miércoles, 1 de febrero de 2017

EL PRIMER AÑO DE LOS 70


La Plaza México ha llegado hasta aquí sin que prácticamente en 71 años se le haya metido mano y eso es asombroso, pues todavía está de pie, en lo que a su estructura se refiere, lo cual no ha sido fácil pues en esos longevos años ha aguantado de todo, siendo lo más grave tal vez los  sismos que ha soportado, gracias a la arquitectura, la ingeniería, las manos y los lomos de los mexicanos que la echaron pa’ arriba, ciertamente hay que decirlo la plaza es bonita, pero lo sería mucho más con  grandes detalles, que de tenerlos luciría hermosa como por ejemplo en sus mejores tiempos se debió de haber pensado en revestir con arte la fachada del cucurucho de los generales, lo cual se pudo hacer con voluntad bilateral entre los dueños del inmueble y la empresa, que en ese momento estuviese lidiando, México ha sido cuna de grandes muralistas, en lo taurino  hoy  se cuenta con artistas de la talla del maestro Francisco Álvarez, el de los toros siluetados en acero rematados en resinas y bronceados o el de su divisa  personal colorida y bien trazada, en fin, son pensamientos tendientes a la hermosura de un inmueble que dejaría de serlo como tal pa’ convertirse en una obra de arte monumental.

En más y en comunión, donde el arte se funde para dar vida a esa expresión cultural llamada tauromaquia, realmente en el presente y menos en el pasado inmediato, no hay mucho por lo cual echar a volar las campanas por razones de todos conocidas, más esto no obsta como pa’ dejar pasar la fecha y si decir que la empresa se esmeró y en dos tardes que son las que dedicará al aniversario 71, barajeo las cartas con más habilidad que un croupier de los que hay que decirlo los hay maestros pero no perfectos, perfectos solo los Trincherazos de Silverio Pérez, los Naturales de Lorenzo Garza, las Verónicas de Luis Castro ‘El Soldado’, los estatuarios de Luis Procuna, los Martínetes y Desdenes de Manolo Martínez, la profundidad de Fernando de los Reyes ‘El Callao’, las banderillas de Mauro Liceaga, el carisma de Valente Arellano, la gallardía de Emilio Rodríguez, la hermosura en el tendido de María Félix, la elegancia de Agustín Lara, el micrófono de Pepe Alameda, la pluma de Carlos León, los trazos de Pancho Flores y por supuesto los tacos del ‘Negro’ Muñoz.

Hoy falto redondear con propiedad el cartel del sábado 4 de febrero, lo cual no se ha de haber hecho pienso por no tener Eulalio López ‘Zotoluco’ en estos momentos un heredero a quien entregar el bastón de mando y por ello, el mano a mano sacado de la manga, esa modalidad surge  de una rivalidad que en este caso no existe para nada, en todo caso se trate de un cartel con las máximas figuras de México y España (aguantando  las mentadas  que me están aventando quienes piensan que ese título corresponde a …) por otro lado se entiende que la empresa debe de cuidar la taquilla y por eso creo no se anunció la clásica encerrona de despedida o por qué Enrique Ponce no hubiera aceptado otra fecha, si de por si ¿quién sabe cómo le hicieron? porque lo lógico hubiese sido que el ‘Divo de Chiva’ fuera en el cartel del 5 en la que les calló como anillo al dedo Luis David Adame, el que en  papel de pajecito les va abrir pa’ asentarles a la gente a los supremos cardenalicios el de Puebla del Río y el de Velilla de San Antonio,  tarde en que la bola de cristal nos dice que  Adame tranquilizado se puede meter en el regazo del graderío, Morante dependerá de la vena y de la suerte torilera  y ‘Juli’ saldrá en perro de caza al que nadie se le va por delante.  ¡Ah!  y esperar que la jugada que le salió a la empresa de flor imperial, no la aborten los cuadrúpedos.

Y bueno, en esta fecha lo usual es mandar felicitaciones, pero en este caso yo me pregunto ¿a quién? Al dueño de la Plaza, a la empresa, a los ganaderos, a los toreros, a la afición, pues ahí repártanselas a como puedan.

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