Apenas
hace unos días y con motivo de que la
época invitaba a ejercitar la reflexión sobre el estado que guarda lo que
conocemos como Fiesta Brava, término que en los últimos años ha venido
desgastándose como resultado de que la tauromaquia ha sido atacada en muchas
diversidades por factores externos e internos es por ello que hoy El Bardo,
vuelve sobre el tema o más bien sobre las heridas, más con el objeto de
buscarles una sanación que sobre el de seguir lamentándolo, lo cual reitero, ya
en días pasados tocó turno a algunos temas a los que hoy engarzo lo relativo a
los papeles que deben de asumir por ejemplo;
Las
autoridades gubernamentales que para efecto de la Fiesta Brava quedan
responsabilizadas en dos vertientes, una que lo es, la que emana del gobierno
del Distrito Federal y es de la que nos ocuparemos y que desemboca en la
supuesta Comisión Taurina y uso el término de ‘supuesta’, por que por los resultados
o más propiamente dicho por los no
resultados que de ella y de sus funciones no se ven, es que en mucho se debe a
que la fiesta este empantanada comenzando
por el hecho de que para que los festejos fluyan coherentemente lo deben
de hacer a partir de un Reglamento, que sea eso, precisamente un instrumento u
órgano regidor, normativo que a la vez limite los excesos, regule lo que haya
que regular y que a la vez le de seriedad a una fiesta que creo es la única en
la que sí se comete un error, este se paga con la vida de los actuantes y aún
más un día se saldará con la muerte de ‘intrusos’ que lamentablemente pululan
en los callejones de las plazas, sí, adivino usted, me estoy refiriendo a un
Reglamento mocho, in operante, débil, impráctico, obsoleto y lo peor de todo
que aunque existe todo apolillado no se cumple como debería de ser, y ya se que
los señores que integran la Comisión Taurina discreparan con lo aquí asentado y
podrán argumentar a favor o en contra pero la realidad es que el papelito no
está lo robustecido que debería y si no, solo unas cuantas preguntas comenzando
por cuestionar a los actuantes o más bien a todos quienes de alguna manera u
otra tienen que ver con el mundo de la
tauromaquia ¿Cuántos conocen el dichoso Reglamento?, y de ello se desprende
otra pregunta ¿Cuántos lo han leído? La respuesta es que muy pocos y si no, ahí
les van unos apoyos a mi aseveración ¿Por qué entonces los apoderados no han
emprendido una solicitud de modificación a su conducción dentro de los
callejones? Porque hasta donde se sabe el Reglamento ‘vigente’ inhabilita a los
señores apoderados a estar ‘dirigiendo’ u ‘orientando’ el actuar de sus
poderdantes desde el lugar más cercano al que estos realizan sus funciones
toreras, es decir, si un apoderado nota que su torero está equivocando los
procedimientos de la lidia de su toreo y este se haya realizando las suertes de
capote o muleta en la zona de toriles, el apoderado tendría que pegar un ‘gritote’
a pulmón partido desde su área de confinamiento que se encuentra
aproximadamente a unos treinta metros de distancia, esto por donde quiera que
se le vea es absurdo y como resultado muchas veces trae el error y un error en
la toreada puede o más bien en la mayoría de las veces desemboca en una cornada
¿Entonces, funciona o no correctamente el documento regidor?, obvio que no, y
ya que por allá arriba mencione a los ‘intrusos’ que son todas aquellas
personas que no tienen nada que hacer en el callejón, pregunto; ¿Más allá de
que interfiere en las labores propias por ejemplo de los Mozos de Espadas o de
los Subalternos, Monosabios e incluso Autoridades de Callejón algunos de estos
profesionales o sus gremios han puesto alguna queja al respecto? Y algo peor,
el día que se brinque al callejón un toro o novillo y le zumbe una cornada a
uno de esos ‘intrusos’ que lo lleve hasta la muerte ¿quien va a ser el
responsable de ese homicidio? A quien se va a juzgar y a condenar ¿al burel?
Aquí
solo nos hemos ocupado de dos aspectos los cuales por sí solos darán mucha tela
para la reflexión, ante ello ¿vamos dando chance a que los señores responsables
de evitar que esto siga en la anormalidad continúen durmiendo en su laureles? o
de una vez por todas, ¿alzamos la voz?
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