México y anexas…las Bardianas
Columna Cosmopolita
¡Caramba de la
carambilla! Cuando iba a pensar que esto de las defunciones se viniera sobre
los pesares con la intensidad huracanada, esa que no permite siquiera
enjuagarse las lágrimas del dolor por el desenlace siempre esperado como
destino, pero no aceptado cuando se presenta en la realidad, sabemos que los
nubarrones son el reboso nacional que ciñe a este país donde una de las
angustias es la incertidumbre del dantesco navegar por el pantano del engaño,
cuya única realidad es el nombre de nuestros difuntos que nos hayan dejado por
la causa que sea en estos tiempos aciagos donde sus nombres ya son leyenda y les recordaremos por siempre en la dimensión del ayer y en el
futuro de sus ejemplos.
La marquesina de la
bohemia colocó el letrerillo -Hoy no hay función- razón de que Carmelita Ferriz dejó de escucharse con
su “Luna sobre Matanzas” la de; La
majestuosa princesa, Hechicera y repleta, De cantos y leyendas… siempre
acompañada por la guitarra cumbre de su Héctor
Monroy el que en España con su “Tuna” triunfara añitos atrás.
Cien años nos duró
en vida Doña Esperanza la señora del Matador Luis Castillo que nos
cuenta la historia fue el último mexicano que actuara en España en lo que el “Trianero” Juan Belmonte” llamara
‘El Boicot del miedo’ que Marcial Lalanda
les impusiera a los coletas mexicanos
que arrasaban por allá en el año del
1936, cuando hoy los de acá tímidamente se asoman por debajo de
la puerta, susurrando por una oportunidad.
Alejandro Algara hay quienes aseguran que las
más bellas interpretaciones de Pasosdobles
y de la Suite Española compuestas por el maestro Agustín Lara se le deben precisamente
al personaje que se fue en presente, dejándonos siempre un referente de lo que
es interpretar con sobriedad, con elegancia y con respeto al auditorio.
Silverio Pérez Domínguez fue entre los pañuelos del Adiós que se fue de este
mundo siempre con la cara mirando al sol y habiendo dicho -No me pesa ser hijo y llevar el nombre del torero más
querido de México, por el contrario me enorgullece- y como no recordarle con
orgullo si nos enseñó que con carácter cada quien se labra su propio pedestal.
Bolívar Vasco tomo
por patria la Nueva España y en ella volvió a nacer, porque dicen que en el
toro los milagros existen y tan así ha de ser que este torero echo raíces en la
tierra de los toros y los toreros que lo es Tlaxcala donde sembró la semilla de
la tauromaquia entre la juventud, que si hay suerte, alguno de ellos elevara un
brindis por su maestro.
Jorge Zúñiga Campos fue por años la voz comercial de las trasmisiones desde la Plaza México
era la época de aquella cerveza que anunciaba la “Rubia Superior” Gina Román, cervecería cuya familia
propietaria lo era la que hoy con el crecer
de su dinastía es prácticamente dueña de la Fiesta de Toros y Toreros en México,
Jorge Zúñiga se vio fuera de la espuma y
de los callejones de las plazas y se tiro de espontáneo a bordar recuerdos y anécdotas sabrosos bajo
el enunciado de ‘Lo que el viento, no se llevó’.
Óscar Chávez hombre
de una izquierda natural y de una afición por lo torero que lo emocionaba hasta haberse impregnado de su historia
musical a la que le regaló pasajes inolvidables, algún día que rodando por Portales cayó en las
entrañas donde se halla el altar levantado en memoria del “Demonio de Pasiones”
y escucho su propia composición “ Manolo Martínez… Martirologio de Fuego” la que puso en la voz y música de Marcial
Alejandro, el mismo que triunfara en Sevilla en 1985 con su letra “El Fandango
aquí” interpretada por Eugenia León, vio las reliquias del altar y parsimonioso
como era se dijo a sí mismo; -Ahora al torero se venera en los altares- y mi menda
rubrico; por eso usted le brindó letras
celestiales.
Se han ido a la tierra
de nunca jamás, a los cielos de la fantasía, a las letras del romanticismo
aquellos que alguna vez fueron presente y
a los que sin más despido con una bienvenida a las páginas de la historia y la
leyenda.
Y ojalá lector no
tenga yo que escribir de usted y por si las dudas, toque madera, y de las tres
personas que se pudieran entristecer por mí, no se preocupen, porque de todas
maneras mis enemigos ya tienen la leña
verde pa’ quemarme, lo cual sólo me confirma que por el mundo pululan los
leñadores con su hacha al hombro, dispuestos hacer leña del árbol caído.
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