La no planeación de la temporada de novilladas en la Plaza
México, no se iba a quedar sin
consecuencias y una de ellas es que el serial de invierno tuviese que esperar turno de
arranque hasta el domingo pasado, fecha en la que se subrayaron varias cosas,
la primera es que el copete del embudo de concreto sigue siendo desairado, la
otra situación pues fue la reiteración de que el ‘Juli’ sigue haciendo lo que se le da la
gana, como lo demostró al llevar un encierro que no le apretara y llevársela
templadita, o como dicen por acá; peladita y en la boca, luego pidió que le
completara la marquesina un toreo al que
ahora los españoles lo están agarrado pa’ ir cómodos J. G.
Adame Montoya.
Y esa palabra aceptación, es la que no se dio el domingo,
pues la gente en buena tajada no acepto el comportamiento de los toros, dóciles,
sosos, bobalicones, sonajeros, metiendo por delante la lengüita y decir que la sobrada comodidad del madrileño,
no vale lo que se paga por verlo, el caso de J. G. Adame Montoya, va en el
tenor de que por principio de cuentas no es un torero para la plaza capitalina,
por la forma en que ejecuta sus rutinas y si a ello le sumamos sus expresiones
fuera de cacho y las expresadas por sus
defensores que van desde señalar que la afición se portó injusta o aquellas
otras que califican al público, que no aprueban al torero como reventadores y
cobardes, cuando precisamente por no haber reventado al sistema desde hace años,
está la fiesta, como está.
Por ello antes del puntillazo letal, hay que pugnar porque si ésta se va acabar lo sea siendo una fiesta verdadera en el toro, en los toreros, en las plumas y micrófonos, para que el día de mañana nadie se avergüence de nosotros.
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