La
última entrega la terminé con aquello que un inmigrante con sus infaltables
espejuelos espejeados en tornasol, su camisa de pizcador de lechugas, y sus
botas picudas pagadas en dólares y manufacturadas en León nos decía; ‘¿Por qué
no vuelven a la fiesta de antaño para que hoy vuelvan a tener fiesta?, ya por
la noche en el Mastro’s Steakhouse de Beverly Hills, donde lo mismo se ven las
estrellas en el firmamento que en el pavimento de Rodeo Drive, metiéndole el
diente a un Prime Rib de toro Kobe que nada tiene que ver con los toros que se
meriendan en la plaza de la incógnita, volví a pensar sobre lo dicho por el
paisano aquel y aunque no creo que hoy en día todo cupiese en la fiesta de antaño, si vale la pena analizar la opción, más para
ello tendríamos que re-analizar el ¿Por qué fiesta esta paliducha? desde
luego todo mundo lo sabe, que la
principal razón lo es la repetidísima obviedad del toro que o no es toro o no
parece toro, que en su mayoría son los que han sacado a ‘pezuñazos’ a la gente
de los tendidos y que no nos vengan, con que ese el tipo de toro que se cría en
la cabaña brava mexicana ¡Pamplinas!
Luego otra cosa que también ha afectado
aunque no lo crean, es la rutinaria forma de dejarse ver de los toreros, como si fueran estrellitas de
baja monta de esas que pululan en las pantallas de ‘la telera’ eso está muy mal
matadores, ustedes son toreros, no modelos ni maniquíes pa’ alfombras rojas,
antes la gente esperaba el domingo afuera de la plaza para ver de cerca a los
toreros, los admiraban en la plaza, si querían verlos, no tocarlos y muchísisisimo
menos tutearlos, la gente iba al anochecer al
Café Tupinamba, al Do Brasil, al
Campoamor, al Cantonés según la clase de torero que quisieran o que pudiesen
por cuestiones de parné admirar, la gente más pudiente sabía que las figuras se
dejaban caer en faenas noctámbulas por los Night Clubs de moda como El Capri en
el Hotel Regis, el Nicté Ha del Hotel del Prado o El Patio donde se entregaban
con bombo y platillos los premios a lo más granado de las temporadas, hoy ¡qué
va! los toreros no se dan a respetar con la excepción de ‘Pepe Tomy’ ahí andan
haciéndoles el caldo gordo a los patrocinadores, muy sentaditos detrás de una
botellita de agua del ‘Santísimo Señor de Tlacote’ ¿Qué es eso toreros?, luego
se andan prestando disque a jugar al torito con los niñitos que pa’
despertarles la afición a través de enseñarles a torear, ¿o son toreros o son instructores? y como
resultado se dejan ver por todos lados ¡pues ya! ¿Pa’ que
la gente va ir a verlos a la plaza?
Luego ese cachondeo, que anden
permitiendo que cuando ya ustedes pisaron el ruedo pa’ jugarse la vida, se
metan a la arena unos entusiastas a jugarle a los manifestantes, que dizque pa’
defender la fiesta, ¿de quién las van a
defender? ¿ahí donde no hay enemigos?, (¿inocencia, convicción, equivocación,
exhibicionismo, diversión?) luego la desaparición de los carteles monumentales
en las principales esquinas también ha influido, pues no todo el mundo tiene
computadora para estar al tanto de que va a darse una corrida y quienes la van
a torear, la modernidad del Ticket Master también ha alejado, pues a la gente
le representaba un atractivo los boletos coleccionables con pinturas de los
grandes artistas, otra más la insana costumbre que como resultado de un
capricho impuso el entonces empresario de la Plaza México de no dejar que se
retrataran los toros, pa’ que no lo empezaran a criticar desde días antes,
luego la desatinada forma de desarmar los carteles, si a eso le sumamos que
pocos periódicos cuentan con plumas veraces que despierten interés.
Total que
vamos como los cangrejos pa’ atrás, por eso mejor aquí le paro por hoy y agarro la legua pa’ Disneylandia a divertirme
con Mickey Mouse y animalitos fantásticos que esos si dan espectáculo y por la noche
me voy a los Table-Dance donde ahí si salen ejemplares con trapío y en puntas.
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