Como todas las
madrugadas, no sé como pero una llamada se filtra y es la del hombre del
ilustre apellido Regueiro, el que Alberto heredó de esa figura de la Pelota Vasca,
el maestro Don Máximo, baluarte del Frontón México, quien seguramente su mejor
tanto lo logró con su primogénito quien
es todo un caso, hablar de los Regueiro es hablar de la historia del balompié,
la que con destreza a punta de botines y tacos de cuero, escribieron los
hermanos Luis y Pedro, quienes de la Real Unión de Irún, se catapultaron al
Real Madrid, de ahí Pedro al Betis, luego ambos a la Selección Vasca y al
legendario Asturias, pues bien, Alberto Regueiro tomando tema de las últimas columnas
referente al matador Mario Zulaica Director Taurino de Tauroplaza México,
pregunta ¿Por qué el Bardo le tiene tanta fe a Zulaica? – no es que le tenga
tanta, le tengo simplemente fe, porque esta es como el embarazo se tiene o no
se tiene, esto lo baso en un principio lógico, que lo es el hecho de que su
nombramiento proviene de parte de dos personajes preclaros en sus vidas
profesionales y taurinas, como lo son el Lic. Alberto Bailleres y el Arq.
Javier Sordo, quienes por simple deducción es obvio que escogieron pa’ tan
peliagudo cargo, a quien consideraron el más apto, negar a Zulaica sería tanto
como dudar de la capacidad empresarial de los personajes citados, además el ser
una persona joven ofrece la posibilidad de que traiga ideas frescas y aclaro lo
de joven, lo digo en el entendido que debe de ser brillante por lo que ha hecho
y de donde proviene, mas no solo por el factor edad, pues estoy convencido que
no todos los jóvenes valen la pena, como también lo estoy de que la vejez no es
sinónimo de capacidad.
A Regueiro el tiempo
le importa tanto como a mí los viajes a Júpiter, así que muy templadito saca hilo pa’ jalar
hebra y como quiere oír lo que a final de cuentas le digo pues ahí va, el
problema de que las temporadas, que ya se ven al otro lado de la ventana sin
dejar de considerar todo lo inherente se viene reduciendo a cuatro factores, el primero que la afición quiere
ver bravura y trapío procedente de hierros distintos a los que la han
acostumbrado, desde luego dando por descontado que los bureles cumplan con todo
lo que marca el reglamento, segundo se quiere ver a toreros comprometidos con sí
mismos, entregados, enjundiosos, hambrientos de triunfo y que tengan la cara
pa’ darla en cualquier tarde como si fuera la única que tienen, tercero se le
deben ofrecer a los aficionados carteles atractivos y por ende bien balanceados
sin mácula de compadrazgos o componendas con todo lo que ello implica, y cuarto
estamos hartos de la devaluada que en
repetidas ocasiones algunos jueces le han metido a la plaza, admitiendo bureles
indecorosos y dadivando orejitas de ‘a mentis’.
El señor del EntreTendido
dice que no le parece que la Temporada Grande la armen desde un principio con
carteles fijos, le contesto; que esto sucedía porque algunos llegaron a pensar que el mismo patrón que se usa pa’
armar una feria como la de San Isidro que dura 30 días (+ -) podría funcionar
en una temporada que oscila entre los cuatro meses, ¡Imposible!, también surge
la necesidad lógica de que torero que triunfa sea repetido a los ocho días o
cuando más a los quince, mi menda piensa al respecto de algunos puntos aquí
enumerados que ya se empieza a sentir aplicación, como por ejemplo durante las
novilladas se anuncia ganado de hierros hasta cierto punto novedosos, eso ya es
predicar con el ejemplo, de los nombres acartelados algunos guardan interés por
vérseles, en bloque todos los extranjeros pueden despertar ese gusto, de los nacionales ‘pos’ pa’ que referirnos a
este o aquel como los que van a funcionar, mejor esperemos que los que son
robotitos pega pases y los figurines de
oropel pongan su cabecita con todo y coleta y ¿a ver si los novillos y el público
no se las andan volando? Domingo 11 ¡Vamos a la Plaza México!
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