SOBRIEDAD DE PASTOR * LA ANDADERA Y EL FERRARI
La Sobriedad de José María Pastor
En Cinco Villas no
todos dieron frutos, y esto se debe a la canasta con la que los empresarios
salen de compras. Y esto está dando como resultado, que el
decantamiento cada día exija más para que los novilleros triunfen de acuerdo a
los estándares de lo que es la excelsitud, que precisamente por ser excelsa, no
todo mundo la entiende y muchísimo menos la comprenden ¿y cómo se va comprender?,
si hay quienes pueden pensar que en el albero de lo hermoso, triunfaron los
toreadores a los que les dieron retazos de aurícula, cuando la realidad fue
otra. El triunfo de Cinco Villas este cerrojazo del mes pasado, fue de la
propia empresa que lidió dignidad de ‘El Vergel’, ganadería que salvo uno, de escasos
‘bigotes’, que en cambio traía una capa de mink. Los otros eran unos 'pavos'
presumidores de guadañas, ¡cómo debe de ser!, lo cual sirvió para que bramarán
en demanda de un torero para toros, el cual ahí estuvo, se llama: José María
Pastor, tiene los ojos aceitunados como su tío ‘El gitano de la verde luna’,
Julio Victoria el que una noche de luna como García Lorca cayó fulminado
mirando a la esfera lunera y su tarjeta de presentación dice; Sobriedad, Carácter, Calidad, Valor,
Entereza, Voluntad, Torería. Y en otro orden
entender que cuando en un albero se carece de un juez de plaza profesional,
pues el criterio de valoración brinca como saltimbanqui, ante eso novilleros,
premiados y no, con la excepción del hijo del matador César Pastor que dicho
sea, fue un César del toreo, creer que estuvieron dignos porque los toros no
les colaboraron me lleva a preguntarles; -Y el hambre de triunfo ¿dónde se la
guardaron?, ¿la dejaron para el Mc Donald’s? Seguramente porque en el ruedo no
lo demostraron, cuando menos con
contundencia, salvo algunas bravuconaditas y es porque sí no lo saben, cuando
un toro en una plaza de lujo no les camina, sobretodo en el primer o segundo
escalón de sus incipientes carreras, hay que montárseles, entregarles los
muslos, canjearles las tripas por las orejas, ¿nadie se los ha dicho? con
razón, y conste que no quiero pensar que les falten redaños, ¡no! lo que les
falta es saber que esto es de grandeza, de tamaños, de virtudes y sépanlo
chavales, no los estoy criticando, sólo los estoy informando.
La Andadera y el Ferrari
Se llama Cristóbal
Arenas, ‘El Maletilla'. Hay quienes desde su aparición y más hoy a sus escasos
añitos que todavía no le dan para alcanzar su primera década ya lo califican
como un fenómeno. El Bardo con el ánimo igual de encendido que los miles que
hemos quedado admirados ante sus proezas y promesas, sólo lo califica como el
torero más grande de los pequeños. Así de contundente y si decir que tratar de
compararlo con los de luces, es ocioso y hasta irreal, esto por una razón ventajosísima,
que es la simpatía y hasta ternura que el chaval por su edad y lo ‘petite’ es que logra que jueguen a su favor, las cosas
como son, ya en lo demás que es valor, enjundia, técnica precoz y arte,
ahí sí se come con churromais y polvito
de chamoy a todos los de alternativa y a los que no la
tienen, imaginémosle si tuviera la experiencia de cuando menos diez años, que de ahí pa' arriba le saca cualquiera,
predecirle el futuro a 'El Maletilla' sería más que aventurado, porque el paso
de la andadera para subirse al carrito de baleros y de ahí a la
bicicleta, va a estar riesgoso y con la muy alta posibilidad de que la nulidad
de ser niño y adolescente normal terminen por aburrir a Cristóbal Arenas, en el
improbable caso de que esto no suceda, de que supere los golpazos y que además
en el trance no se convierta en un maestrito de hielo, ¡entonces sí! estaremos
ante un torero que se sube al Ferrari.
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