El Toro en México
Por Bardo de la Taurina
El lunes pasado el periodista Don Alfredo Flórez, que maneja
buenas fuentes, nos comunicaba el deceso
del matador Miguel Espinosa ‘Armillita’, revise mi móvil y cual no va siendo mi sorpresa que se había
producido un tsunami de ‘cuatitismo’ en torno no al matador fallecido, al que casi seguramente ninguno de los
twitteros y facebookeros conocían, pero eso que importa, la muerte es el mejor detonador del
amiguismo.
El matador Miguel Espinosa ‘Armillita Chico’ y un servidor no
éramos mediadores de una amistad, tan
solo nos conocíamos, a él le debo de alguna manera haber iniciado una
fraternidad y le entrego mis condolencias
a Eduardo Castillo García, quien es unos de los alternantes de micrófonos en
las trasmisiones que se hacen desde la Plaza México, el joven Eduardo en los
primeros escarceos de nuestra relación, una noche que se hizo madrugada y
amanecer, dio pie a que nos metiéramos en lo maravilloso, excelso,
extraordinario del toreo de Miguel
Espinosa, Castillo García apoyaba su
teoría de la belleza que para él era ilimitada en el chichimelquense, en una
arma que le ayudaba al convencimiento y que lo era una columna escrita hace más de veinte años en ‘Multitudes’, me la puso en la mano tratando
de metérmela por los ojos; Y es que
¡Mira lo que aquí dice! del toreo de Miguel,
te lo voy a leer para que veas del
tamaño que es, de quien luego me enteré también le decían ‘El Camarón’, todo
iba bien hasta que Eduardo Castillo entró al terreno de las comparaciones, con
el peligro que lleva la subjetividad cuya peligrosidad la da la definición de los rangos, sin quitarle un
ápice a la estatura taurina de ‘Armillita Chico’ y a su trascendencia y huella,
sea cual haya sido su profundidad que dejó en México y en España, alargándola
hasta la vera de los alberos, donde era largo pa’ eso de bordar el fandango.
Castillo García, seguía insistiendo con entusiasmo, emoción y
presión en la lectura de la columna sobre ‘Armillita Chico’, en donde se
refería a su toreo izquierdista como algo excepcional y no admitía nada
diferente a ello, ni menos el agravante de que como esa ejecutoria del Natural era
su clímax, a partir de ella empezaba a
disminuir el toreo del aguascalentense lo cual no tiene nada de malo, además de
que siempre será más atractivo un torero de pureza, que en determinadas suertes
puede llegar al clímax, que los de troquel que son parejos como una hoja en
blanco y sí reconocer que Miguel Espinosa, técnica y ciencia siempre la tuvo
¡Nomás faltaba que no, siendo un ‘Armilla’!, no fue un batallador, enjundioso,
rabioso y si creo que fue perezoso a la hora de ir por más frente a la cara de
los toros, mas sin embargo con eso le alcanzó pa’ compartir con el maestro Alfonso Ramírez ‘El Calesero’,
el trono de los dos más grandes toreros
que ha dado Aguascalientes y esa corona en décadas no va a ver quién se las bambolee.
Tome la revista con displicencia y la dejé a un lado, ¿Que no la vas a leerla?
exclamó Castillo. - ¡No! me la sé de memoria… ¡Yo la escribí!-. Y de entonces a
hoy, sigo pensando lo mismo, con más ambición se hubiera acurrucado en los cuernos
de la luna, donde está su padre, y es que en el toreo los niveles cuentan.
Años después coincidí con el matador en las instalaciones de la Lotería Nacional,
le platiqué aquel pasaje, lo dejó pasar con ese desparpajo que siempre tuvo, me
regaló unos cachitos de billetes de la fortuna del sorteo dedicado a su padre
en el centenario de su natalicio, con el consabido autógrafo de él y de sus hermanos que tan buenos toreros fueron.
Ya el matador es
cenizas cárdenas dentro de una cajita de mármol blanco, que se supone están
esperando turno pa’ llevarse la primera gran ovación de la Temporada Invernal
en la Plaza México, donde seguramente esa tarde toda la gente se volverá
‘Armillista’… esa es nuestra idiosincrasia. (Por cierto chéquese usted las menciones
de los últimos diez años, con alguna excepción, no se referían al matador como
‘maestro’ lo que a partir de su deceso en todas lo hacen… cosas de la muerte,
¡Que tristeza, me dan los vivos!)
Y si usted quiere saber cómo son en realidad los toreros, como
piensan de ellos mismos de su profesión y de los ‘Conceptos Taurinos,
explicados por los protagonistas’ lea el libro premier de ese mismo nombre que además contiene datos
biográficos de cuarenta matadores que han visto al de
negro a todo color, obra escrita por
Jorge Raúl Nacif Goddard, editada por Art Graffitti, con el prólogo de Juan Antonio de Labra, el epilogo
de María Fernanda Alonso y un trabajo profesional en el diseño a cargo de
Adriana Quijano González, las fotografías salieron de la espléndida lente del
autor y solo reiterar, como años atrás
lo he expresado, que en Jorge Raúl Nacif Goddard, se halla la consolidación de
una de las mejores plumas surgidas en la última década, el libro ya está a la
venta en la Asociación Nacional de Matadores y con Pepe Rodríguez, en su
tradicional vendimia editorial de los domingo frente al pórtico de la Plaza México,
y la información sobre donde se conseguirá en Madrid en cuanto la conozcamos lo
informaremos, mientras tanto aquí y allá deléitese leyendo a Raúl Nacif en www.altoromexico.com donde el
autor se conduce como coordinador editorial…leer no lleva al cielo, pero no
hacerlo, lleva al limbo.
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