Arte Francisco Álvarez
La fiesta nos une y
por ello es oportuno recordar al artista
que en los más recientes cincuenta años alcanzó la máxima idolatría y fervor
popular de todo un pueblo, como lo fue Juan Gabriel el de Parácuaro Michoacán,
del que como artista y símbolo de la musicalidad mexicana, no se necesita
subrayar más, pues bastaría con decir que el incienso se lo gano nota a nota,
canción a canción y como interprete recordar aquella noche de gala cuando en
Madrid se llevó las palmas en recompensa al sentimiento que le imprimió al
Huapango Torero (Tomás Méndez) y ¿cómo no recordar? la admiración que el ‘Divo
de Juárez’ sentía por ese torero significativo que lo es Ernesto Belmont y
quien siempre será ejemplo, que en esto del toro, la enjundia y el carácter son
simientes de la torería, a la que
Belmont sumaría su innegable personalidad y ese conectar con la gente en un
suspiro, como sucedió aquella tarde de 1987
en la Feria de Uruapan, cuando con motivo de que en la plaza no cabía ni
un clavel más, Juan Gabriel y ‘La Tariacuri’ tuvieron que acceder a las
barreras por medio de una escalera que les colocaron en el callejón, recuerda
el matador de la eterna sonrisa que ‘Juanga’ llegó con un sombrero michoacano y
su rebozo ¡Faltaba más!, Ernesto Belmont le brindó el toro al que desorejo y
previamente el sombrero purépecha rodara a sus pies, la amistad había nacido como por arte de
magia y de ahí con motivo de la presentación musical en la Plaza México, del
amo del Noa – Noa, se le ocurrió a Ernesto, que la publicidad girara en torno a
la tauromaquia y así Belmont dirigió las tomas fotográficas en las que Juan
Gabriel, luciera aquel terno precioso de las tardes de gloria, el Obispo y Oro,
de cuya casaquilla al portarla exclamó - Esto pesa demasiado - a lo que Belmont
le contestó con un; -Imagínatela con el miedo, no la aguantarías -.
Previo a la
presentación el torero le explicó detenidamente al cantante la simbología y el
respeto que merece la fiesta brava, el hijo pródigo de Juárez quedo vivamente
impresionado al hallarse en el túnel de cuadrillas el cual el matador hizo que
lo recorriera solo pa’ que sintiera el cante, lo que impresionó de tal manera al artista que
conforme se iba acercando a la boca de luz, tan
solo exclamó; - Siento que se me mueve el piso-, luego vendría la tarde de una Oreja de Oro en
Texcoco 1989, en la que si un toro de
Armilla Hermanos con 600 Kg no le perforo el pulmón, ni le quito la sonrisa a
Belmont, fue por puritito milagro y eso
había que celebrarlo y pa’ la ocasión la mejor manera de hacerlo, era en
barrera de primera fila del palenque, donde micrófono en mano Alberto Aguilera
Valadez que era el nombre real del autor del ‘Amor Eterno’ le dedicara al
toreador su actuación y ya después vendrían como en faena grande, una tanda y
otra y otra de coñac, ni hablar las figuras, con las figuras.
Arte Luis K
QUE CHILLE EL MARRANO
Me
preguntan ¿cómo los políticos controlan a los manifestantes anti toros?
– Pues aventándoles sus ‘guajolotas’ de
tamal verde o de mole con su buen trozo de carne de puerco, el que consiguieron
después de los mazazos que le metieron
hasta reventarle el cráneo al marrano y
luego con un cuchillote que más bien es un machete le atraviesan la yugular al
cerdo hasta desangrarlo en medio de los más espantosos chillidos y de ahí al
tamalito, con los de mole la cosa es distinta pues esos los preparan con la
carnita blanca y tiernita de los pollos que crían en estrechísimas jaulas y
luego los pasan por una banda eléctrica, en donde los electrocutan hasta que sus ojitos
se les ponen blancos y a darle que es mole de olla, y esto me lleva a pensar
que si esos especímenes creen que los animales son sus hermanos, los quieren
como tal y exigen el mismo trato igualitario que a los humanos, pues el hecho
de comérselos en ‘guajolotas’, tortas o tacos los convierte en caníbales ¿O no?
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