrazo Silverio, Jorge, Gabriel, Ángel, Mundo, Alfredo… lo arrimen a su templo
y hagan oídos sordos a ese runrún de esparcirlo en una ganadería porque
no es abono pa’ la tierra, ni nadie le puso los cuernos, entonces ¿Qué tiene
que hacer entre vaqueros un hombre del asfalto?, la crudeza nos dice que Pelé
se tornará en soledad que es la paz de los sepulcros y el destino de los que se
lo ganaron sin poses, sin sonrisas falsas, sin cuitas en las redes sociales,
sin hambre de reflectores, ¿Pa ’que? si era auténtico.
Una urna
de concreto gigantesca está siendo capaz de provocar un impasse pa’ los
amantes de la nostalgia en particular de la Plaza México y aquí la pregunta sería
¿Hasta dónde pa’ atrás da el interés por lo de ayer?, si hoy un joven de
treinta y cinco años ve la imponente escultura en el atrio de la plaza
monumental en recuerdo de Manolo Martínez, ¿Qué de raro tiene que pregunte quién
es?
Pelé gustaba de
caminar las calles de su colonia la de los dos hoteles donde se vestían toreros
y se desvestían las buñis, por ahí hizo mandados a granel a los vecinos
y cuido y recreo a los muy mayores o enfermos ¡Cuanta bondad!, con su
tarjeta de presentación que por un lado decía educación y por el otro respeto,
que es mucho, pues eso lleva implícito la honradez y la fidelidad al
amigo que es la más difícil porque en ella siempre está la cola de Satanás
que tiene pinchos de tentación.
Ese humo que no se ve hasta que se hace mal uso de él y es que
como su conjugación no se aprende en la escuela sino en la calle, aunque los
muy refinados digan que se mama en casa.
Y los que como el referido
su hogar lo fue la calle, que es la más grande de las carpas si consideramos
que este mundo es un circo donde no todos los animales caben por la maldad de
los antitaurinos, él sabía muy bien que la calle es una ruleta rusa
donde hoy se está y al siguiente tiro, ya no se está.
¿Es empecinamiento la
muerte en su aceptación o en su negación?, pa’ algunos sí, más lo que debe de
ser es el saber irse a tiempo, como se nos fue Pelé, en este alargue de
Semana Santa 2023 ahorrándonos el trance de verlo jodido y si te piras
al arrullo de aplausos y sentimientos te vas en volandas, no como en el caso de
La México que nos tiene en ascuas sobre un futuro incierto y de alguna forma
inmerecido por la forma en que un servil de intereses ajenos le dio al blanco y
con ello tiño de luto a la afición y al público que gusta de un espectáculo macho
donde la sangre es presente y el dolor no es ausente, pero tampoco es
equitativo ya que lo ponen más los toros que los toreros.
El meollo de todo esto es
que no hay equidad, no hay democracia y no la hay porque salvo las fichas del dominó que por un lado son
negras y por el otro son blancas es muy difícil emparejar la balanza, la que
siempre se carga a un lado hasta con los fallecidos, de ahí aquello de que no hay muerto malo, así
sea un ahuehuete en el Paseo de la Reforma o un anónimo con destino a la fosa
común, paradójicamente la muerte lucha o
es espontanea con la vida, ya lo demás
es cuestión de creencias, creo que también le llaman fe y como dicen que esa
muere al último, mientras no suceda con sarcasmo podríamos preguntarles a los
que le han sacado jugo a la plaza; ¿Si ya se dieron cuenta de que en todo esto no se ha señalado un solo
culpable de la familia taurina?,
como si quienes la abarataron y la volvieron frágil hasta la indefensión se
hubieran esfumado.
Y no ha sido así, culpables lo son quienes tuvieron la oportunidad
de ser figuras y no dieron ese paso adelante que los pudo llevar hasta la idolatría,
luego los de primera línea pues ahí anduvieron y digamos que a otros más se les
pudo ver sin disgusto, más de los demás migrantes de otras labores, vagos,
juniors, usurpadores que pasaron por La México con mucha pena y nada de gloria,
buscando el cajón del olvido donde se guardan las carpetas de la mediocridad,
¿No se van a dar sus nombres?, ¿O se necesitaría un disco duro pa’ que cupieran
todos?, la misma cantaleta sería con determinados ganaderos que al no poder
competir con Santa Clara, con Alpura, con Lala, vinieron a dar los cuartos traseros con
edades dudosas, dejando en los tentaderos la bravura y redondeando los cuernos
como si fuesen ubres, que no lo hacen ellos físicamente, ya lo sabemos, pero se
lidian con su hierro, ¿Por qué se quedan callados? Porque a la siguiente ya no les van a comprar
litros ordeñados.
De los empresarios que los
hay dignos decir que; son hombres de negocios como dice la canción de Emma Elena
Valdelamar que interpretaba “Paquita la del barrio” ‘Cheque en blanco’
-Yo no soy letra de cambio, ni moneda que se entrega…- ¡De ahí el
regateo de siempre!