Había
que celebrar al alimón pues Don Genaro Borrego Estrada, cumplía
natalicio y años conmemorativos
de aquella tarde del 1 de marzo de 1980, en que en su calidad de aficionado práctico
en un hecho único indultara un novillo nada menos que en la Plaza México, lo
que sucedió la tarde de homenaje a Luis Briones y en cuyo cartel aparecían
entre otros ‘El Calesero’, ‘El Ranchero’ Aguilar, Manolo Martínez, Eloy Cavazos
y el otrora senador, gobernador, mandamás
del IMSS Genaro Borrego, a quién tocó en
suerte un burel de Valparaíso al que el torero zacatecano le
instrumento una faena más sentida que la tradicional marcha de su terruño, lo
cual logró en comunión con la bravura del cornúpeta y que valió que el juez que lo era el Dr. Joel Marín se decantara por el indulto, así que vámonos al ‘Cortijo
San Luis’ donde el agasajado compartiría
lidia con Manolo Sánchez, uno de los
toreros más finos de la tauromaquia universal,
apareció el siempre brillante Alfredo Gómez ‘El Brillante’, y el sorprendente Christian Aparicio, quién toreo como posando pa’ la escultura, lo bravo
provino de la ganadería de San Francisco de Asís, cuyo propietario Don Mario
Hernández, tiene más que claro lo que es criar con bravura, raza, trapío y por ello
hay que decirlo, pa’ hacerles
fiestas a los de este hierro, hay que ser ¡Torero! como lo demostró Borrego
Estrada, del que solo decir que en su rubro ‘sigue siendo el rey’, los tequilas
aparecieron, los mixiotes le pusieron sabor a la mesa y la tertulia se encendió
en la que algo quedó muy claro y fue el hecho de que nunca podremos comparar ni
el toro, ni las formas de España, con las de aquí por que simplemente son dos fiesta
diferentes, pero si se asentó el que ya es tiempo de pararles el alto a las ventajas, a las que
están obligando los toreros, los apoderados y los veedores ultramarinos, pues por haberles permitido estas
comodidades, es que las puertas de los sustos hoy son de risa y los palcos de
los jueces con excepciones son estanquillos
del ‘manirroteo’ desde donde a los ‘rubios
barbados’ se les regalan las orejas como
si fueran de Mickey Mouse y a propósito de fantasías platicaba ‘El Brillante’ que en una ocasión, José Miguel Arroyo, con motivo de su viaje a nuestro
país declaró; ‘Hacer temporada en México es como ir a Disneylandia’ cuando
David Silveti con quién alternaría
‘Joselito’ se entero de esas declaraciones, pidió que le cambiaran la corridita ‘comodita’ con
la que iba alternar con el ibérico por una de impresionantes ‘arboladas’ y
entonces el ‘honrado’ empresario contestó; que eso no le iba a gustar al
español a lo que replico ‘El Rey David’; - ‘Aquí la figura soy yo y se torea lo
que yo quiero’-, entonces usted se
preguntara ¿en que momento se descarrilo
el tren de la seriedad? para dar paso
al toro chico y al billete grande, la respuesta
viene en dualidad y es que ¡siempre! que aparecen figuras saltan los ‘becerros de oro’ y la otra es que
aunque ya no esté en vida Manolo Martínez, se dijo su afán de afanarse por el
torete sigue vigente, cuando lo que deberían de hacer los equivocados es imitarle su bien torear, su
orgullo, su soberbia, su personalidad, y va otra pa’ el análisis ¿El por que
hay que plegarse como en España, a que los toreros tienen que depender de los números de
apéndices que mochen pa’ salir por ‘La Puerta Grande’? y peor aún que la
numeraria sea la vara de medición de las ‘porras’ pa’ premiar, otra de
importación ¿por qué ahora a los toreros, ya no es el público quien
saca en hombros a los triunfadores? sino como en España, gente agrupada
que cobra por la función de ‘costaleros’, una más ¿por que hoy se anuncian en
los carteles toretes y toreadores
basados más en su disposición
para el negocio llamado Fiesta Brava, que Toros y Toreros, que realmente
interesen al publico?, ¿entonces en que quedamos? o ¿somos una fiesta diferente y autónoma?, o ¿somos
la fiesta versión light de España? pues como dijo aquel ‘asegún’ como nos vaya conviniendo’,
¿a nosotros? o ¿a los del otro lado del mar?, la respuesta lamentablemente es a
los dos, porque aquí cada vez con más frecuencia la fiesta con y sin
extranjeros se arma o más bien se desmadra a favor de llenar la talega de
billetes de los mercenarios, sin que importe que la fiesta de toros antes que
nada es una expresión viva de la cultura, las artes y las tradiciones.
Y
por ello el invertir los sagrados principios del ritual bravío en aras del
lucro moral y económico que es una parte de la jugarreta que viene de la mano
al contratar a los delincuentes del toreo, porque quien engaña profesionalmente
es eso precisamente ‘un delincuente de seda y oro’, que dicho sea, son
redituables para los maquiladores de la fiesta o sea los empresarios, porque
dadas sus ‘exigencias de figuras del toreo ibérico’, a los ganaderos se les
compran y pagan becerrotés y eso es
tanto como mancillar la propia historia nacional, pues no olvidemos que la
Fiesta Brava es la más antigua de esto que orgullosamente llamamos patria y
deformarla, debilitarla, camuflajearla, denigrarla, sobajarla y aún usarla para
intereses malévolos en la Basílica de San Pedro seria un pecado que podría llegar
hasta la excomunión y aquí en el léxico común es una chingadera.
Ante
esto; toreros, ganaderos, empresarios, jueces, autoridades y
hasta prensa ¿no creen que ya es tiempo de volver al redil de la seriedad y la
cordura? piénsenlo porque si esto sigue desbocado, no estamos muy lejos de que
el público termine de alejarse de los tendidos, ¿Qué esto es una Bardolandia?
entonces pregúntense ¿cual ha sido el registro de asistencia de las últimas
temporadas? Así que si no se vuelve a la
‘Fiesta de TOROS’ la gente va a volver los domingos a los teatros de revistas, a las kermeses, a los
paseos por la alameda, al circo de carpa, al hipódromo y en el mejor de los casos a las tardeadas toreras
por televisión y lo que hoy nos queda, aunque sea raquíticamente como fiesta,
se va a volver recuerdos y solo eso, recuerdos.
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