lunes, 4 de abril de 2022

‘La Pamplonada’ un 'Gringo' la puso en el mundo

 

                             Arte Majeur

Adelantémonos a la puesta  callejera que La Plaza México montará inspirada en las "Pamplonadas" que Ernest Hemingway el  'Premio Nobel y Pulitzer' puso a girar por el mundo a través de libros y revistas de la talla de 'Death in the afternoon' o LIFE. 

Y sobre Hemingway  diremos que no escapó a sus propios temores y aún más, se atrevió a confesarlos.

 

¡Seamos sus confesores! de la semilla y conozcamos la adaptación taurina que emanó  en referencial de la faena del hombre  genio, que muy probable haya sido y sigue siendo (sin considerar la tecnología de hoy) el ser  que mayor promoción y contundencia le ha dado a la Fiesta de Toros.

Y cuya más reciente temeridad que ha sido heredada se vivirá en versión adaptada en la CDMX, a la vera de la Plaza México el próximo 2 de julio del 2022.

A los aguafiestas, chimoleros, hipócritas, mercenarios y robalitos de media agua, que se esconden tras los chats y los seudónimos descalibrados, los queremos ver sin sus máscaras corriendo el encierro con la misma velocidad que despotrican contra la Fiesta Brava, de la que nada más son joderores amateurs y exhibicionistas de pacotilla, eso sí algunos  colados en los llamados  streaming y medios de turrón de rosa, donde la baba es coba y la lengua es lame suelas.

 

Ya es tiempo de volver a La Plaza México 'a lo macho' en donde cuando un toro aparezca sin cumplir reglamentariamente  ahí mismo lo debatamos ante el juez, y si esto es reiterativo, cuello a los dos, lo mismo cuando un torero ande entre azul y buenas noches démosle puerta pa' siempre, porque este espectáculo no es gratis y nadie en el ruedo tiene derecho a darnos 'gato por liebre'.

 La empresa está más ocurrente y original que nunca, correspondámosle cuando menos enterándonos que estamos viviendo una Fiesta de Toros, Toreros y Tendidos diferentes y actual, lo demás es obsesión por lo que el viento se llevó, aparte de que muchos ni lo sintieron y nunca volverá, y que bueno que así es, porque el tiempo por su propia naturaleza es mutante y con el todo varia incluso las tradiciones mismas, que dejan de ser rutina para volver a nacer, en vez de seguir titiritando entre la incertidumbre.

Y nosotros con pañuelos negros, como plañideras, sin darnos cuenta que esto se trata de resucitar un cadáver, pa’ evitar quedarnos helados, sin toros y sin tener a quien criticar.


                                       ‘Sin Temor a los Temores’

en tenor torero

Bardo de la Taurina

 

ERNEST HEMINGWAY

Premio Nobel & Putlitzer

Ernest Hemingway 

Ernest Miller Hemingway ve la luz terrenal por primera vez en el año 1899, en Oak Park, Illinois, dando inicio con ello al paseíllo en el albero de vida de una de las primerísimas figuras de todos los tiempos, en todos los órdenes, pues Ernest Hemingway como se dice en el argot taurino, la bordó en lo que se propuso lidiar desde sus primeros capotazos. En la lid estudiantil destacó exitosamente en letras y todo aquello que tenía que ver con la cultura y su difusión, por lo que desde la preparatoria estuviese dirigiendo su primer periódico.

 

No se puede dejar de soslayar el espíritu de reto que desde adolescente ya demostraba con inaudita pasión, como lo demuestra el hecho de que al mismo tiempo se entregara a la practicaba de deportes y actividades que requerían de gran esfuerzo físico como el box, el polo acuático, la natación, el fútbol y el rugby, destacándose en todas ellas, pero sobretodo en el desarrollo de su espíritu indomable.

 

Pronto las actividades escolares le quedaron estrechas y solicitó su alta en el ejército como combatiente en la Primera Guerra Mundial, el cual le fue negado por la limitada visión de su ojo izquierdo, lo que no fue impedimento para que lograra su cometido enrolándose en las filas de los voluntarios de la Cruz Roja, a la cual sirvió hasta llegar a las hazañas de obras heroicas que le fueron  valoradas y reconocidas  con las ‘Medaglia D Argento al Valore Militare’ y con la ‘Cruz de Guerra’, preseas otorgadas por la patria itálica.

 

A partir de que Ernest por primera vez saltó las fronteras del Tío Sam, su vida se convirtió en una brújula de desenfrenados giros que lo situaban lo mismo en un continente que en otro, por eso es difícil seguirle la huella con precisión y orden en el calendario, más para no morir en el intento, pesquémoslo en aquellas tierras y aguas que lo atraparon y fue Cuba literalmente quien lo pesco en ese paraíso donde encontró un maravilloso desfogue a su espíritu de aventurero,  pescando  peces voladores, esos de majestuosas velas con los cuales enloquecía al uniso de cómo lo hacía con la vida bullangera de la isla, donde dejo veinte años de su existencia, esa que regaló para que de forma importante cobraran fama nichos  como; ‘La Bodeguita del medio’ en donde Hemingway se empinaba diariamente un rosario de los famosos ‘Mojitos’, y otro tanto pero de ‘Daiquiris’ se empujaba  en el legendario ‘Floridita’, donde la fama de este personaje fue tal que para no extrañarlo y a la vez honrar su memoria, los parroquianos mandaron construir una estatua de tamaño natural del escritor en la postura que adoptaba cuando se recargaba sobre la barra del bar y ahí mismo la colocaron.

 

Y ya metidos en el arrullo de las olas caribeñas, como no recordar que en el año de 1947 se escenificó en el ‘Parque de pelota’, una corrida de toros en la que actuaron Fermín Espinosa ‘Armillita’ y Silverio Pérez, quien fue bautizado precisamente en Cuba como ‘El Tormento de las mujeres’, así que Hemingway hasta se dio el lujo de ver toros en la isla de sus amores.

 

Habiéndome referido a los del reino animal, como no hacerlo aunque sea de baranda, al safari que vivió en las lejanas tierras del África, y que tanto significaron en su vida y en su no morir, pues hay que decir que aparte de los peligros que significa tener frente a frente y en cortito, la bravura y el trapío majestuoso de elefantes, hipopótamos y rinocerontes, sin faltar el rey de la selva, lo que ya en sí fue toda una aventura, más si le sumamos el hecho de que la aeronave en la que viajaba Hemingway se precipitó a tierra, y nuestro personaje logro sobrevivir, ¿qué duda cabe que estamos ante un ser, fuera de serie?

 

Vayamos a esa tierra en que el aventurero, desde que la descubrió, se la tatuó más que en su piel en su alma, al grado de vivirla y sufrirla como solo lo pudo hacer quien vivió la Guerra Civil Española, pasaje histórico del que dejó testimonio en su obra ‘Por quién doblan las campanas’.

 

Ha llegado el momento en que el túnel del tiempo nos permita remontarnos al año de 1923, en que Hemingway se siente atraído por conocer España y entre otras razones la Fiesta Brava, que lo prendió como ningún otro ritual lo había hecho, lo cual sucede aquella tarde en que por vez primera asiste a un albero, a presenciar y extasiarse con una corrida de toros en la Plaza de Madrid. A partir de aquel hecho, la fiesta y el escritor son uno sólo, como deja constancia Hemingway en su libro ‘In Our Time’, que es la primera obra en la que hace alusión a la vida torera.

 

El fuego de la pasión por la fiesta enciende de tal manera el alma literaria de Ernest, el taurino, que en el año de 1932, se vuelca sobre su entender taurómaco y da luz a su novela ‘Muerte en la tarde’, la cual lo catapulta como un ser integral de la propia fiesta, y más aún de las tradiciones de España, y en particular de las festividades de Pamplona: Los ‘Sanfermines’, que gracias a él, cobran fama mundial.

 

Hemingway no para en su desbordada pasión por todo aquello que tiene que ver con la fiesta de toros, incluyendo desde luego su admiración por los toreros, y su amistad con ellos llega a tal grado que; producto de la relación afectiva que siente por el matador Nicanor Villalta, bautiza a uno de sus hijos con el nombre del torero ¡Olé! Pamplona le erige un monumento en su honor, Antonio Ordoñez y Luis Miguel Dominguín se hermanan con él, y la revista más popular del mundo en ese momento, LIFE, le dedica su portada y le solicita que escriba un especial en tres números, al que titula ‘Verano Sangriento’, y que luego sería medular en el volumen ‘Fiesta’.

 

En lo periodístico, alcanza el máximo reconocimiento a nivel mundial, que es el Premio Pulitzer, el cual le es entregado en 1953. El Premio Nobel de literatura se le otorga en el año de 1954, influenciada la distinción por su obra cumbre ‘El viejo y el mar’.

 

Sin embargo, la vida le va cobrando facturas en lo físico y en lo mental, al grado de que se le solicita una dedicatoria de un libro suyo para el presidente John F. Kennedy, y su lucidez ya no le da para ello…

 

Dueño siempre de su vida, el 2 de julio de 1961, en Ketchum, Idaho, toma su escopeta de dos cañones y le pone fin a su propia vida.

 

Ernest Hemingway

Un hombre irrepetible.

 

 

Temores

Sin duda, un hombre de la estatura gigantesca en lo cultural, en lo taurino y en lo literario de Ernest Hemingway, también  debió de haberlo sido en lo humanístico, pues solo así se puede entender el que impulsado por su espíritu aventurero, le haya brotado ¿O tal vez desde siempre? ese don que es la conciencia.

 

Esa conciencia, sin duda, fue la que llevo a Hemingway a saber siempre ante quién y ante qué estaba parado y afrontar, con enjundia, con pasión, con valor y con coraje,  todos y cada uno de los retos que en si significaban  una nueva  aventura, más es aquí donde uno se pregunta y como lograba casi siempre, ¿conseguir el éxito?, pues lo lograba  porque antes de ello ya se había percatado de los temores, siempre naturales en cualquier medida, que significaba el reto, y a base de vencerlos con inteligencia y férrea voluntad se concientizaba de que lo que vendría, siempre sería menos complicado, porque en la vida, nos enseña Hemingway, que a lo que realmente hay que temerle, es a no a atreverse a vencer nuestros temores.

 

Hemingway va más allá, y obsequia algunas confesiones sobre como venció los temores, y por ello estas letras son un homenaje a un hombre que no tuvo temor ni envidia de compartir su sabiduría.

 

 

Reflexiones

La espiral de nuestras vidas va del silencio al estallido, del negro al blanco, de la ignorancia a la cultura, de la esclavitud a la libertad, pero siempre se detiene o más propiamente, nos tiene anclados en un limbo que llega a convertirse en infierno, que es el albero de los temores, los reales y los irreales, los insuperables y los superables, los nuestros y los que sin serlos los hacemos nuestros, pero siempre están ahí asechando, y paradójicamente temerosos de que algún día despertemos plenos de confianza, de combatividad y no sólo los enfrentemos sino que los venzamos.

 

Pero en ello, aunque usted no lo crea, se nos puede ir la vida misma, y es que el tiempo es uno de los aliados en el que cabalgan los temores, esos que llegan a tener rostro en ocasiones y en otras solo se dejan sentir, más la realidad es que nunca terminaremos de vencerlos, porque suelen renovarse casi a cada instante de nuestras vidas, y ahí están siempre desde en los actos más naturales como lo puede ser el cruzar una calle, hasta los casi heroicos de enfundarse en un terno de luces y enfrentar a un demonio de media tonelada.

 

Lo interesante de todo esto es que en los millones de palabras que Hemingway escribió, muchas nos enseñan que en la vida debemos de aprender de los demás, y lo primero que hay que aprender, es el temor de un síntoma que se puede volver letal, si nos agarra desprevenido; así que reflexionemos y actuemos en el nombre de la conciencia.

 

 

Temor I

 

‘Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.’

Ernest Hemingway

 

 

Solo

Hoy el temor ya no es alternante, porque he aprendido a

querer al que traigo tatuado en mi piel de seda y oro, sin olvidarme de mis días en que corría la legua a golpe de calcetín, untado de mezclilla, camisilla zurcida , faja colorada, paliacate en el cogote y cachucha raída como el alma misma, por la desesperanza y el desaliento del que lucha y no ve la suya hasta que hace propia la arena bravía y torera, esa en la que si se triunfa y se asegunda,   se va por otra y otra tarde… y da pa’ distanciarse del  ayer  del temor, y si no pa’ seguir cavando un presente sin futuro.

 

Temor II

 

‘Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando lo intento’

Ernest Hemingway

 

 

Intento

El temor es la antesala del miedo, que en el toreo es cornada abierta y herida que no cierra, y gangrena el alma y el espíritu de aquellos que están castrados de valor, de enjundia, de decisión, que son los avíos de los usurpadores que se atreven a vestir de luces, los que viven en el limbo que, en sí, es el fracaso de los que no intentan ni morir en el intento, ni mucho menos vivir en el contento.

Más existe un miedo mayor a no intentar, y ese miedo es el fracaso de no darse valor pa’ asumir que más vale la honestidad, que la falsedad.

 

 

Temor III

 

‘Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.’

Ernest Hemingway

 

Opiniones

 

Es la sociedad, los prejuicios, la incomprensión, los tiempos, los intereses, los políticos, la falsa moral, el exhibicionismo, los extremistas, los ignorantes, los enemigos de las artes, incluso quienes están poseídos por la envidia, son los que atacan a mi fiesta, la Fiesta de Toros, ¿Por qué?, porqué nací pa’ vivir como rey, porque los seres humanos en edad madura no pueden luchar por conservar su vida, ¿y yo sí?, porqué vengo de una estirpe donde el trapío ¿es galanura?,  porqué poseo los dones de la bravura, la casta, la nobleza, no lo sé, solo sé que las opiniones contrarias, hieren , lastiman, perjudican pero nunca acabaran con mi raza, porque yo he nacido para morir en la plaza, en la más digna de las muertes, la de la Suerte Suprema.

 

Temor IV

‘Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo.’

Ernest Hemingway

 

Fe

El hombre  nace  como el sol y la sombra del tendido, como el día y la noche, diferentes, pero todos por igual con  temores y  miedos que deben de ir desapareciendo,  al  alimón que  el cuerpo y el espíritu crecen, de ahí que el hombre que no desarrolla las virtudes de fortalecerse y  valorarse a sí mismo, jamás alcanzara los medios, que es donde torean los que están plenos de  valor y confianza, ésa de la que solo se podrá gozar si uno cree firme y convincente en  su propia fe, porque si yo mismo no creo en mí, siempre estaré  a la esperanza de  que los demás lo hagan por mí y eso es temor, cuando lo que se necesita en esta vida es; temeridad.

 

Temor V

‘Temía al dolor hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.’

Ernest Hemingway

 

Crecer

Solo existe una divisa que permite crecer pleno, y sin la cual solo se estará existiendo o transitando, pues quien no ha toreado el dolor siempre vivirá bajo la amenaza de la fragilidad, por ello no debemos temerle ni rehuirle por más que cale, solo hay que estar preparados para lidiarlo, siempre bajo el principio y la firme creencia que todo lo que duele fortalece, así que siempre alertas y listos pa’ salirle al toro del dolor, que si bien no es un turrón, sí es un trago amargo,  que hay que pasaportarlo, una y otra vez, porque el crecer es una faena que nunca debe decrecer, por ello a plantarle cara a la vida aunque nos venga adolorida, pues siempre será la maestra de la vida misma.

 

Temor VI

‘Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras’

Ernest Hemingway

 

Verdad

El agua, el viento y las verdades son elementos, que si no son claros, trasparentes y nítidos enturbian la vida de la naturaleza y de los seres que la habitan, en cualquiera de sus especies, más sin embargo, el hombre las va capoteando con frecuencia, por la razón de que tal vez no conoce el beneficio de la cristalinidad, pero ello, a final de cuentas, es un plus en la vida de los seres humanos, mas, ¿nos hemos puesto a pensar lo que significa vivir entre nubarrones, engaños y mentiras? eso sí que es un daño a nuestra moral, integridad, honestidad y ética  ¿por qué no nos armamos de valor y tomamos al toro por los cuernos? afrontando cualquier verdad por dolorosa que pueda ser y no seguir escondidos dentro del disfraz de la deshonestidad, que a fin de cuentas es la cobardía del que le teme a la verdad.

 

Temor VII

Temía al a muerte, hasta que aprendí que no es el final sino más bien el comienzo’

Ernest Hemingway

 

Vida y Muerte

Si la vida es un acto al que se llega así sin más, ¿entonces por qué temerle con tintes hasta pavorosos al fin de ella, si fue un regalo, que traía un destino llamado muerte? ¿Vale la pena temerle a algo tan natural como la muerte? ¡Claro que no!, ¿entonces porque no meterle filosofía a la vida de cara a la muerte?  y pensar al libre albedrío, en cómo no cargar una loza temerosa, y si en cambio pensar en cómo ir ligero por la vida para así llegar ídem a la muerte, y aunque nada está comprobado, un gran pensador como lo fue Hemingway, pensaba que la muerte no es el final sino el comienzo ¿ de qué?, eso depende de sus creencias, yo lo que pienso es que siempre los comienzos son esperanzadores, así que fuera temores, que ya lo expresó el gran trianero Juan Belmonte ‘¿Quién dijo miedo?, si pa’ morir nacimos’.

 

 

Temor VIII

‘Temía al odio, hasta que me di cuenta que no era otra cosa más que ignorancia’.

Ernest Hemingway

 

Ignorancia

Todos los instintos, todos los pecados, todas las desviaciones que emanan del odio denotan proclividad a los retorcimientos del alma,  a todo lo insano que significa vivir o más bien morir, por los agobios vánales que desfoga  la maldad, la perversidad, esa que daña al prójimo y que termina devastando a quien la genera, pero eso, eso  es problema del enemigo, al que  como antídoto hay que detectarlo primeramente en sus alcances que, si son  físicos o materiales  nos obligaran a andar en la alerta y si solo son verbales, démosles el  trincherazo, y cual maestro torero estemos prestos a pegar el mejor de los desdenes’, que es propio de quienes saben que el odio es puya, pero el ignorarlo es toledana.

 

Temor IX

‘Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mi mismo.’

Ernest Hemingway

 

Reír

Que adusto y hasta patético debe resultar vivir, o más bien no vivir, por estar aprisionados en el temor que significa el tomarnos demasiado en serio, pensando que todo aquello que no está almidonado, acartonado, tieso, arrugado es ridículo, cuando lo ridículo y a lo que le debemos de temer es; a no aprender que si  nos reímos de nosotros mismos, lo que pueda venir de la demás gente, nos estará provocando risa, pero sobretodo el aprender a reírnos nos permitirá vernos agraciados con la enseñanza gratuita,  que bien aprendida nos otorgará el título más redituable, que es el de no preocuparnos por lo que no vale la pena, así que vámonos riendo ahora que estamos a tiempo y recordemos que más vale el instante de una carcajada, que una vida de amargura.

 

 

Temor X

 

‘Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.’

Ernest Hemingway

 

Sabiduría

 

A fuerza de ser sincero, eso de querer maridar la vejez con la sabiduría francamente viene siendo un camelo que además no tiene razón de ser, pues por principio de cuentas si así fuese la vida sería una fábrica de ‘sabios’, y entonces en lugar de que circularan premios de jubilación, deberían de circular Premios Nobel, pues todos serían  ‘sabios’, esto tiene un razonamiento y  lo es meritorio en ambos casos y por separado, ahora que si aparte de ser viejo se cultivó por años la capacidad hasta desbordar la normalidad, entonces sí se puede calificar a un hombre viejo como sabio, mientras tanto, ojalá los viejos se preocupen por ser dignos, y los que todavía no lo son,  por prepararse a serlo, comenzando por  no tener miedo a asumirse como tales.

 

Temor XI

‘Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme más.’

Ernest Hemingway

 

Pasado

 

Si en el pasado de todo ser humano siempre ha habido una canasta de logros y felicidad, como también un costal de errores y desdichas, y se tiene en el presente la oportunidad de elegir de ir más ligero. ¿Por qué temerle a los recuerdos del pasado cuando bien se pueden dejar enterrados allá, en el pasado?, en lugar de ir cargando esa pesada carga, que con los años llega a convertirse no nada más en una loza sino en un freno al propio crecimiento, y más aún ¿nos hemos puesto a pensar, si nosotros mismos somos responsables de ese pasado, o lo fue el destino o las circunstancias? lo cierto es que como haya sido, es pasado, pero también es olvido que llama, o que cuando menos requiere de pasarle la podadora a lo que hay que podar.

 

Temor XII

‘Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.’

Ernest Hemingway

 

Luz

Las tinieblas, el inframundo, la oscuridad existe, porque existen seres que nacieron para sucumbir poco a poco en lo oscuro, y esos especímenes son aquellos que anuqué temerosos y seguramente incomodos, no se atreven a levantar la cabeza y mirar hacia arriba,  que es donde el cielo se pinta de colores y se adorna de luminosidad hasta alcanzar la refulgencia, que solo las estrellas brindan en caudalosa lluvia; que no tiene más límites para acceder a ella que la convicción de que la luz siempre estará al final de los senderos oscuros, por ello lo importante es siempre mirar adelante, cual Puerta de Cuadrillas, donde después de la oscuridad espera la luz luminosa de la pandereta torera.

 

Temor XIII

‘Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.’

Ernest Hemingway

 

Volar
Pasan los días con sus noches a cuestas y el hombre sigue deambulando, sigue atemorizado entre la duda de seguir vegetando o navegando a media agua,  sin atreverse a tomar impulso rumbo a los vientos del cambio, ese que  todos necesitamos alguna vez, pues la vida por su propia naturaleza es mutante y con ella todo varia, más lo importante es nunca jamás tenerle miedo a ello, y menos dejar de provocar el cambio, pues en él  va implícita incluso la sobrevivencia, no nada más en el aspecto físico, que no se detiene sino en lo moral, en lo espiritual, que a final de cuentas es lo que permite a los seres abrir las alas y volar, volar, volar.

 

 

14 - Reflexión Final

‘Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.’

Ernest Hemingway

 

Lección

Por siempre, serán los genios de los que hay que aprender la maestría de la vida, esos personajes que rompen moldes y marcan diferencia, como lo fue y lo es; Ernest Hemingway, un hombre que a través de sus letras, que en sí son latidos de su corazón, le aprendí que todos los días se vive, pero siempre será mejor,  vivir sin temores.

Bardo de la Taurina

 

Certificado Público del Derecho de Autor  03-2014-042813083500-01

A favor del Bardo de la Taurina (Seudónimo)

México, D.F. a 28 de abril 2014.

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario