Bardo de la Taurina
La Fiesta la hacemos todos
La casa de los
toreros que es la única que realmente y a mucho orgullo pertenece en todos
sentidos a la torería nacional y con representación internacional que es la Asociación
Nacional de Matadores la que liderea el solvente Francisco Doddoli al alimón con
Sello Bardiano retomaron bajo el aura del interés, la cultura y la convivencia
las Tertulias Taurinas que en este ciclo han sido rubricadas como ‘La Fiesta la
Hacemos todos’ esto en una clara alusión a que en nuestra alegoría van de la
mano, el toro, los toreros, los aficionados, las empresas y autoridades pues
sin el equilibrio estaríamos acelerando la debacle que en muchos aspectos
permea porque los imperialistas viven en el error de no darse cuenta o que les
valga madre saber que nunca en el mundo, las dictaduras han sido saludables y
menos en una eucaristía de arte.
Así que bajo ese
principio fue convocada la afición libre y soberana e incluso los que viven
bajo el rigor de la bota que castra la libertad de gustos o que por miedo o auto
sometimiento, no ejercen su libre albedrío, el caso es que el viernes de
apenitas, el conclave del taurinísimo y la cultura reinauguraron la embellecida
sede la cual por cierto ahora si luce de acuerdo a su giro que es el taurino,
donde los testimoniales de sus personajes de seda y oro penden de los muros que
respiran torería y al resguardo es que se reunieron las futuras figuras de la torería
encabezadas por Juan Pablo Llaguno y Antonio Mendoza, a
quienes en el arte acompaño el supremo señor de la pintura taurómaca el maestro
Francisco Álvarez.
Decir de ellos más
que lo que Juan Pablo Llaguno expreso con aquello de ‘Que mientras la pasión exista,
la fiesta vivirá’ y que tal aquello salido de la ‘garganta sequita, muy sequita
la garganta…’ de Antonio Mendoza ‘Yo soy torero que nació pensando en ser
figura’ expresiones que con sitio, mando, valor e inteligencia, nos subrayan
que lo que estos toreros expresan con palabras son capaces de sostenerlos en
los alberos como ha sucedido, de ahí que los aplausos que se arrimaron pa’ sus
molinos sean más que justificados y la afición les agradece que en la máxima tribuna
del compartimiento extra ruedos hallan puesto muy en alto el listón.
En cuanto al arte
resaltar que la obra del profeta Francisco Álvarez, bautizado así por el hecho
de que este personaje en donde quiera que presenta su obra triunfa como lo hizo
el viernes del diluvio donde entre un manantial de arte tres obras le bastaron
para reafirmar su grandeza, la primera el ‘Joselito Adame’ oleo monumental que
plasma al torero de moda e imprescindible en cualquier plaza que se ostente
como taurina, luego el conclave quedo maravillado con esa joya bautizada como ‘Las
tres pasiones’ que plasmadas en lienzo de arte representan al toreo, a la
gachi, y al vino, y que decir de la escultura alambrada bajo el tejido fantasioso
que de la genialidad del artista Francisco Álvarez se convierte en ‘Montera de
Arte’.
Como de Arte también lo fue la muestra Gourmet que nos brindo el forcado y chef Aldo Castellanos y su cuadrilla gastronómica, la cual sorprendió con el sabor de sus recetas originales de:
Ante tanta muestra
de torería y cultura solo decir que suenen las palmas en honor del conjugar el
himno de nuestra causa ‘La Fiesta la hacemos todos’
En el elenco de la Plaza México, ‘El desencanto
del encanto’
En casa de Doña
Graciela Olmos ‘La Bandida’ que fuera la emperatriz de las madrotas de México,
donde sus pupilas carecían todas ellas de pudor, pero no de elegancia y
atractivo existían un par de tipos uno mentado ‘El Palito’ y otro conocido como
‘Ámbar’ ambos tenían una misión, estar al pendiente que todos y todas quienes
de alguna manera intervenían en el espectáculo del sagrado recinto fueran
dignas, merecedores (as) de estar en el elenco y que todo combinara a la perfección,
que todo estuviera perfectamente montado, todo en armonía buscando lo excelso
para el público, que pagaba por el deleite y el gozo y es que la señora ‘Bandida’
como empresaria era de bandera y sabía que al público siempre había que ofrecerle
lo mejor de lo mejor, aunque para eso hubiera
que privilegiar todos los gustos por sobre todas las circunstancias y referente
a como se cuidaba la pulcritud en el negocio transcribo al dedillo fragmentos
de lo expresado por el trovador Pepe Jara (revista Arcana, febrero 2002) quien
trabajo en la casa citada en la calle de Durango frente a lo que fue El Toreo
de La Condesa; ‘¿Cómo era la casa de La Bandida? Bueno, había en la entrada de
la Bandida un cabrón a quien le decían ‘el Palito’, que nos revisaba a todos
los cancioneros: si venían boleados nuestros zapatos, si veníamos planchados,
si olíamos de las axilas, si teníamos barba o manos sudadas, ‘Ámbar’ era el jefe,
era el que revisaba a las muchachas de pe a pa, si traían la ropa interior
bonita’…
En fin algo queda
claro que en esa casa donde se vestía de luces Luis Castro ‘El Soldado’, donde
Manolete le obsequio a La Bandida la más fina de las guitarras que España
pariera, dado que Doña Graciela era también una compositora consumada ‘La Enramada’,
‘El Siete leguas’, ‘Soldado valiente’, todo combinaba, todo era atractivo, todo
era buscando privilegiar al respetable, con el más atractivo de los elencos artísticos
en toda la extensión de la palabra, lo que hoy a leguas se ve que por acá no sucedió
a la hora de combinar los nombres pa’ lograr un atractivo monumental y es que eso
de ‘Mover el abanico’, requiere de un poquito de gracia y otra cosita’ , ‘lo
siento mi amor, ¡no puedo ocultarlo!, ¡no puedo callarlo!, ¡no puedo!…’
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