Arte Majeur
Adelantémonos a la puesta callejera que La Plaza México montará inspirada en las "Pamplonadas" que Ernest Hemingway el 'Premio Nobel y Pulitzer' puso a girar por el mundo a través de libros y revistas de la talla de 'Death in the afternoon' o LIFE.
Y sobre Hemingway diremos que
no escapó a sus propios temores y aún más, se atrevió a confesarlos.
¡Seamos sus confesores! de la semilla y conozcamos la adaptación taurina que emanó en referencial de la faena del hombre genio, que muy probable haya sido y sigue siendo (sin considerar la tecnología de hoy) el ser que mayor promoción y contundencia le ha dado a la Fiesta de Toros.
Y cuya más reciente temeridad que ha sido heredada se vivirá en versión adaptada en la CDMX, a la vera de la Plaza México el próximo 2 de julio del 2022.
A los aguafiestas, chimoleros, hipócritas,
mercenarios y robalitos de media agua, que se esconden tras los chats y los seudónimos
descalibrados, los queremos ver sin sus máscaras corriendo el encierro con la
misma velocidad que despotrican contra la Fiesta Brava, de la que nada más son
joderores amateurs y exhibicionistas de pacotilla, eso sí algunos colados
en los llamados streaming y medios de turrón de rosa, donde la baba es
coba y la lengua es lame suelas.
Ya es tiempo de volver a La Plaza México 'a lo macho' en donde cuando un toro aparezca sin cumplir reglamentariamente ahí mismo lo debatamos ante el juez, y si esto es reiterativo, cuello a los dos, lo mismo cuando un torero ande entre azul y buenas noches démosle puerta pa' siempre, porque este espectáculo no es gratis y nadie en el ruedo tiene derecho a darnos 'gato por liebre'.
La empresa está más ocurrente y
original que nunca, correspondámosle cuando menos enterándonos que estamos
viviendo una Fiesta de Toros, Toreros y Tendidos diferentes y actual, lo demás
es obsesión por lo que el viento se llevó, aparte de que muchos ni lo sintieron
y nunca volverá, y que bueno que así es, porque el tiempo por su propia
naturaleza es mutante y con el todo varia incluso las tradiciones mismas, que
dejan de ser rutina para volver a nacer, en vez de seguir titiritando entre la
incertidumbre.
Y nosotros con pañuelos negros, como
plañideras, sin darnos cuenta que esto se trata de resucitar un cadáver, pa’
evitar quedarnos helados, sin toros y sin tener a quien criticar.
‘Sin Temor a los Temores’
en tenor torero
Bardo de la Taurina
ERNEST HEMINGWAY
Premio Nobel & Putlitzer
Ernest Hemingway
Ernest Miller Hemingway ve
la luz terrenal por primera vez en el año 1899, en Oak Park, Illinois, dando
inicio con ello al paseíllo en el albero de vida de una de las primerísimas
figuras de todos los tiempos, en todos los órdenes, pues Ernest Hemingway como
se dice en el argot taurino, la bordó en lo que se propuso lidiar desde sus primeros
capotazos. En la lid estudiantil destacó exitosamente en letras y todo aquello
que tenía que ver con la cultura y su difusión, por lo que desde la
preparatoria estuviese dirigiendo su primer periódico.
No se puede dejar de
soslayar el espíritu de reto que desde adolescente ya demostraba con inaudita
pasión, como lo demuestra el hecho de que al mismo tiempo se entregara a la
practicaba de deportes y actividades que requerían de gran esfuerzo físico como
el box, el polo acuático, la natación, el fútbol y el rugby, destacándose en
todas ellas, pero sobretodo en el desarrollo de su espíritu indomable.
Pronto las actividades
escolares le quedaron estrechas y solicitó su alta en el ejército como
combatiente en la Primera Guerra Mundial, el cual le fue negado por la limitada
visión de su ojo izquierdo, lo que no fue impedimento para que lograra su
cometido enrolándose en las filas de los voluntarios de la Cruz Roja, a la cual
sirvió hasta llegar a las hazañas de obras heroicas que le fueron valoradas y reconocidas con las ‘Medaglia D Argento al Valore
Militare’ y con la ‘Cruz de Guerra’, preseas otorgadas por la patria itálica.
A partir de que Ernest por
primera vez saltó las fronteras del Tío Sam, su vida se convirtió en una
brújula de desenfrenados giros que lo situaban lo mismo en un continente que en
otro, por eso es difícil seguirle la huella con precisión y orden en el
calendario, más para no morir en el intento, pesquémoslo en aquellas tierras y
aguas que lo atraparon y fue Cuba literalmente quien lo pesco en ese paraíso
donde encontró un maravilloso desfogue a su espíritu de aventurero, pescando
peces voladores, esos de majestuosas velas con los cuales enloquecía al
uniso de cómo lo hacía con la vida bullangera de la isla, donde dejo veinte
años de su existencia, esa que regaló para que de forma importante cobraran
fama nichos como; ‘La Bodeguita del
medio’ en donde Hemingway se empinaba diariamente un rosario de los famosos
‘Mojitos’, y otro tanto pero de ‘Daiquiris’ se empujaba en el legendario ‘Floridita’, donde la fama
de este personaje fue tal que para no extrañarlo y a la vez honrar su memoria,
los parroquianos mandaron construir una estatua de tamaño natural del escritor
en la postura que adoptaba cuando se recargaba sobre la barra del bar y ahí
mismo la colocaron.
Y ya metidos en el arrullo
de las olas caribeñas, como no recordar que en el año de 1947 se escenificó en
el ‘Parque de pelota’, una corrida de toros en la que actuaron Fermín Espinosa
‘Armillita’ y Silverio Pérez, quien fue bautizado precisamente en Cuba como ‘El
Tormento de las mujeres’, así que Hemingway hasta se dio el lujo de ver toros
en la isla de sus amores.
Habiéndome referido a los
del reino animal, como no hacerlo aunque sea de baranda, al safari que vivió en
las lejanas tierras del África, y que tanto significaron en su vida y en su no
morir, pues hay que decir que aparte de los peligros que significa tener frente
a frente y en cortito, la bravura y el trapío majestuoso de elefantes,
hipopótamos y rinocerontes, sin faltar el rey de la selva, lo que ya en sí fue
toda una aventura, más si le sumamos el hecho de que la aeronave en la que
viajaba Hemingway se precipitó a tierra, y nuestro personaje logro sobrevivir,
¿qué duda cabe que estamos ante un ser, fuera de serie?
Vayamos a esa tierra en que
el aventurero, desde que la descubrió, se la tatuó más que en su piel en su
alma, al grado de vivirla y sufrirla como solo lo pudo hacer quien vivió la
Guerra Civil Española, pasaje histórico del que dejó testimonio en su obra ‘Por
quién doblan las campanas’.
Ha llegado el momento en
que el túnel del tiempo nos permita remontarnos al año de 1923, en que
Hemingway se siente atraído por conocer España y entre otras razones la Fiesta
Brava, que lo prendió como ningún otro ritual lo había hecho, lo cual sucede
aquella tarde en que por vez primera asiste a un albero, a presenciar y
extasiarse con una corrida de toros en la Plaza de Madrid. A partir de aquel
hecho, la fiesta y el escritor son uno sólo, como deja constancia Hemingway en
su libro ‘In Our Time’, que es la primera obra en la que hace alusión a la vida
torera.
El fuego de la pasión por
la fiesta enciende de tal manera el alma literaria de Ernest, el taurino, que
en el año de 1932, se vuelca sobre su entender taurómaco y da luz a su novela
‘Muerte en la tarde’, la cual lo catapulta como un ser integral de la propia
fiesta, y más aún de las tradiciones de España, y en particular de las
festividades de Pamplona: Los ‘Sanfermines’,
que gracias a él, cobran fama mundial.
Hemingway no para en su
desbordada pasión por todo aquello que tiene que ver con la fiesta de toros,
incluyendo desde luego su admiración por los toreros, y su amistad con ellos llega
a tal grado que; producto de la relación afectiva que siente por el matador
Nicanor Villalta, bautiza a uno de sus hijos con el nombre del torero ¡Olé!
Pamplona le erige un monumento en su honor, Antonio Ordoñez y Luis Miguel
Dominguín se hermanan con él, y la revista más popular del mundo en ese
momento, LIFE, le dedica su portada y le solicita que escriba un especial en
tres números, al que titula ‘Verano Sangriento’, y que luego sería medular en
el volumen ‘Fiesta’.
En lo periodístico, alcanza
el máximo reconocimiento a nivel mundial, que es el Premio Pulitzer, el cual le
es entregado en 1953. El Premio Nobel de literatura se le otorga en el año de
1954, influenciada la distinción por su obra cumbre ‘El viejo y el mar’.
Sin embargo, la vida le va
cobrando facturas en lo físico y en lo mental, al grado de que se le solicita
una dedicatoria de un libro suyo para el presidente John F. Kennedy, y su lucidez
ya no le da para ello…
Dueño siempre de su vida,
el 2 de julio de 1961, en Ketchum, Idaho, toma su escopeta de dos cañones y le
pone fin a su propia vida.
Ernest Hemingway
Un hombre irrepetible.
Temores
Sin duda, un hombre de la
estatura gigantesca en lo cultural, en lo taurino y en lo literario de Ernest
Hemingway, también debió de haberlo sido
en lo humanístico, pues solo así se puede entender el que impulsado por su
espíritu aventurero, le haya brotado ¿O tal vez desde siempre? ese don que es
la conciencia.
Esa conciencia, sin duda,
fue la que llevo a Hemingway a saber siempre ante quién y ante qué estaba
parado y afrontar, con enjundia, con pasión, con valor y con coraje, todos y cada uno de los retos que en si
significaban una nueva aventura, más es aquí donde uno se pregunta y
como lograba casi siempre, ¿conseguir el éxito?, pues lo lograba porque antes de ello ya se había percatado de
los temores, siempre naturales en cualquier medida, que significaba el reto, y
a base de vencerlos con inteligencia y férrea voluntad se concientizaba de que
lo que vendría, siempre sería menos complicado, porque en la vida, nos enseña
Hemingway, que a lo que realmente hay que temerle, es a no a atreverse a vencer
nuestros temores.
Hemingway va más allá, y
obsequia algunas confesiones sobre como venció los temores, y por ello estas
letras son un homenaje a un hombre que no tuvo temor ni envidia de compartir su
sabiduría.
Reflexiones
La espiral de nuestras
vidas va del silencio al estallido, del negro al blanco, de la ignorancia a la
cultura, de la esclavitud a la libertad, pero siempre se detiene o más
propiamente, nos tiene anclados en un limbo que llega a convertirse en
infierno, que es el albero de los temores, los reales y los irreales, los
insuperables y los superables, los nuestros y los que sin serlos los hacemos nuestros,
pero siempre están ahí asechando, y paradójicamente temerosos de que algún día
despertemos plenos de confianza, de combatividad y no sólo los enfrentemos sino
que los venzamos.
Pero en ello, aunque usted
no lo crea, se nos puede ir la vida misma, y es que el tiempo es uno de los
aliados en el que cabalgan los temores, esos que llegan a tener rostro en
ocasiones y en otras solo se dejan sentir, más la realidad es que nunca
terminaremos de vencerlos, porque suelen renovarse casi a cada instante de nuestras
vidas, y ahí están siempre desde en los actos más naturales como lo puede ser
el cruzar una calle, hasta los casi heroicos de enfundarse en un terno de luces
y enfrentar a un demonio de media tonelada.
Lo interesante de todo esto
es que en los millones de palabras que Hemingway escribió, muchas nos enseñan
que en la vida debemos de aprender de los demás, y lo primero que hay que
aprender, es el temor de un síntoma que se puede volver letal, si nos agarra
desprevenido; así que reflexionemos y actuemos en el nombre de la conciencia.
Temor I
‘Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí
mismo.’
Ernest Hemingway
Solo
Hoy el
temor ya no es alternante, porque he aprendido a
querer
al que traigo tatuado en mi piel de seda y oro, sin olvidarme de mis días en
que corría la legua a golpe de calcetín, untado de mezclilla, camisilla zurcida
, faja colorada, paliacate en el cogote y cachucha raída como el alma misma,
por la desesperanza y el desaliento del que lucha y no ve la suya hasta que
hace propia la arena bravía y torera, esa en la que si se triunfa y se
asegunda, se va por otra y otra tarde…
y da pa’ distanciarse del ayer del temor, y si no pa’ seguir cavando un
presente sin futuro.
Temor II
‘Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente
fracaso cuando lo intento’
Ernest Hemingway
Intento
El
temor es la antesala del miedo, que en el toreo es cornada abierta y herida que
no cierra, y gangrena el alma y el espíritu de aquellos que están castrados de
valor, de enjundia, de decisión, que son los avíos de los usurpadores que se
atreven a vestir de luces, los que viven en el limbo que, en sí, es el fracaso
de los que no intentan ni morir en el intento, ni mucho menos vivir en el
contento.
Más
existe un miedo mayor a no intentar, y ese miedo es el fracaso de no darse
valor pa’ asumir que más vale la honestidad, que la falsedad.
Temor III
‘Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di
cuenta que de todos modos opinan.’
Ernest Hemingway
Opiniones
Es la
sociedad, los prejuicios, la incomprensión, los tiempos, los intereses, los
políticos, la falsa moral, el exhibicionismo, los extremistas, los ignorantes,
los enemigos de las artes, incluso quienes están poseídos por la envidia, son
los que atacan a mi fiesta, la Fiesta de Toros, ¿Por qué?, porqué nací pa’
vivir como rey, porque los seres humanos en edad madura no pueden luchar por
conservar su vida, ¿y yo sí?, porqué vengo de una estirpe donde el trapío ¿es
galanura?, porqué poseo los dones de la
bravura, la casta, la nobleza, no lo sé, solo sé que las opiniones contrarias,
hieren , lastiman, perjudican pero nunca acabaran con mi raza, porque yo he
nacido para morir en la plaza, en la más digna de las muertes, la de la Suerte
Suprema.
Temor IV
‘Temía me rechazaran, hasta que entendí que
debía tener fe en mí mismo.’
Ernest Hemingway
Fe
El
hombre nace como el sol y la sombra del tendido, como el
día y la noche, diferentes, pero todos por igual con temores y
miedos que deben de ir desapareciendo,
al alimón que el cuerpo y el espíritu crecen, de ahí que el
hombre que no desarrolla las virtudes de fortalecerse y valorarse a sí mismo, jamás alcanzara los
medios, que es donde torean los que están plenos de valor y confianza, ésa de la que solo se
podrá gozar si uno cree firme y convincente en
su propia fe, porque si yo mismo no creo en mí, siempre estaré a la esperanza de que los demás lo hagan por mí y eso es temor,
cuando lo que se necesita en esta vida es; temeridad.
Temor V
‘Temía al dolor hasta que aprendí que éste es
necesario para crecer.’
Ernest Hemingway
Crecer
Solo
existe una divisa que permite crecer pleno, y sin la cual solo se estará
existiendo o transitando, pues quien no ha toreado el dolor siempre vivirá bajo
la amenaza de la fragilidad, por ello no debemos temerle ni rehuirle por más
que cale, solo hay que estar preparados para lidiarlo, siempre bajo el
principio y la firme creencia que todo lo que duele fortalece, así que siempre
alertas y listos pa’ salirle al toro del dolor, que si bien no es un turrón, sí
es un trago amargo, que hay que
pasaportarlo, una y otra vez, porque el crecer es una faena que nunca debe
decrecer, por ello a plantarle cara a la vida aunque nos venga adolorida, pues
siempre será la maestra de la vida misma.
Temor VI
‘Temía a la verdad, hasta que descubrí la
fealdad de las mentiras’
Ernest Hemingway
Verdad
El
agua, el viento y las verdades son elementos, que si no son claros, trasparentes
y nítidos enturbian la vida de la naturaleza y de los seres que la habitan, en
cualquiera de sus especies, más sin embargo, el hombre las va capoteando con
frecuencia, por la razón de que tal vez no conoce el beneficio de la
cristalinidad, pero ello, a final de cuentas, es un plus en la vida de los
seres humanos, mas, ¿nos hemos puesto a pensar lo que significa vivir entre
nubarrones, engaños y mentiras? eso sí que es un daño a nuestra moral, integridad,
honestidad y ética ¿por qué no nos
armamos de valor y tomamos al toro por los cuernos? afrontando cualquier verdad
por dolorosa que pueda ser y no seguir escondidos dentro del disfraz de la
deshonestidad, que a fin de cuentas es la cobardía del que le teme a la verdad.
Temor VII
‘Temía al a muerte, hasta
que aprendí que no es el final sino más bien el comienzo’
Ernest Hemingway
Vida y Muerte
Si la
vida es un acto al que se llega así sin más, ¿entonces por qué temerle con
tintes hasta pavorosos al fin de ella, si fue un regalo, que traía un destino
llamado muerte? ¿Vale la pena temerle a algo tan natural como la muerte? ¡Claro
que no!, ¿entonces porque no meterle filosofía a la vida de cara a la muerte? y pensar al libre albedrío, en cómo no cargar
una loza temerosa, y si en cambio pensar en cómo ir ligero por la vida para así
llegar ídem a la muerte, y aunque nada está comprobado, un gran pensador como
lo fue Hemingway, pensaba que la muerte no es el final sino el comienzo ¿ de
qué?, eso depende de sus creencias, yo lo que pienso es que siempre los
comienzos son esperanzadores, así que fuera temores, que ya lo expresó el gran
trianero Juan Belmonte ‘¿Quién dijo miedo?, si pa’ morir nacimos’.
Temor VIII
‘Temía al odio, hasta que me di cuenta que no
era otra cosa más que ignorancia’.
Ernest Hemingway
Ignorancia
Todos los instintos, todos los pecados, todas las desviaciones que emanan
del odio denotan proclividad a los retorcimientos del alma, a todo lo insano que significa vivir o más
bien morir, por los agobios vánales que desfoga
la maldad, la perversidad, esa que daña al prójimo y que termina
devastando a quien la genera, pero eso, eso
es problema del enemigo, al que
como antídoto hay que detectarlo primeramente en sus alcances que, si
son físicos o materiales nos obligaran a andar en la alerta y si solo son
verbales, démosles el trincherazo, y
cual maestro torero estemos prestos a pegar el mejor de los ‘desdenes’, que es
propio de quienes saben que el odio es puya, pero el ignorarlo es toledana.
Temor IX
‘Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme
de mi mismo.’
Ernest Hemingway
Reír
Que adusto y hasta patético debe resultar vivir, o más bien no vivir, por
estar aprisionados en el temor que significa el tomarnos demasiado en serio,
pensando que todo aquello que no está almidonado, acartonado, tieso, arrugado
es ridículo, cuando lo ridículo y a lo que le debemos de temer es; a no
aprender que si nos reímos de nosotros
mismos, lo que pueda venir de la demás gente, nos estará provocando risa, pero
sobretodo el aprender a reírnos nos permitirá vernos agraciados con la
enseñanza gratuita, que bien aprendida
nos otorgará el título más redituable, que es el de no preocuparnos por lo que
no vale la pena, así que vámonos riendo ahora que estamos a tiempo y recordemos
que más vale el instante de una carcajada, que una vida de amargura.
Temor X
‘Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que
ganaba sabiduría día a día.’
Ernest Hemingway
Sabiduría
A fuerza de ser sincero, eso de querer maridar la vejez con la sabiduría
francamente viene siendo un camelo que además no tiene razón de ser, pues por
principio de cuentas si así fuese la vida sería una fábrica de ‘sabios’, y
entonces en lugar de que circularan premios de jubilación, deberían de circular
Premios Nobel, pues todos serían
‘sabios’, esto tiene un razonamiento y
lo es meritorio en ambos casos y por separado, ahora que si aparte de
ser viejo se cultivó por años la capacidad hasta desbordar la normalidad,
entonces sí se puede calificar a un hombre viejo como sabio, mientras tanto,
ojalá los viejos se preocupen por ser dignos, y los que todavía no lo son, por prepararse a serlo, comenzando por no tener miedo a asumirse como tales.
Temor XI
‘Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y
ya no puede herirme más.’
Ernest Hemingway
Pasado
Si en el pasado de todo ser humano siempre ha habido una canasta de
logros y felicidad, como también un costal de errores y desdichas, y se tiene
en el presente la oportunidad de elegir de ir más ligero. ¿Por qué temerle a
los recuerdos del pasado cuando bien se pueden dejar enterrados allá, en el
pasado?, en lugar de ir cargando esa pesada carga, que con los años llega a
convertirse no nada más en una loza sino en un freno al propio crecimiento, y
más aún ¿nos hemos puesto a pensar, si nosotros mismos somos responsables de
ese pasado, o lo fue el destino o las circunstancias? lo cierto es que como
haya sido, es pasado, pero también es olvido que llama, o que cuando menos
requiere de pasarle la podadora a lo que hay que podar.
Temor XII
‘Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza
de la luz de una estrella.’
Ernest Hemingway
Luz
Las tinieblas, el inframundo, la oscuridad existe, porque existen seres
que nacieron para sucumbir poco a poco en lo oscuro, y esos especímenes son
aquellos que anuqué temerosos y seguramente incomodos, no se atreven a levantar
la cabeza y mirar hacia arriba, que es
donde el cielo se pinta de colores y se adorna de luminosidad hasta alcanzar la
refulgencia, que solo las estrellas brindan en caudalosa lluvia; que no tiene
más límites para acceder a ella que la convicción de que la luz siempre estará
al final de los senderos oscuros, por ello lo importante es siempre mirar
adelante, cual Puerta de Cuadrillas, donde después de la oscuridad espera la
luz luminosa de la pandereta torera.
Temor XIII
‘Temía al cambio, hasta que vi que aún la
mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.’
Ernest Hemingway
Volar
Pasan los días con sus noches a cuestas y el
hombre sigue deambulando, sigue atemorizado entre la duda de seguir vegetando o
navegando a media agua, sin atreverse a
tomar impulso rumbo a los vientos del cambio, ese que todos necesitamos alguna vez, pues la vida
por su propia naturaleza es mutante y con ella todo varia, más lo importante es
nunca jamás tenerle miedo a ello, y menos dejar de provocar el cambio, pues en
él va implícita incluso la
sobrevivencia, no nada más en el aspecto físico, que no se detiene sino en lo
moral, en lo espiritual, que a final de cuentas es lo que permite a los seres
abrir las alas y volar, volar, volar.
14 - Reflexión
Final
‘Hagamos que
nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no
olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.’
Ernest Hemingway
Lección
Por siempre, serán los genios de los que hay que aprender la maestría de
la vida, esos personajes que rompen moldes y marcan diferencia, como lo fue y
lo es; Ernest Hemingway, un hombre que a través de sus letras, que en sí son
latidos de su corazón, le aprendí que todos los días se vive, pero siempre será
mejor, vivir sin temores.
Bardo de la Taurina
Certificado Público del Derecho de Autor
03-2014-042813083500-01
A favor del Bardo de la Taurina (Seudónimo)
México, D.F. a 28 de abril 2014.
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