jueves, 7 de abril de 2016

UNA CORNADA SIN MIRAMIENTOS


                                                     ¿QUIEN PONE AL MUERTO?

¿Le tocara a los Matadores, o a los Picadores y Banderilleros o tal vez a los Monosabios, poner al siguiente muerto? En la Plaza de Reynosa, esa que dio la corrida del pasado domingo 3  sin contar  con los servicios médicos especializados, que aporta el Capítulo Mexicano de Cirugía Taurina,  el que preside el prestigiado galeno Jorge Uribe Camacho,  que es el médico titular de La Asociación Nacional de Matadores y cuya labor en pro de la expansión médica especializada, ha sido su constante, para ello El Dr. Uribe  ha logrado agrupar a  reconocidos médicos como lo es el caso de esa eminencia, el Dr. Román Chapa Allen, mismo que posee la friolera de 37 años salvándole la vida a los toreros y el cual se vio obligado a dejar de prestar sus servicios a la actual empresa,  el caso es que para el festejo referido donde actuó el rejoneador   Hermoso de Mendoza y los coletudos Alberto Huerta y Juan Fernando, el empresario antepuso la avaricia ¿o sería  valemadrismo? a la responsabilidad, con tal de no pagar los honorarios de los servicios médicos especializados o ya en el peor de los casos de una plantilla de médicos que aunque ajenos a como se debe de tratar una herida o fractura producida, por asta de toro,  cuando menos hubieran estado presentes en el momento del evento, ¡pero no!, la empresa se fue por el mínimo gasto que es el de contratar únicamente paramédicos.

 Alberto Huerta, con hambre de triunfo se arrodilló en los medios a recibir a Porta Gayola al toro del hierro de Rafael Mendoza,  la suerte se salió de cause y el burel  en su vertiginosa carrera se llevó al torero del centro del redondel hasta las tablas,  unos casi 20 metros, en el trayecto  le propino tres cornadas que en conjunto rebasan los 60 centímetros de longitud, aparte de cuatro vertebras que sufrieron daños, más las  múltiples contusiones algunas en la cabeza, mientras las beatas sacaban los rosarios y los creyentes  le suplicaban al Santito Niño de Atocha, que  salvara el toreador, éste fue trasladado al hospital  Santander en donde un cirujano general le echó talacha, gracias a que la cornamenta del burel  no le partió ni el corazón, ni los pulmones u otro órgano vital, con lo que se les pudo haber ido y a estas horas sería cadáver.

Ante esto y por casos que se han venido repitiendo, se hace necesario que los jerarcas de los toreros, no permitan que se efectúen festejos si las plazas no cuentan con los servicios médicos del Capítulo Mexicano, Alberto Huerta de no presentarse complicaciones post operatorias, que podrían surgir al no haber sido operado por especialistas, deberá salvarse, pero de que la muerte  rondo en la plaza de Reynosa, que ni qué. Así que el  empresario Arturo Manzur & Company   van a tener que solventar una cantidad mayúscula a menos que contaran con cobertura de Gastos Médicos Mayores, que parece que no,  además tendrá que alquilar un jet-ambulancia  que traslade al matador  hasta el aeropuerto de Toluca, donde lo deberá de recoger otra ambulancia, esta terrestre y lo conducente será que lo lleven  al Sanatorio Durango en la Cd. de México, en  el que  Dr. Uribe Camacho y su staff determinarían mediante revisiones y estudios en qué condiciones se halla el paciente y de no existir anomalías,  vendrá la etapa de rehabilitación supervisada.

 ¡Ah! Toreros y no olviden que la próxima vez que vayan a torear a Reynosa, llevar junto con su espuerta, su fundón, una urna mortuoria porque existe el riesgo que regresen hechos cenizas. Y recordemos medios y aficionados, que si queremos bienestar, dejemos las palabritas dulces y animosas, las imploraciones milagrosas, los votos esperanzadores, porque lo que tenga que suceder, de todas maneras va a suceder y mejor denunciemos las condiciones médicas en que se están dando festejos. Y ya lo dijo el caído ‘Es lo que hay en la fiesta, y es lo que dan los toros’.
 
Ya al ratote, El Beto andará echándose sus tequilazos a la salud de sus nuevos adeptos y toreando de aquí pa' allá, porque el amarillismo de las cornadas 'cañonas' es muy socorrido por los empresarios. Moraleja; Las cornadas mientras más tenebrosas, más dividendos pagan.
 
Y los dejo con la frase inolvidable del matador cuando llega al cantón de mi menda
'Nadie me invito, pero tampoco nadie me dijo, que no viniera'.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario