domingo, 31 de julio de 2016

Manolete le dio la alternativa a Canito


Bardo de la Taurina 
México es un país donde el culto a la muerte esta tan arraigado y penetrante, que se siente en las entrañas y más pa’ dentro, por ello  cuando alguien se palma, sea o no sea entrañable, pariente, amigo, conocido o hasta desconocido, pero que el difunto sea público y por ende del dominio popular,  pues su muerte aquí la sentimos como si quien el que ha pirado fuese nuestro mecenas y es entonces cuando le damos rienda suelta, en los más de los casos, al carrete de la inventiva en aras del ficticio cariño y hasta amor hacia quien no conocemos, que sobra decir que en los autóctonos de la tierra del chile y el tequila,  el hilo de lo supuestamente doloroso, alcanza hasta los cuernos de la luna, pero no se vaya a creer que eso es todo dentro del  escenario mortuorio, pues aquí con la misma facilidad que endulzamos las penas, pasamos del solo  reconocer  a  alguien lo cual es muy razonable, entendible y digamos que normal,  a la adoración por un personaje, sea a quien sea, como si fuera parte de nuestro ser, que es tanto como si un hereje se pusiera  una sotana.

 Cuanto estomago hay que tener pa’ declararle nuestros desbordados sentimientos, esos que se deben reservar pa’ los carnales y aclaro, no pa ’todos, a alguien que si merece  todo el reconocimiento, respeto, admiración y por ello se le debe guardar un lugar especial, más  no caer en la falta de respeto y criterio,  al tratar burdamente de dar la idea de que eran  íntimos y lo que le sigue.

Esto hay que señalarlo porque no vayan a pensar los usurpadores del amiguismo que van como el Johnnie Walker, por el mundo, tan campantes, ¡no, no, no! todos sabemos  que se están y están engañando y aquí una lamentación en el sentido del poco respeto al que llegan, no nada más los que en su vida han visto al personaje, sino peor aún, a los que un día lo vieron y seguramente el señor ni los vio o los vio sin mirarlos y claro haciendo uso  de la tecnología pues venga la fotito con selfie y a publicarla,  presumirla y regodearse con ella a través de las redes sociales  y en automático,  lacrar la ‘amistad’, entrañable e incondicional y ya con el  testimoniazo gráfico, entonces se sienten que tienen derecho de llegar hasta el compadrazgo, y por supuesto al irrespetuoso tuteo ¡Cuanto cinismo!
Como en este país estamos acostumbrados a vivir permanentemente en el engaño, pues el verbo engañar es constante de vida, más como un experimento valdría la pena que cuando menos una vez en la vida intentemos o probemos saber que se siente el vivir en la realidad y para ello  vámonos aplicando la prueba del ácido, que es auto personal para lo cual en la próxima conferencia, tertulia, feria, entrada o salida a la plaza o mientras el torero se halla en el callejón, usted no chisteé palabra alguna mucho menos se dirija a él por su nombre o diminutivo cariñoso, no se le aviente a las zapatillas, no haga aspaviento, ¡nada, nada! y ya verá si en el 99 % de los casos  el personaje voltea siquiera a verlo de reojo, la realidad será dolorosa, pero es que las verdades no solo incomodan, sino que duelen.

¡Ah! bueno ya se me está acabando el espacio y es que lo anterior  lo asenté como preámbulo  para informarles a muchísimos de los que familiarmente suscribieron mensajes afectivos, cariñosos, íntimos con motivo de la muerte del maestro  Francisco Cano Lorenza ‘Canito’ por si no sabían de quien se trataba o quien era, les diré; que fue un fotógrafo que nació en Alicante en el año 1912 y que tuvo la enorme fortuna por esas cosas del destino y la oportunidad que  se presenta  en un instante, que gracias a la amistad que desde  joven guardo con la familia de los toreadores Dominguín, en ocasión de que el matador Luis Miguel le adeudaba unas pesetas y que se las saldaría en Linares, Jaén, ‘Canito’ tomo  el tren para allá, en donde se  celebraría La Feria de San Agustín del año 47 y en una de cuyas tardes torearía Dominguín con Manuel Rodríguez ‘Manolete’  completando el cartel ‘Gitanillo’, previo a la corrida el camarógrafo estuvo a entregarle al ‘Monstruo de Córdoba’ a quien conocía desde el año 40, unas fotos de las recientes corridas de Toledo  y   Badajoz aparte de enterar al torero de como venían los Miuras a los que  ya había visto en el sorteo, al llegar a la plaza la trágica tarde del 28 de agosto, se encontró con la sorpresa que él era el único fotógrafo que tomaría las placas en esa ocasión, la que cambio  la historia de la torería, y  que  a él lo catapultó a la fama mundial, esa que acrecentó hasta sus 103 años.


Para conocer la historia de ‘Manolete’ y el testimonio gráfico de Don Francisco Cano, recomiendo  el libro ‘Vida y tragedia de Manolete’ escrito por Filiberto Mira  editado por Aplausos, en cuya portada aparece el torero ya rumbo a la muerte a la que le sigue otra imagen del mártir de Linares con el crucifijo entre las manos, que fue el testimonio que el mundo recibió de  ‘Canito’ y con el que ‘Manolete’ le dio la alternativa de figura de la fotografía taurina.

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