domingo, 9 de junio de 2019

AMISTAD DE ALAMARES


México y Anexas…las Bardianas

¡Qué triste salida en hombros!,
¡Qué traje de torear, blanco sin luces doradas,
con luces de funeral!
Adriano Del Valle



  ¡Ah! que difícil me la pusieron entre el sentimiento y el avió pa’ atender el ineludible compromiso, de a una mano soltarle la punta al capote de los recuerdos, y embarcar los latidos del sentir por un amigo de solera que ahora también es nostalgia,  producto de la hermandad que forjaron  el difunto  de  coleta  Rafael Sandoval y la familia del arte de los Álvarez Benítez, con sus patriarcas Don Cristóbal y Doña Yolanda quienes así como tuvieron la entrega y la pasión en el amor pa’ con el póker de los suyos, también abrieron la espuerta del cariño y la preocupación  pa’ quien fue torero de la vida y del toro Rafael Sandoval el nacido  en la Tlalnepantla del Estado de México, lo que debió de haber ocurrido por el año del 56 del siglo anterior.

Pa’ naiden es un secreto que soy un escribano limitado en letras y en imaginación, así que imagínese usted el trance en el que entré cuando recibo la llamada del artista Fco. Álvarez con eso de; -Vengan unas letras, pa’ el torero que se ha’ io apenitas, por costumbre leo todo lo que se escribe de toros y toreros que vale la pena, ¡claro! lo que por ende es muy poco en la actualidad, la lectura en casos como éste la realice más que na’ pa’ no repetir lo escrito en global que en el caso que nos ocupa hay que decirlo, fue corto y mucho calcado.

Lo cual habla de una realidad triste, que es el que la nostalgia también es una tradición en extinción, más como no recordar a quien alejado del cliché y el troquel,  llegó hasta la Plaza de las Ventas de Madrid a tomar la alternativa y por si hiciera falta engrandecer ese acto hay que decir que ese honor, creo recordar tan solo lo han recibido una quintilla de connacionales, último de los cuales en colgarse en el pecho esa medalla fue  precisamente  ¡Sí! Sandoval.

El acontecimiento ocurrió dentro de una de las Corridas de la Hispanidad que fue la del año 1981 y subrayo, algo traería el mexicano en las alforjas pa’ que lo hubiesen colgado en ese cartel que por anfitrión llevaba a José Fuentes y con la representación colombiana a otro José, “Pepe” Cáceres, esto del espaldarazo  fue una isla esperanzadora entre los remolinos y tormentas de un antes y un después, de un torero oscilante desde siempre entre el vaivén  de la incertidumbre, de quien vivió en carne propia el que  la moneda a veces caía de cara o de cruz y también de canto con el que rueda vacilante y sí con incertidumbre porque en el toreo nada es parejo.

De aquellos días cuando una tarde torera era destino, nos relata el artista Fco. Álvarez, que por el año de 1977 o adelantito, el empresario de la Plaza México Dr. Alfonso Gaona,  ofrecía al novillero que cortara una oreja $ 5000.00, cantidad esa que alcanzaba pa’ llevar a casa todo un mes arrocito, frijolillos y hasta bistecs o también con esa lana se podía pegar un parrandón de Puerta Grande de esos sabrosos con chínguere sin discreción, cuates y gorrones a la vera, gachis de calentura, rasguear de guitarra y todavía quedaba pa’ comprarse también algunos trapos, por supuesto que por alguno de esos alicientes, Rafael Sandoval con pincelazos de arte y cojones alborotados  se montó   entre los pitones y le arrancó al novillo una peluda y con la sangre-tinta que le escurría le dio pa’ que le firmaran un bonche de novilladas.

¡Ah! Pero las más de las veces no fue así, de ya llegué y ¿cuándo toreo?, ¡no, no, no!, como aquella vez en que el pintor  Don Cristóbal que llegó de Colombia pa’ estudiar con brillantez en la Academia de San Carlos, hasta convertirse con el tiempo en as de los pinceles e ilustrar las portadas de la revista ‘Novillero’ y su señora Doña Yolanda que tuvo para el aprendizaje los estudios de danza de Bellas Artes, llegaron hasta la óptica en el Centro de la Ciudad de México, que también era empresa de la plaza y ahí le imploraron al Dr. Gaona  por una oportunidad para Sandoval, nos dice  Fco. Álvarez, que también es pintor chipén de lo taurino, que su madrecita  le dijo al empresario;  -Mire usted doctor,  Rafael es muy buen muchacho dele una oportunidad- a lo que el empresario le contestó; -Doña “Yolita” aquí no se necesitan buenos muchachos, aquí se necesita a uno que sea capaz de matar a su madre-.

Luego vino el tocar la puerta de Rafael Báez, sin encontrar la rendija  y  las caídas del viacrucis de los toreros que no se deslizan sobre el tobogán de las chequeras, las de papi o las de los mecenas esas que ablandan empresa, compran toros, conciencias de periodista que se convierten en sepultureros de fracasos e infladores de lo inexistente, desplazan a los meritorios y cuanta perrada pueda uno imaginar,  incluyendo a los influyentes, a los reventadores y sobre todo a esas trituradoras que se llaman monopolios, como estará la Fiesta que ahora hay que diferenciar entre carteles y cárteles.

Y así podría seguir el anecdotario de un torero al que las circunstancias le privaron de confirmar en la plaza más grande del mundo y sin embargo seguimos hablando de él, hasta que con el pasar del tiempo después de haberse convertido en  coleccionista de amigos, lo cual tiene guasa,  una noche de junio bajo el cielo de la Eterna Primavera,  Rafael Sandoval murió siendo torero, víctima de las cornadas que da la vida.


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