Bardo de la Taurina
La mera verdad es
que entre la caterva de los empresarios
ando rete escasito de amigos y hasta de conocidos, lo cual
me da tranquilidad, eso trae aparejado varias y pesadas cosas siendo
desde luego la más importante la de poder cargar mi Montblanc con la tinta de
la LIBERTAD y esto tiene una lectura que va de lo profesional a lo vergonzoso
en algunos casos, cosa que hay que decirlo, aunque involucra a los empresarios no les es achacable del todo
sino más bien a quienes por presunción y principalmente por su pobreza o por el
ahorro de unos cuantos morlacos se les arrastran a los empresarios para que les
avienten la migaja de una acreditación o un boletillo y a cambio de esa dadiva que en la más burda de
las alquimias transforma la tinta y la lengua en almíbar cobero.
Mas aunque a cuenta
gotas existe otra vertiente la de los periodistas serios, respetables,
profesionales, éticos, enterados, honrados, cultos y taurinos que son los que
no tienen a la venta su conciencia y esto los convierte de alguna manera en
incomodos, siguen periodistas e informadores solventes, luego vienen los carroñeros
lucradores con los que también tienen que ver los empresarios.
Sumado a eso los de la empresa tienen que lidiar con
los apoderados financieros y negociadores de condiciones (impositores de
alternantes & divisas) y sus Sanchos Panzas los veedores que no son otros que los que les escogen los bureles a los toreros y
que se saben al dedillo aquello de ‘A figura grande toro chico’, luego los
empresarios tienen que lidiar con los ganaderos que obvio defienden con casta y
bravura sus morlacos, luego viene otra lucha más que es la que significa el
trato o negociaciones con las autoridades, otra más es la refriega que se
avientan con los gremios torerísticos, por si fuera poco todavía se tienen que
enfrascar con los carniceros a los que les venden las carnes palmadas de los toros.
Ahora siguen los
ajustes con los de la banda de música, con los vendedores, los servicios
médicos, los influyentitas etc., y ya con eso listo se enfrentaran a los gustos
disímbolos del público que nunca estará totalmente de acuerdo en el cartel que
les presentan, aparte de los inconformes del tendido, ni hablar eso de ser
empresario serio va en serio, así que en serio para los serios el más serio de
mis reconocimientos pues sin ellos no gozaríamos de una fiesta seria…
Y de los otros los
que les cobran a los torerillos de la legua por torear y sueltan la lengua ufanándose de dar fiesta,
los que no pagan a los toreros lo acordado, los que anuncian toros y sueltan
becerros, los imperialistas, los amedrentadores, los que mandan silenciar a los
periodistas, los enemigos de la fiesta, los que ensabanados en fines benéficos
lucran, los que tratan de evadir los servicios médicos especializados, los que
mandan callar el clamor del tendido, los que ordenan orejas a los jueces
timoratos, los que vetan toreros, los que manipulan basculas, los que se
arreglan con la reventa, por hoy no me
ocupare de ellos pa’ no ensuciar la
columna.
Víctor José López EL VITO
Eduardo Pagés y su
cuñado Ramón Valencia heredaron la empresa que lleva organizando los festejos
taurinos desde hace más de 70 años en la Maestranza de Sevilla.
Heredad como la del bodeguero, que heredó de
su padre la bodeguita de la esquina. Aquel abuelo portugués, que fundó su
negocio con un guacal de aguacates y otro de tomates y pimientos y unas cuantas
latas de sardina, hasta convertir su abasto en el “super” que le sirve hoy al
barrio.
Eduardo Pagés y Ramón Valencia heredaron una
sociedad empresarial fundada hace a finales de 1932 por Eduardo Pagés Cubiña,
lo hicieron sin guacales pero con la gracia de la bragueta. Es decir desposando
hijas y nietas de los herederos. Pagés Cubiña fue un catalán muy español, un
gran taurino como pocos han existido en la historia del toreo.
Don Eduardo fue
periodista, crítico taurino, editor y apoderado. Además ganadero, antes de
meterse a empresario taurino.
Ingenioso don
Eduardo, creó el charlotismo en el espectáculo, con grupos como ‘El Empastre’,
‘El chispa y sus botones’, ‘Fatigón y su tonto’ y ‘El bombero torero’, a los
que contrató en Sevilla antes y durante su etapa de empresario. Como empresario
montó su primera Feria de Abril en 1933 con cuatro corridas de toros y una
novillada con picadores. Firmaba exclusivas contratando a los toreros con un
apretón de manos, su manera de estampar una firma y cerrar un acuerdo. Organizó
simultáneamente temporadas taurinas en Madrid, Santander, Salamanca y fue
propietario de los cosos de San Sebastián y de Valladolid.
Cuando murió en 1945
tenía apenas 55 años de edad y se tuteaba como don Pablo Chopera y don Pedro
Balañá, pioneros de la empresa taurina moderna. Chopera y Balañá fueron
fundadores de importantes dinastías empresariales. Hoy sus herederos, de Chopera y de Balañá
-nietos y bisnietos de don Pablo y don Pedro-, pierden las plazas heredadas.
Como se pierde Sevilla por unas declaraciones agresivas y destempladas,
atizadas por la influencia del alcohol contra las figuras del toreo, por parte
de Ramón Valencia se pierde la Maestranza de Sevilla en estos momentos que vivimos
la plenitud de la feria de abril -este año, íntegra enclavada en mayo- con
entradas lastimeras a las tribunas de la plaza del Baratillo.
¿Qué lección debemos
aprender de esta situación? Pues algo que supo siempre don Eduardo Pagés y
pregonó a los cuatro vientos. Lo importante del toro, su presencia y juego en
la plaza. La jerarquía de sus toreros y el respeto a los públicos. Cosas que,
al parecer Eduardito, nieto de Pagés Cubiña, y su cuñado no conocen bien, y por
ello reviven el viejo dicho andaluz de que: “No hay nada más ingrato, que puta,
torero y gato”.
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