jueves, 8 de mayo de 2014

SIN TAPUJOS

LA PUBLICIDAD adulterada en el toreo

 BARDO DE LA TAURINA

Supongo que la primera plaza de toros la divise en la década de los cuarenta y  en la de los cincuenta ya las imaginaba como  gigantescos macetones y  después llegue a pensar que como todas las macetas para lucir bellas requieren de que en ellas broten elementos que les den vida y que en este caso lo son; el toro y el torero, de los que hay que decir que para que puedan ser admirados requieren  de que se les conozca, de que sus hazañas sean difundidas comercialmente y de que sus actuaciones se anuncien  más allá de lo meramente informativo y eso solo se logra mediante el recurso de la publicidad.

Y bueno sobre ese método inpresendible hay que empezar por precisar que tiene un costo y todo lo que cuesta conlleva a un gasto que alguien tiene que solventar ¿Quiénes?  Las empresas y los toreros y es aquí donde por lo general ‘el rabo se tuerce’, pues desgraciadamente son muy pocos en este medio quienes están conscientes que el pago de la publicidad es necesario y si se respalda en las más de las veces, será redituable.

 Mas la publicidad en ocasiones se puede convertir en factor negativo como cuando por ejemplo se publicita que se lidiará una corrida de toros y con ese entendido la gente acude a la plaza y se encuentran con que lo que salta a la arena son todo, menos toros y este engaño vía publicitaria dará como resultado que la próxima vez que se publicite una corrida, la gente ya no se trague el engaño publicitario y como este ejemplo hay otros.

Y solo por no dejar constato que otro uso que se le da a la publicidad es contratarla y con su pago ejercer la censura de plumas y voces incomodas que son esas con las que se denuncia, lo anómala o no se vanagloria  intereses y esto ¡claro! molesta, perturba, encabrona a quienes engañan o pretenden imponer voluntades  y ante cuyos denarios sucumben, no quienes  escuchan a sus conciencias, sino los que escuchan a sus bolsillos a través de la dizque publicidad... ¿o será solo por el mal uso de una acreditación?

‘Vende caro tu amor aventurera, da el precio del dolor a tu pasado, y aquel que de tu boca la miel quiera que pague con brillantes tu pecado’

 

EL MARKETING como estrategia de difusión

 Víctor José López EL VITO

La Fiesta de los Toros, vestida de rituales que defiende con raíces de su ancestral identidad, como espectáculo no está reñida con el marketing. Lo expone en su brillante obra “Joselito, el Rey de los toreros,” el escritor taurino y maestro del periodismo, Francisco Aguado. Indica Aguado cómo la fiesta ha protestado cada vez que los cambios en la sociedad provocan tropiezos en el largo camino emprendido. Sucede desde que el toreo se convirtió en un ejercicio profesional de sus actores, y en un espectáculo que se sostiene y fundamenta la solidez de su presencia y permanencia por resultados mercantiles.

En el histórico relato del autor madrileño divisamos la presencia del hijo de la Señá Gabriela en varios de los momentos clave del desarrollo económico del toreo. Gallito afina y continúa la labor del cordobés Guerrita en el campo bravo, selecciona rebaños, organiza registros en base a los tentaderos de madres y toros padres, afianzando los encastes.  El maestro de Gelves fue mucho más allá, sacó el “negocio” de los cerrados y de los potreros, y se fue a la administración del torero y del espectáculo.

Hay un ejemplo muy claro, en lo que fue la filosofía de Joselito, y fue el de su proyecto de la Monumental de Sevilla. Percatado de lo estrecho que le quedaban a la pareja de Gallito y Belmonte los escaños de la Maestranza, construyó la Monumental de Sevilla. La fórmula era sencilla, mientras más público, menos costosas las entradas y mayores los ingresos.

Nada como la mitad del Siglo XX, cuando aparecen en el escenario grandes revolucionarios del “marketing”. Nos referimos a don Manuel Mejías Rapela “Bienvenida” y Domingo González Mateo “Dominguín”. Tanto el “El Papa Negro” como “El Tiburón de Quismondo” introdujeron para la promoción de los festejos por ellos organizadores como para “la venta” al público aficionado de sus “productos”, que no eran otros que sus propios hijos, magníficos toreros que fueron indudablemente figuras del toreo que mandaron en el espectáculo.

El toreo, sin embargo, tiene puntos cenitales en el trayecto comercial de su historia. Uno de ellos el de la ganadería de Miura, vestido de muerte y de tragedia. Vestido al que el pleito de los miuras promovido por Ricardo Torres “Bombita” robusteció al extremo que más allá de las fronteras se ha llegado a confundir el nombre de Miura con el toro de lidia.

Otro “momentum” en el marketing de la Fiesta lo tuvo en la época de Manolete. Su imagen encarnó el dolor de un pueblo sin horizonte en su futuro, un pueblo que salía doloroso y trastabillante de un conflicto fratricida y que, como un guión de Fellini le pone punto y final a su grandeza con la muerte.

Más tarde en época de esplendor, apareció Manuel Benítez “El Cordobés” como una respuesta al “sí se puede” para las grandes masas sumidas en la desesperación con que les arropaban las escasas oportunidades. Con El Cordobés, el toreo creció allende sus fronteras, compitió con Los Beatles y el Muro de Berlín confundiendo, otra vez, las batas de colas y las castañuelas con el toreo.

Antes de Manolete y de Benítez fue Belmonte,  y luego Luis Miguel Dominguín quienes llevaron a los toros de su mano hasta recónditos parajes de la intelectualidad, algo parecido a lo que hoy sucede con José Tomás, madrileño al que se proyecta con fundamentos místicos desde las propia Francia del academicismo. Sucede con Morante de la Puebla, que su enajenamiento aturdido por la proximidad con el gran Rafael de Paula, hubo de lavarlo y de ordenarlo en las playas y las arenas en las terrazas de Lincoln Road, allá en el Sur de la Florida.

Sí, definitivamente, el Mercadeo del Espectáculo taurino es necesario.  Necesariamente urgente, diríamos, urge deslastrarlo de conceptos anquilosados evitando el permanente recurso del pasado y abrir ventanas a la juventud pujante e inteligente, trabajadora y participativa para que rompa los muros que le impiden acceder a sus entrañas: el toreo exige promoverse, conocerse, apoyar su difusión en el marketing bien entendido y, sobre todo, democratizarse en conceptos y opiniones.  

 

 

 

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