Ema Elena Valdelamar en el Toreo de Cuatro Caminos
México y anexas...
Las Bardianas
Desde siempre he pensado que lo que sucede en el país es un
reflejo de lo que pasa en las plazas de toros
o viceversa y así me brinca esa frase que el pasado jueves en el ‘Salón España’ pronunciara Doña Nashelly Hernández
Romero ‘Nash’ –‘En una mujer; un pasado es un presente’– y como yo no conozco muchas
señoras, porque (“Habiendo tanta
potranca, solo por la mía relincho” de ‘El Gavilán’ Marcial Alejandro) tomo
la frase que se me antoja espléndida y como aretes se la cuelgo a la Plaza México:
‘Mucho Corazón’
Ema Elena Valdelamar
De mi pasado,
preguntas todo
¿Qué cómo fue?,
si antes de amar
debe tenerse fe…
Decir de la
compositora capitalina, que su acervo más allá de lo musical, diría yo de lo
cultural, es de aplaudirse, pues a diferencia de un sin fin de compositores
sus letras suenan a verdad, de esa, de verdad y por eso sus letras calan a
quienes poseen el don de la sensibilidad, los cuales llegan a estremecerse en
el andamiaje de sus propias vidas tomando las letras de Doña Ema Elena Valdelamar
Casarín, como una piel sobre la piel y
es que además sus versos de lo popular van lo mismo desde la miel pa’ la
hojuela, que del limón pa’ la herida, ¿es que dígame usted si no se cimbra con marquesinas
musicales como esa de ‘Devuélveme el corazón’?, ¿o que tal, ‘Mil besos’?,
¿verdad que ya le vino el recuerdo de la tapatía María Victoria, tía por cierto
del matador en campaña de despedida “Nacho” Garibay, emparentado por línea con Rubén
Cepeda Novelo, una de las voces más carismáticas comercialmente que ha tenido
la Fiesta Brava Radiofónica.
La admirada y
respetada maestra Ema Elena Valdelamar logró darle vuelo a la inspiración con
temas inolvidablemente clásicos; Dos corazones, Sin mañana ni ayer, Mírame
bien, No te puedo olvidar, Ya no me importa, entre muchas finas perlas sin
olvidar la que seguramente quiso olvidar prontito a quien le dedico su ‘Cheque
en blanco’;
‘Cheque en blanco’
Ema Elena Valdelamar
Pero que mal te juzgue
Si te gusta la basura
Pero mira que locura
Pero para ti está bien
Pero que mal calcule
Yo te creía tan decente
Y te gusta lo corriente
Por barato yo que sé…
Letras pegadoras como
un cuadrangular de cuatro almohadillas con razón sus intérpretes lo fueron de
primera línea y de ahí pa’ arriba, entre ellos; La ya citada María Victoria,
Pedro Vargas, Marco Antonio Muñiz,
Javier Solís, Vicente Fernández, Benny More, Lucha Villa por supuesto
que Fernando Ocampo y Nacho Irigoyen que al alimón actuaban bajo el subrayado
de “Los Bribones”, muchos más y más, ¡pero ay! como me gusta escuchar a “Luismi”
cantando a la señora y hablando de damas un suspiro del baúl de los recuerdos a
Doña Amalia Mendoza, y a Doña Chelo Silva, y por supuesto la señora del nido tejido en la
colonia Guerrero “Paquita la del Barrio” y la cito pa’ cerrar y a la vez evitar
que me vaya a gritar eso de ¿‘Me estás oyendo inútil…’?
Y ya que de baranda he sacado a la palestra algunos nombres
rimbombantes de intérpretes que han sido figuras, no hace ni diez tardes que el
excelso taurino el Lic. Luis Eduardo Maya Lora, a Porta Gayola abrió su cartera
Montblanc que está más robusta que un toro pa’ Bilbao y vengan ‘Los Siete leguas’
y los vodkianos pa’ que el matador
regio Raúl García estuviese a sus anchas y de ahí a rematar al Palacio de
Miravalle, donde a la vera del piano de Magia la cantaora de la torería, el torero que antes que eso es un señorón recordó
que la tarde memorable que indulto a ‘Comanche’ de Santo Domingo en la Plaza México
el 31 de enero de 1965, el primero en saltarse al ruedo y cargarlo lo fue; ni
más ni menos que su cuatazazo Javier Solís,
el que por cierto por un buen tiempo los domingos después de las corridas
cantaba en ‘El Guadalajara’.
Siempre tan ligadas
las artes de la tauromaquia y la de la cantada… pero bueno, eso lo abordaremos
en otra ocasión, que no sea ésta ocasión, en donde se me ocurre podíamos ir al alimón
entre la amistad que unió a determinados toreros con determinados artistas.
No se pierda usted
el desenlace, que no será tal, porque nunca tendrá fin.
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