jueves, 15 de mayo de 2014

SIN TAPUJOS

SER EMPRESARIO, ES COSA SERIA
Bardo de la Taurina

La mera verdad es que entre la caterva  de los empresarios ando rete escasito de amigos y hasta de conocidos,  lo cual  me da tranquilidad, eso trae aparejado varias y pesadas cosas siendo desde luego la más importante la de poder cargar mi Montblanc con la tinta de la LIBERTAD y esto tiene una lectura que va de lo profesional a lo vergonzoso en algunos casos, cosa que hay que decirlo, aunque involucra  a los empresarios no les es achacable del todo sino más bien a quienes por presunción y principalmente por su pobreza o por el ahorro de unos cuantos morlacos se les arrastran a los empresarios para que les avienten la migaja de una acreditación o un boletillo y  a cambio de esa dadiva que en la más burda de las alquimias transforma la tinta y la lengua en almíbar cobero.

Mas aunque a cuenta gotas existe otra vertiente la de los periodistas serios, respetables, profesionales, éticos, enterados, honrados, cultos y taurinos que son los que no tienen a la venta su conciencia y esto los convierte de alguna manera en incomodos, siguen periodistas e informadores solventes, luego vienen los carroñeros lucradores con los que también tienen que ver los empresarios.

Sumado a  eso los de la empresa tienen que lidiar con los apoderados financieros y negociadores de condiciones (impositores de alternantes & divisas) y sus Sanchos Panzas  los veedores que no son otros que los  que les escogen los bureles a los toreros y que se saben al dedillo aquello de ‘A figura grande toro chico’, luego los empresarios  tienen que  lidiar con  los ganaderos que obvio defienden con casta y bravura sus morlacos, luego viene otra lucha más que es la que significa el trato o negociaciones con las autoridades, otra más es la refriega que se avientan con los gremios torerísticos, por si fuera poco todavía se tienen que enfrascar con los carniceros a los que les venden las carnes palmadas de los toros.

Ahora siguen los ajustes con los de la banda de música, con los vendedores, los servicios médicos, los influyentitas etc., y ya con eso listo se enfrentaran a los gustos disímbolos del público que nunca estará totalmente de acuerdo en el cartel que les presentan, aparte de los inconformes del tendido, ni hablar eso de ser empresario serio va en serio, así que en serio para los serios el más serio de mis reconocimientos pues sin ellos no gozaríamos de una fiesta seria…

Y de los otros los que les cobran a los torerillos de la legua por torear y  sueltan la lengua ufanándose de dar fiesta, los que no pagan a los toreros lo acordado, los que anuncian toros y sueltan becerros, los imperialistas, los amedrentadores, los que mandan silenciar a los periodistas, los enemigos de la fiesta, los que ensabanados en fines benéficos lucran, los que tratan de evadir los servicios médicos especializados, los que mandan callar el clamor del tendido, los que ordenan orejas a los jueces timoratos, los que vetan toreros, los que manipulan basculas, los que se arreglan con la reventa,  por hoy no me ocupare de ellos  pa’ no ensuciar la columna.

 
EL LABERINTO DE LA EMPRESA DE TORO
Víctor José López EL VITO

Eduardo Pagés y su cuñado Ramón Valencia heredaron la empresa que lleva organizando los festejos taurinos desde hace más de 70 años en la Maestranza de Sevilla.

 Heredad como la del bodeguero, que heredó de su padre la bodeguita de la esquina. Aquel abuelo portugués, que fundó su negocio con un guacal de aguacates y otro de tomates y pimientos y unas cuantas latas de sardina, hasta convertir su abasto en el “super” que le sirve hoy al barrio.

  Eduardo Pagés y Ramón Valencia heredaron una sociedad empresarial fundada hace a finales de 1932 por Eduardo Pagés Cubiña, lo hicieron sin guacales pero con la gracia de la bragueta. Es decir desposando hijas y nietas de los herederos. Pagés Cubiña fue un catalán muy español, un gran taurino como pocos han existido en la historia del toreo.

Don Eduardo fue periodista, crítico taurino, editor y apoderado. Además ganadero, antes de meterse a empresario taurino.

Ingenioso don Eduardo, creó el charlotismo en el espectáculo, con grupos como ‘El Empastre’, ‘El chispa y sus botones’, ‘Fatigón y su tonto’ y ‘El bombero torero’, a los que contrató en Sevilla antes y durante su etapa de empresario. Como empresario montó su primera Feria de Abril en 1933 con cuatro corridas de toros y una novillada con picadores. Firmaba exclusivas contratando a los toreros con un apretón de manos, su manera de estampar una firma y cerrar un acuerdo. Organizó simultáneamente temporadas taurinas en Madrid, Santander, Salamanca y fue propietario de los cosos de San Sebastián y de Valladolid.

Cuando murió en 1945 tenía apenas 55 años de edad y se tuteaba como don Pablo Chopera y don Pedro Balañá, pioneros de la empresa taurina moderna. Chopera y Balañá fueron fundadores de importantes dinastías empresariales.  Hoy sus herederos, de Chopera y de Balañá -nietos y bisnietos de don Pablo y don Pedro-, pierden las plazas heredadas. Como se pierde Sevilla por unas declaraciones agresivas y destempladas, atizadas por la influencia del alcohol contra las figuras del toreo, por parte de Ramón Valencia se pierde la Maestranza de Sevilla en estos momentos que vivimos la plenitud de la feria de abril -este año, íntegra enclavada en mayo- con entradas lastimeras a las tribunas de la plaza del Baratillo.

¿Qué lección debemos aprender de esta situación? Pues algo que supo siempre don Eduardo Pagés y pregonó a los cuatro vientos. Lo importante del toro, su presencia y juego en la plaza. La jerarquía de sus toreros y el respeto a los públicos. Cosas que, al parecer Eduardito, nieto de Pagés Cubiña, y su cuñado no conocen bien, y por ello reviven el viejo dicho andaluz de que: “No hay nada más ingrato, que puta, torero y gato”.

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