martes, 21 de diciembre de 2010

SÉPTIMA DE LA TEMPORADA Dic. 19 - 2010

Héctor Castillo Abreu, un juncal que con su pasión a la fiesta mantiene vivos los ideales de José Álvarez ‘Juncal’ Matador de Toros; Seres taurinos de tiempo completo  que en ‘La  México’ son una especie en extinción.
Y en el ruedo tan solo ‘La Soledad ’
y un séptimo cajón.
Uno llega a ‘La Finca’ la que coquetonamente se presenta con la gitanería de la azulejería hispana que con su sabor lo guía  en automático hasta el ‘Bar El Quinto Toro’ donde nuestro personaje el maestro Don Héctor Castillo Abreu envuelto en el aroma londinense,  la tradicional lavanda Yardley nos recibe con esa percha tan de él y tan de la torería, esa que lo llevó en los años mozos a debutar en la ‘Plaza Carmelo Pérez’ y luego convertirse en uno de los personajes estelares del Café Tupinamba pues Don Héctor y su caterva formaban parte de la escenografía del legendario recinto de la calle de Bolívar, desde donde tras lidiar los cafés lecheros y  darle vida a la tertulia, se planeaba la tournée de la noche la cual se remataba  muchas de las veces en la temible ‘Le Rat Mort’ allá por los rumbos de los callejones de Jiménez y Echeveste en el Barrio de San Miguel donde las buñis de medias seda  le imprimían luz a la noche que en las más de las veces no moría y menos cuando Don Héctor y Rafael Gil ‘Rafaelillo’ andaban de vena, que era casi diario.
El bar ‘El quinto toro’ es de un taurinísmo contagioso y me imagino como se habría visto Manuel Benítez ‘El Mechudo de Palma del Rio’ enfundado en ese terno que hoy pende en las paredes del refugio bohemio,  por el cuello delgado y verdoso del fino cristal se escapan los aromas del Vega Sicilia que no nada más es una joya de la vitivinícola sino que es un auténtico elixir de dioses y es que Don Héctor es un Dios de la torería y por ello bebe como los elegidos, que en muchos de sus accionares ha dejado impresa su huella como lo fue en la vida de aquel chamaquillo llamado Julián López Escobar ‘El Juli’ el cual sin el apoyo de Castillo Abreu ¿quien sabe si hubiera despegado? y por ello es que en algún lugar de la finca en testimonio de gratitud ‘Juli’ firmara el tablero que perpetua la cabeza de aquel novillo  que el de Velilla de San Antonio barrio madrileño matara en tierras aztecas en aquella, era primera.
La platica a veces bien hilvanadita y otras de sorpresa en sorpresa, de las mil anécdotas a los pasodobles, a los tangos que también es pasión en la vida de este hombre para el que no hay secretos, que  conoce como la palma de su mano al toro, su crianza y todos los terruños donde se desenvuelven, así como las plazas donde se lidian, a los toreros a los que disecciona con microscópico detalle, sabe causas y porque de los renglones torcidos de la fiesta, no es de halago fácil pero tampoco regatea méritos y reconoce que la personalidad en la fiesta es espejo de la grandeza de la que él es ejemplo.
Don Héctor tiene más que todos en taurinísmo y por ello ya estamos hablando de la novela bíblica del escritor Jaime de Armiñan ‘Juncal’ que  es la bandera que anhela izar cualquier taurino ¡Sí! porque ser un juncal, es el sueño dorado que en democrática ejecución envuelve lo mismo a los de abajo que a los de arriba, porque así fue José Álvarez ‘Juncal’ matador de toros que allá cuando el siglo pasado se partía como toronja por la mitad, también un toro le serruchaba las entrañas a nuestra leyenda y lo quitaba de vestir de ‘focos’ ¡Na ‘ma! A aquel torero que le había hecho la faena a la guaperrima, burguesa y distinguida de Julia Muñoz cordobesa a la que ‘Juncal’ le clavo dos hijos benditos afortunaos y envidiados, y es que dígame uted si tener una hija que se dedique a darle vida al elixir de la vida que lo es el vino ¡pué si que es cosa mayor! y si a eso le agregamos que el hijo de ‘Juncal’ Manolo Álvarez  ha sido torero majo y por momentos pargón que aquí ‘antre nu’ no fue ni la sombra del padre, pero bueno fue torero y eso es un privilegio y  por esa cosas que se dan entre macho y hembra, pues las cosas de las sortijas no duran toda la vida y ‘Juncal’ tomo el olivo.
Más como pa’ un torero eso de las gachís se da como flor en maceta pues ‘Juncal’ se agencia pa’ si a Doña Teresa Campos sevillana que  cobijo al Matador de Toros y lo acurruca entre la frondosidad de sus tetas,  le da de comer en la montera del deseo recompensándolo con el parné debido y es que hacer feliz a una mujer holgada en años tiene su guasa, pero que un torero le exprima las mieles de la pasión eso ya otra cosa, no confundir el lidiar por la cara a que a usted señora, le tire un polvete un Matador de Toros, porque eso vale un costal de billetes, pues ya lo dijo el juncal de la bohemia ¡El que quiera azul celeste, que le cueste!
 Y como no puede haber un Quijote sin su Sancho Panza, pues a la vera de ‘Juncal’ camina su inseparable ‘Búfalo’ Vicente Ruiz limpia botas del Café Español  que en la novela brilla con luminosidad propia  ya  que a cada latido da un palpitar de lo que es la amistad.
Y volviendo a la amistad Don Héctor créame que no he conocido un hombre que primero sea taurino de tiempo completo y que aparte de ello tenga abierta su finca al amigo que además es un privilegio de tres tercios pues si a la amistad y  al arropo le sumamos las cátedras que usted brinda a quien se acerca a su fogón, pues si que es una lidia completa que siempre será insuficiente pues de esto del torero jamás se termina de aprender y yo de ‘Juncal’ como de usted, he aprendido que hay de Taurinos a … taurinos.
Chanelar con ustedes  ‘Juncal’ y ‘Don Héctor’ es encontrar  en ambos dos,  a la par la igualdad de la similitud que se juntan y por ello  no hay diferencia alguna, porque el arte jamás conocerá de nacionalidades.
¡Tomo Nota!
Y  como decía ‘Juncal ‘La prisa pa´los delincuentes y pa´los malos toreros’ por eso me voy despacito como se fue la séptima de la temporada donde todo se hizo tan despacito que a los toreros todavía no lo vemos ¿o será que pasaron de noche?  Eso si, los tres juntitos porque entre todos no se hizo uno y que no me vengan que el español Matías Téjela corto una oreja, cuando lo que debió de cortar es el rabo, que Luevano toreo con sabor, sí, pero insuficiente para un banquete y que Juan Chávez estuvo voluntarioso pues  era su obligación y ante eso, ¿queremos que los aficionados vayan a los tendidos? Para estar solos con La Soledad o a expensas de una dádiva de séptimo cajón ¡Ni que fueran taurinos de tiempo completo! O cuando menos, aficionados de corazón.

Bardo de la taurina.
Soñando con un Vega Sicilia


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