martes, 23 de noviembre de 2010

NOVIEMBRE 21 DEL 2010

 
ARTURO  MACÍAS Y LOS RECUERDOS DE PEPE ALAMEDA MAESTRO QUE ESCRIBIO
‘Sobre la Olla Podrida de la Crítica’
Cuando las crónicas taurinas, narrativas escritas o verbales no habían sido mancilladas, no por los aprendices serios del oficio que siempre serán bienvenidos para refrescar la sangre, sino por los arribistas, esnobistas, exhibicionistas y paleros de la ‘generación light’ que con una falta de respeto a la profesión y así mismos se atreven a externar públicamente lo que ni en privado deberían siquiera ‘pensar’ y es aquí cuando se suspira por aquello de ‘Que tiempos aquellos señor Don Simón’ cuando  existían plumas de un valer que no necesitaban sino leerlas para saber con su verdad y su estilo quien las había plasmado y beber de ellas, no como ahora que uno tiene que andar con la linterna de Diógenes y auxiliado con la lupa tratando de pescar algo que valga la pena y esto se debe, reitero, a la plaga de puladores que creen que porque han asentado las nalgas en el tendido ya entienden de toros y más aún se sienten con autoridad para graznar.
Y ante eso obligadamente me viene el reconforte que me trae el recuerdo de un ferrocarril de charlas y otro tanto igual de lecturas de escritos o entorno a ese madrileño majestuoso y culto que lo fue Don Carlos Fernández López-Valdemoro  quién por voluntad propia se creo  otro nombre más taurino como lo es el  de José Alameda el que toma de la admiración que sentía por los toreros de su predilección como José Gómez ‘Gallito’ y el Alameda se lo adjudica en recuerdo a la Alameda de Hércules en Sevilla taurinísimo sitio como el que más y el Pepe con el que coloquialmente nos familiarizamos aquí pues ni falta hace explicar su origen.
Pues entre tantas y tantas cosas que solía catequizar Don Pepe, una por elemental y simple me parece que se la deberían de aplicar aquellos que empuñan la pluma o el micrófono, es aquella que decía <lo primero que se necesita para discurrir de toros, es saber de toros> y yo creo que dentro de ello algo primordial concediendo que se entienda de ello o medio se entienda, es el respetar los diferentes apartados de la fiesta, es decir, el torero no va a salir a la plaza a torear enfundado en un traje de monosabio o de simple espectador, el juez no va  a asumir funciones de banderillero, el ganadero no se va disfrazar de vendedor de muéganos, el taquillero no va usurpar la tarea de los carniceros, ni estos la de los picadores, entonces yo me pregunto ¿Por qué los simples aficionados o villamelones  delinquen apropiándose una función que no les corresponde? Y que además es delicadísima como es la de ejercer la critica publica o mejor dicho profesionalmente en busca de llamar la atención ¿Por qué? ¿Por qué carajos?
Ante esta situación anómala es cuando la incomparable estatura de  Alameda  se sobre eleva y nos dice con su ejemplo que ya es tiempo de que le demos un palazo a esos limbóticos y nos ocupemos de cosas tan serias como beber de fuentes confiables y yo agrego, como la de Don Pepe, que tenia reflexiones, frases, citas y todas verdades y que reitero esto de la crónica es un asunto muy serio,  para confirmarlo bastaría con tomar el libro ‘Hombres de Casta’ de la autoría del maestro Rafael Morales Alcocer ‘Clarinero’  publicado por  Joaquín Porrúa y en donde en el primer capitulo que dedica precisamente a José Alameda de entrada escribe <Los cronistas taurinos tienen más importancia y significación, que los mismos toreros en muchos casos. Porque un brillante vale según el precio que le asignan los valuadores expertos que se fijan en sus quilates, en sus facetas, o en sus aristas, y en sus brillos o en sus carbones, cuarteaduras y desportilladas para descalificarlo> (cita textual)
Esto nos da entrada a otra cita del libro de ‘Clarinero’ cuando Alameda dice <No trato de ayudar al torero, sino al auditorio, los toreros ya sabrán si hacen aburrido su espectáculo. Yo tengo la obligación de hacer el mío interesante. Y no hay ni siquiera la posibilidad de mentir, pues el publico está viendo> y como me gusta cuando dice <lo difícil es hablar ‘Escribir’ lo fácil, es callar >  y  como no tener presente cuando de teclear se trata aquello de <A mí no me interesa tanto el  juicio de los sabios y los técnicos; ni de los interesados (entiéndase digo yo; Toreros, ganaderos, apoderados, empresarios, parientes de toreros y sobre todo lame suelas),  que en variantes casos siempre están inconformes con algo o mejor con todo lo que no sea alabar lo suyo>
 Y esto viene como anillo al dedo después de lo acontecido en la tercera de la temporada, en donde por principio de cuentas habrá que subrayar la manera como el público marco la no jerarquía de ese torero que el domingo se mostro como otro más del montón, que lo fue Arturo Macías (esperemos que esto haya sido algo pasajero) y cuyo primer frentazo lo recibió cuando levanto la mirada y se percato que el numerado como regadera tenia un montón de huecos en el copete y más desolador era ver el desierto de cemento de los generales donde solo sobresalían como centinelas los impulsores oficiales del propio Macías, los entusiastas de la Porra de las Alturas,  pero lo que si extraño a Sirios y Troyanos fue tener que aceptar que el torero hidrocálido había sido suplantado por un coleta que él mismo, su apoderado español, sus jilgueros y un buen manojo de  aficionados se empeñaron en ‘vendérnoslo’ como la Nova Figura del globo terráqueo, lo que a fin de cuentas peso tanto sobre los hombros de este torero que por bandera tenia la inmolación, el parón y el sexapil, lo que dio como resultado, agarrarnos de aquel dicho comadrero de; ‘Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre’ pues terminó incendiando al ‘Joven Sonrisas’ no nada más taurinamente sino seguramente moralmente pues hasta el alma le tuvo que haber dolido que con escandalosos chiflidos la gente lo echara pa’ atrás cuando se quiso recetar un saludillo injustificado en el tercio, aparte de la herida de ver como mientras trataba de pasaportar a uno, de ahora sí  ‘Su Enemigo’ los aficionados se levantaban y le daban la espalda mientras la maza humana le aventaba toda la cojinería de la plaza ¡Que lamentable!
¿Mas que  pasara de ahora  en adelante con Arturo Macías? pues que como dijera Don Pepe Alameda se tiene que aplicar aquello de que ‘El toreo no es burla, sino pasión, entrega total y no graciosa huida’ pedirle a la empresa que le avale otra tarde con la ineludible exigencia de que le traiga un  señor encierro de esos de encaste español, para que salga a hacer lo suyo  que es ‘la apasionada entrega’  pues ese es el único camino que le queda a Macías porque ya se vio que toreando a lo estándar, a larga distancia, sin enjundia, la gente no lo traga y por ello la reivindicación llevara implícita un alto riesgo  pero ni modo el ‘Señor Sonrisas’ así acostumbro al conclave.
Y estando un hombre pasando por esa pena se me hace no propio volcar el arcón de los halagos para incenciar a un francés llamado Sebastián Castella cuya grandeza es del tamaño de la Torre Eiffel y con cuyo toreo colaboró a que la afición se cuadrara al ritmo de la Marsellesa y se olvidara  de aquellas épocas gloriosas cuando nuestros paisanos allá en Puebla de los camotes y con carácter, valor entrega, determinación no se dejaron mancillar por ningún francés como ocurrió el domingo revolucionario donde la pólvora azteca valió para una pura y dos con sal.

Bardo de la Taurina





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