México
y anexas… las Bardianas
La Sexta
Se dio una más de
las maratónicas puestas en escena de la Plaza México, con ocho animales
en la que ahora los sobrantes estuvieron con lo que en exceso
nos trajeron de Europa, con etiqueta de un francés que es figura Sebastián
Castella y un español decoroso “Paco” Ureña quienes hicieron el cartel junto a
“El Payo” y “El Galo”, del queretano ya lo sabemos que no es la primera, perdón
la única figura de este país conquistado por alguna razón que no la sé, pero de
que su toreo cabe en un frasco de Baccarat, ni duda cabe, y lo que no y si fue una
sorpresa fue ver la conducta tan correcta que dispenso André Lagravere “El Galo”
en su actuar personal, ese que trae forrado en una percha más que ad hoc, de su toreo nítido y prometedor, solo el
tiempo nos dirá hasta donde lo fermentara, más como tiene tanto simiente del
fino coñac y del profundo xtabentun sin duda está hecho pa’ panderetas finas, a
ello decir y alabar, el que no haya recurrido a las poses de pandillero de
barrio tan de moda en los torerines
mal armados que recurren sistemáticamente a las miradas y balandronadas pa’
presionar y mendigarles una oreja a los
señores del palco, no, “El Galo” demostró que lo de él es categoría.
¡Que viva la pepa!
Pa’ efectos de la
mexicanidad, del populismo, del costumbrismo, el próximo jueves 12 de diciembre se cierra el año al arrancar el etílico Guadalupe - Reyes que se son fechas más que religiosas, pa’ montarse en el
pretexto así; ¡Que viva la pepa!
Dicho esto no en su contexto original, el que viene de aquel registro histórico
del año 1812, el que tuvo que ver con la Constitución de Cádiz en la ‘Madre Patria’ y lo de Pepa pues porque cayó en el día onomástico
de San José (Pepe), sino en la
acepción de des-obligación, despreocupación, irresponsabilidad o como diríamos
en la ´Nueva España’ de ¡Que viva el desmadre! Frase ésta que bien se puede aplicar a la derrama
de lo que ha venido sucediendo en la hamaca del cachondeo de esta Pepa que es la temporada en turno de la
Plaza México, donde todavía no se aclaran, ni por lo visto o se corregirán las situaciones
anómalas que en algunos casos han sido juzgadas, como no lo debería, por la confusión
propia del valle de las tinieblas y si así ha sido pedimos perdón sin siquiera
tratar de justificar nuestro actuar.
Y es que estamos
sujetos a equivocarnos, resultado de que
estamos en la línea de fuego escribimos con tinta lo que sucede en el comal de arena y su
callejón, visto desde el ático, eso sí, jamás melcochamos
ni por instrucciones superiores, de los bajos niveles, del alto mando de la
empresa, ni muchísimo menos por tener que corresponder a la dádiva de una
acreditación, hambreada por exhibicionismo
o por pobreza, porque las acreditaciones
para los profesionales deben ser solo un instrumento de trabajo.
Si nos
equivocamos muchas veces se debe
al ocultismo o a que el canal del desagüe
nos arrastra en la vorágine de la mentira, de la imprecisión, del engaño con la
que la astucia de las mafias nos castra, como por ejemplo ¿cómo aseverar que lo
que se está lidiando es un toro y no un
tierno novillo?, si no nos muestran las hojas de registro, ¿Cómo asegurar que
en ocasiones salen toros rasurados, manipulados de sus cornamentas?, si no
existen los exámenes postmortem y así va una tras otra por ello es que estamos padeciendo
la orgía del desorden donde todo se pisotea sin escrúpulos y con libertinaje ¡Viva la Pepa!
Tan es así y todo está
hecho pa’ equivocar al propio Juez, incluso con premeditación, alevosía y
ventaja, ¿o que no han sido suficientes sesenta y tantos años pa’ darse cuenta
que es imposible que desde allá arribota se pueda juzgar una faena?, claro que
ya a estas alturas con la Fiesta, toda
tembeleca con el decreto de su muerte anunciada ¿ya pa ’qué?, a menos que como
dolientes sigamos luchando por una
muerte asistida digna, ¿pero cómo?, con un tambache de pifias y de errores en
el reglamento. En cosas tan básicas como las banderillas de las que solo se
dice Articulo 48.- que deben de medir sesenta y ocho centímetros
de largo, con un arponcillo de hierro de catorce centímetro, y rematan con que
queda prohibido el uso de los colores verde, blanco y rojo en el orden que
integra la bandera nacional. No como en
España que usan los de su bandera como lo vimos aquí esta temporada con los
banderilleros de Morante, por cierto ¿les
están permitiendo a los españoles, que traigan sus zarzos de banderillas? Porque
si es así las medidas como que no cuadrarían, pues las españolas rebasarían en
unos doce centímetros que es mucho, y ahora que viene la Corrida Guadalupana,
que es bien mexicanota se podría violar el reglamento respecto a los colores
poniéndole a cada toro un par verde, uno blanco y uno rojo ¡y ya estuvo!, y
siguiendo con los colores se debería de prohibir salvo en el primer toro que
pudiera ser banderilleado con los colores de la divisa, que los toros se banderillearan
con pares del mismo color pa’ no caer en confusiones porque se podría dar el
caso de que a un toro le clavaran menos palillos que a una aceituna con hueso,
lo cual tampoco creo porque aquí a los toreros mexicas les apetece que el toro
les llegue a la muleta más disminuido que un viejo en congal.
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