Jerónimo partió plaza el último domingo en La México,
no solo con el capote de brillos sino con esa seda tan mexicana que es la
pureza que lleva en el alma y que ahí la tiene acurrucada pa’ cuando anda de
vena sacarla a la palestra, y compartida con la afición con ese sello azteca, que es su manera de
interpretar el toreo, como esas artes de expresión tricolor que también han
gozado del latir de los sentimientos de sus intérpretes y cuyas gemas han
quedado plasmadas en los lienzos de Rufino Tamayo, en la voz de Lucha Reyes, en
el bailar de Amalia Hernández, en las composiciones de José Alfredo Jiménez, en
la fotografía de Gabriel Figueroa, en las escenas de Dolores del Río, en los
grabados de José Guadalupe Posada, en la gastronomía de Chucho Arroyo, la
museografía de Dolores Olmedo y por supuesto en el Trincherazo de Silverio.
Eso es el toreo de
Jerónimo, con el que sus telas se vuelven rebozos de Santa María, sedosos y coloridos, que crecen como crece lo artesanal, máxime cuando se le
quiere comparar con los productos chinos, esos que son maquilados masivamente y
que permean lo mismo en las plaza comerciales que en las plazas de toros, donde la mayoría
de los protagonistas torean por el impulso de un chip, no así este torero de la
Santa María de Rivera, que por principio de cuentas tiene la percha pa’ ser
torero, se comporta como torero, se enfunda como torero, habla como torero y
sobre todo torea como torero, que es diferente a torear como robot chino.
Y esos atributos de
ayer y de hoy son suficientes para tomársele en cuenta con el equilibro sano de
la cordura, esa que permita calificar a un toreador como Jerónimo, como un mexicano que no fue
maquilado por corrientes extranjeritas que borda y acentúa su artesanía sin
tener que recurrir a los combustibles vacunos de bajo octanaje y sin que además
sea un pistón en la maquinaria de los consorcios de
apoderados-empresarios-comerciantes que hoy son los que mueven y etiquetan a
los toreros clichés.
Ante éstas
obviedades no hace falta mucho pa’
comprender por qué la tarde de Jerónimo con los Caparica, va a quedar como una
de las mexicanas en los anales de las últimas temporadas, la que además se dio
con ganado completo creado por ganaderos que piensan que el toro no es un instrumento de bisutería
sino un protagonista y fue toreada por un torero que se gana sus
tardes con sentimiento, sin trucos y que seguirá siendo el mismo porque siempre
ha sido auténtico.
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