Siendo la Fiesta Brava la
convergencia de todas las artes, sin duda la que le pone alegría y melancolía,
lo es la música, la cual en su expresión más mexicana la eleva a la cúspide del
sentir, que en los ‘Corridos Taurinos Mexicanos’ enciende la flama intensa en la creación de los autores, en la ejecución
de los músicos y en las voces de los interpretes de las letras que se columpian entre la
penumbra del olvido y lo oscuro de lo desconocido, que sea cual sea el caso, el
maestro de lo popular, de lo musical y de lo taurino que lo es; Don Eduardo
Enrique Heftye Etienne, les ha dado oxigeno en estos tiempos nuevos a través de
su interesantísima obra ‘Corridos
Taurinos Mexicanos’, los panegíricos cobran justificación en el caso de este
personaje que vio la luz en el Puerto de
Tampico, de donde salió Heftye Etienne, para proyectarse y consagrarse después de un largo sexenio que le llevo parir esta recopilación
musical taurina de cuatrocientas páginas
en las que se desbordan letras, historias, biografías, grabados e información,
con la que usted lector enriquecerá su
acerbo cultural pues ¡imagínese! lo que será conocer autorías entre muchas
subrayadas como los corridos; ‘De los santos toreadores’, el de ‘Valiente
Ponciano’, el de la ‘Cogida de Rodolfo Gaona’, el de ‘La gloria y Pasión de
Carmelo Pérez’, el ‘Corrido a la muerte de Alberto Balderas’, y que decir de
aquellas letras que Alfonso Junco le puso al ‘Corrido de Lorenzo Garza’, ¡Abran paso al vendaval: aquí va Lorenzo
Garza!, ¡Este es el de Monterrey: sismo y estatua!, en fin, en estos tiempos en los que la
tauromaquia mundial requiere de ser apuntalada, también en lo cultural, nada
mejor que esta gema popular ‘Corridos Taurinos Mexicanos’.
Y una pregunta ¿Desde hace cuanto tiempo, a un
toreador no se le dedica un corrido? y como
se le va a dedicar si el primer
requisito es ser popular, y eso, en estos tiempos, como que no se da con las
primeras lluvias, aunque nunca falta el chubasco que en este caso se llama Luis
Conrado, ‘El Torero que Angustia’ y nos rememora a Carmelo Pérez, a Félix Guzmán, a Paquito Ortiz, a Valente
Arellano, toreros cuya sangre fue lava ardiente que enardeció el volcán de la
taurina, por eso no debe de extrañar que el momento de mayor estallido que se haya
vivido en la Plaza Arroyo, fue aquel cuando la multitud se entregó a Cornado, quién con un terno más palmado que el
romanticismo torero, se brindo hasta cepillarle la mazorca a la muerte y en recompensa
la afición lo proyectó a circundar el albero, al tiempo que lo diluviaban con monedas, billetes, prendas y lágrimas de
emoción, ese mismo torero fue el que en el estreno de su alternativa, allá en Atengo Hidalgo, con un par de cojones
y el corazón saliéndosele por el esternón henchido de entrega, le arrancó las
peludas y el rabo a un bravísimo torazo sinodal de ‘El Batan’ lo que da pie a desear que se
les prenda el Bulbo Raquídeo a los empresarios y conformen un mano a mano, con dos toreros
muy deseados por aquellos lares que lo son; el propio Luis Conrado y Lorenzo
Garza Gaona, pues esto podría ser el detonador de un binomio de alto imán
taquillero y ya que andamos en esto de futurear ¿será Lorenzo Garza Gaona? el que abra la Temporada Grande confirmando
alternativa, ojala así sea porque la empresa
necesita un espada mexicano que le abra la tarde a la figura española
que inaugure y que mejor que sea un torero con esencia, con abolengo, con
percha, con aroma y sobre todo con el taurinismo suficiente como para que desde
el arranque la afición se decante por el
surgimiento de un paladín azteca que les ponga las peras a tostón a los de allá
y también a los acá, que vienen de allá ¡Empresa, no le de vuelta! ahí está ese nombre
que pesa, engalana y garantiza Lorenzo Garza Gaona el nieto de aquel ‘Magnífico’
al que la afición le exigió, pasara a
rasero, a ‘Manolete’ en la propia Plaza México lo cual hizo aquella tarde de
1946 en la que le mocho los rabos a ‘Amapolo’ y a ‘Buen Mozo’, Y ‘óijala’ algún
día un cantador de corridos nos de en
obsequio aquello de la ‘Mágica’ inspiración;
Eran sus abuelos un par de
gallos finos,
Que en los alberos
labraron los dos su destino
Si los designios son
mandatos divinos,
Pues herencia de triunfo
llevas en el Garza y el Gaona
¡Venga Lorencillo!
Brindemos con los mejores vinos
Por esa dinastía torera,
de la que tú hoy, también eres gallo
fino.
Bardo de la Taurina
13 de Septiembre del 2012.
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