jueves, 15 de diciembre de 2016

GUADALUPANAZO MORANTIANO

         
                             
Ahora sí, que le digo a Doña Macuca, métase por sus propios remos a su cantón del Callejón del Cuajo, antes de que le pongan una camisa de fuerza y se la jalen pa’ la Castañeda,  por andar comparando  al de Puebla del Río,  andaluz y español por ende, con el aguascalentense.  Y es que sin chauvinismo o locura ¿Qué tiene que ver un toreador con el otro?, muchísimo menos tiene similitud la faena que esculpió José Antonio Morante, con la que  hizo José Guadalupe Adame, ¡Sí! ya sé que ambas fueron premiadas con dos orejas ¿y eso que? decir que aunque hubo similitudes en algunas cosas como lo fueron el que ambas las realizaron dentro de lo que la empresa  llamo  temáticamente la Feria Guadalupana  (por cierto ¿que se disputaron?, ¿quién fue la reina de la feria?)  que ambas ejecutorias se realizaron ante toros de la dehesa, hoy revaluada de Teófilo Gómez y que igual el toro ‘Peregrino’ de uno y ‘Mexicano’ de otro, fueron arrastrados como tráfico guadalupano merodeando la basílica,  Virgencita danos coherencia y sensatez, porque si le rascamos  nos encontraremos con varios hechos que terminarían desarrollando piedras en el hígado de algunos guadalupanos, comenzando por recordarles que la obra inmensaaaaaaaa que dio a luz, el maestro de la luz Morante de la Puebla, para muchísimos aficionados fue tan solo reconocida con dos peludas, cuando pa’ todos debió de haber sido galardonada con la cola, la pata y las criadillas premiación que por cierto ya ha sucedido en un albero, esto no se dio por dos causas, la primera que el juez Jesús Morales se vio iluminado por la sobriedad o que con el estallido sobrenatural, simplemente se trabo y ya no pudo sacar el pañuelillo de color verde, acción esta que por cierto ante los micrófonos fue minimizada por el genio español, mientras que la otra faena la de Joselito Adame, fue valorada exactamente al revés por el criterio del juez Enrique Braun, es decir; una faenilla, la magnificó.


 Pero como esta columna, a como se puede, trata de brindar tema de conversación, pues por ello decir, que después del cataclismo que se vivió en la Plaza México, el domingo pasado, inmediamente fenecido el festejo, el presidente de la Comisión Taurina de la Ciudad de México, y el coordinador taurino de la delegación Benito Juárez, de quienes de alguna manera depende el panel de jueces, los debieron de haber citado a todos juntos con sus asesores y hablar claramente sobre lo que había sucedido y que no fue cosa menor, pues Morante de la Puebla acababa de partir el toreo, en antes y después y por consecuencia debieron de dialogar hasta ponerse de acuerdo en cuál sería el criterio de valorización a partir del tiempo presente, pues se veía que después del faenón morantiano, dos orejas deberán de otorgarse solo en casos extraordinarios, lo cual además está muy bien, pues con ello se le estaría  devolviendo a la Plaza México la seriedad que nunca debió de haber perdido y como esto no se hizo a tiempo, a las veinticuatro horas ya se estaba presentando una inconformidad que se seguirá presentando durante toda la temporada, a excepción de las obras muy excepcionales y es que la comparación será por secula seaculorum y ¿cómo no lo va hacer? si ya estamos transitando por la época morantista.



Y  siguiendo con  la lidia del Alfa al Omega que brindo el divino, decir; que el quite ese que se receto  dejando a los aficionados con la boca abierta y que parece nadie sabe cómo se llama,  es el de ‘La Cigarrera’ el cual el propio torero bautizo con el gentilicio que se les da a la mujeres nacidas en Puebla del Río y a las que Morante imagina toreando con los vuelos y los holanes de sus faldas.

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