Renato Leduc vio debutar en la Plaza México a Rodolfo Gaona, ¡claro! en la de La Piedad y en la de Insurgentes vio a un toreo ‘Que pensaba como toro’ y ahí mismo ya no vio a un ‘Panadero torero’ que ya arrastra el sarape.
Era aquella legendaria cantina La Opera recinto y querencia de encuentro con ese sabio que lo fue el maestro Renato Leduc quién un día sí y otro también, pasaba lista de presente en el abrevadero de lujo que después de algunos movimientos producto de la reurbanización de la Avenida Juárez terminó dejando de ser salón de café, té y chocolatería allá por el 1870 y se cambio a Cinco de Mayo y Filomeno Mata que antes fue el Callejón de ‘Bletemitas’ donde vivió épocas doradas siendo vecina en contra esquina del edificio donde tenia su estudio el más grande pintor taurino que ha dado la fiesta, el valenciano Ruano Llopis.
Ya encarrilados recuerdo que en alguna ocasión Don Renato refería que la famosa barra de La Opera y su contra barra del más puro estilo ‘Art Nouveau’ llegaron hasta ahí, desde New Orleans vía marintima por Veracruz, para luego continuar la travesía terrestre, y fue en esa barra donde Leduc aseveraba que el mayor tesoro que un hombre podía poseer era el de amistad, aunque eso si gustaba de brincarse las trancas y ‘molestar’ a sus cuates los duranguenses López Negrete recordándoles rutinariamente el antagonismo que tuvieron con el tal Doroteo Arango conocido como ‘Pancho Villa’ (bis) pues el original que era idolatrado por Doroteo fue un gavillero asesino de la región al que Arango le plagia el nombre de ‘Pancho Villa’ para ocultar el asesinato que perpetró en contra del hijo del patrón de la hacienda de los abolengados ya mencionados y lo que son las cosas cuenta la leyenda que Villa dejo sus huellas balísticas también en el techo de la Opera.
Don Renato quién en su época moza le dio por la toreada y que incluso siendo cuadrilla llegó a torear ante el Presidente Álvaro Obregón de quién refería era rete taurino al grado tal que una tarde después de sufrir un atentado todavía tuvo la afición para presenciar una corrida de toros en El Toreo de La Condesa y hablando de toreros y políticos Don Renato platicaba como ya se dijo que quiso ser torero, más el movimiento revolucionario descuadro sus planes y es por ello que después se dedicó a ‘banderillear a los gobernantes, políticos y funcionarios para ver como saltaban, solía decir a carcajadas, más lo relevante en su vida fue el hecho de que entendía muy bien el gozo de la sabiduría esa que solo se da cuando se ha sido personaje de la propia historia desde su matrimonio con la gran pintora Leonora Carrintong hasta rechazar a la belleza de Alamos Sonora ‘La Doña’ Félix Güereña diciéndole <No la chingues seria yo siempre el señor Félix>.
Más habría que precisar que eso no es del todo exacto pues la grandeza de Leduc por donde se le vea y desde siempre fue inmensa, como telegrafista vivió épocas épicas sirviendo a la causa villista, como letrista desde la primavera floreció aromáticamente y hasta virtuosamente al grado tal de haber hecho rimar la palabra tiempo, la que aparentemente no tenia rima esto claro para cualquier mortal que no fuera Don Renato, como trotamundos no tuvo límites y recorrió el planeta cual rosa de los vientos, como periodista fue exacto, temido, poderoso y trascendente hasta El Premio Nacional, como charlista rebasaba con holgura las horas al calorcito de unas buenas tazas de café y si era con unas copas, ¡que mejor! pues casi hasta el final fue aficionado a degustar el trago, eso sí haciendo hincapié en que el coñac caía mal al organismo por la esencia de la uva como lógicamente el vino también, del ron repetía que era tan dulce que solo se casaba con la Coca – Cola, siendo tan mexicanote no terminó de agarrarle el gusto al tequila, al mezcal, a la charanda, al bacanora y a esos elixires tan patriotas decía, y se desvivía en placer y halagos por zumbarse un vodka importado.
Ya con los tragos sobre la mesa y unos gusanitos de maguey con su guacamolito Don Renato gustaba de darle rienda suelta a su taurinísimo del que poseía un profundo placer, la polémica no era lo suyo, no porque la rehusara si no porque sus argumentos eran casi siempre convincentes y sabia respetar los que así lo ameritaban, mención aparte merece esa frase que acuño referente al ‘Torero Mandón’ <Manolo piensa como toro> con la obviamente le daba validez al toreo inteligente y poderoso del regiomontano Martínez Ancira ¿Y el arte, Don Renato? <Bueno es que Manolo al conocer tan bien al toro se puede dar el lujo de adornar su quehacer con toneladas de arte>, ¿Y la personalidad, Don Renato?, <Bueno sin personalidad seria como si toreara un fantasma>, ¿Y el carácter, Don Renato?, <Eso para un torero es como el encendido del carro, si no prende, no camina>.
Ante todo eso la mirada va pa’atrás y pienso que tanto de esto tuvo Rodolfo Rodríguez ‘El Panacúas’, pues lo que enseño o más bien lo que dejo de enseñar el domingo último de número 23 del enero presente, fue como para invitar a la lamentación que siempre provoca lo que da nostalgia y es que aunque ‘El Tahonero torero’ en base a su longevidad en la legua y en la fiesta de seda y alamares, más que ‘pensar como toro’ piensa como ‘Chucha cuerera’ que es, lo que es. Y como para ser pleno en el oficio hay que tener en una buena medida, facultades, pues obviamente que ‘El Pulquero legüero’ ya queda a deber pues aunque tiene el valor primario y hasta el secundario, hay que aceptar que el valor temerario o sereno nunca lo tuvo, pero ahora ya se le nota al igual que los hilos de plata, de personalidad lo note algo trillado y hasta grotesco por momentos como con el script de cobijarse con el sarape de Saltillo, como que ya le paso de moda y lo hace ver más bien irreverente, de carácter como siempre se conforma con muy poco y ahorra en todo mezquinamente pues por decir algo a su primer becerro se le podía armar un follón y se conformo con algunos pellizcos ¿O será que no pudo hacer más?
Y mire Don Renato luego nos anunciaron a un torerote español llamado Alejandro Talavante y que nos cobran por verlo como si se tratara de un Matador de toros ¿Y que cree maestro? que el tal Talavante ni torea toros ni menos los mata, así que como esta pretende ser una crónica de una ‘Corrida de Toros’ pues aquí la corto con lo talavantesco.
También apareció un joven paisano del que habrá que recordar su nombre Arturo Saldívar pues este larguiducho chaval se fue a España y aprendió cosas buenas que ahora en su tierra le están siendo de utilidad para irse abriendo paso, paso a paso, así que a sacar el catalejos para no perderle la pista.
Y desde el pie del monumento a Don Renato Leduc en la colonia Toriello Guerra que fue esculpido por otro grande el escultor taurino Raymundo Cobo la emprendo hacía la Cantina La Jalisciense en Tlalpan que se haya en el predio donde nació nuestro personaje quién tuvo ‘La sabia virtud de conocer el tiempo’.
El Bardo de la Taurina
En la última y me voy