martes, 24 de junio de 2014

Sin Tapujos

LOS JUECES A LA MEXICANA

Bardo de la Taurina

En México al saldo rojo mayoritario con que se califica el ejercicio que ejercen o más bien, que dejan de ejercer no los jueces serios y éticos, sino los otros… jueces que tienen la obligación de aplicar los ordenamientos que marcan los Reglamentos Taurinos vigentes de la república y que en multitudinarias ocasiones son vulnerados ante las narices o con el consentimiento de los usías.

 Fallas o violaciones que comienzan por el imperdonable desconocimiento de leyes o normas vigentes y aplicables a la materia o cuando menos eso dan a entender algunos usurpadores o cabezas duras a los que no les entran las letras regidoras, otro de los aspectos que llevan a que se registren anomalías es el cómo entienden y aplican la acción llamada criterio y la otra problemática pues lo es el ‘pelelismo’.

Pero vayamos a las causas reales o supuestas que originan estas conductas y que se puede resumir a que más allá del conocimiento recaen en el hecho de que los señores de los palcos están quedando bien con alguien (es) o pa’ decirlo más claro que están actuando por ordenanza o temor a las fracciones del poder, que no lo es como lo debiera ser el público.

Esto se refleja en dos circunstancias muy visibles, la primera es el aprobar, permitir, tolerar que se lidien animales mallugando los principio básicos, elementales y hasta de naturalidad los que hasta un chalado entiende y es que los becerros son para ser lidiados en becerradas, los novillos en novilladas y los toros en corridas de toros desde luego si es posible rebosantes de trapío y sino cuando menos con solvencia.

El otro aspecto donde cojean los ‘jueces’ es en el manirroteo que los lleva a despilfarrar las orejas y las colas, lo cual también da que pensar ¿O a poco los ‘jueces Titanic’ piensan que el público se traga aquello que dice el pasodoble del maestro Agustín Lara ‘El Cordobés’? “Cordobés, Cordobés, con cuatro o cinco trapazos y dos o tres muletazos acabaste con el juez”.

 

Ante esto aficionados levantemos la voz, ejerzamos el derecho e iniciemos un movimiento en pro de instalar la obligatoriedad del REFRENDUM TAURINO de las autoridad, esto en el supuesto caso que efectivamente los jueces sean autoridad, porque parecería ser que esa honrosa responsabilidad, la honran solo unos cuantos.

 

AUTORIDAD EN PLAZA

Víctor José López EL VITO

En algunos países, como ocurre en México, los llaman Jueces de Plaza”, en otros como en España son Delegados de la Autoridad y, en Venezuela, los distinguimos como Presidentes de la Comisión Taurina.

Son ciudadanos ejemplares, entendidos aficionados y personas de recto proceder ante circunstancias confusas donde debe regir el menos común de los sentidos, el sentido común.

Joel Marín, gran aficionado, hombre de envidiable cultura universal y de profundo criterio taurino que me distinguió con su amistad. El “doctor” fue el primero de muchos grandes aficionados que he conocido en la vida, muy en especial en ese entrañable México que se me va de las manos junto a los más queridos amigos. Ya no ejercía Joel como Juez de la Plaza, cuando una tarde en Caracas, anunciado Luis Procuna en el Nuevo Circo nació una bonita amistad de años, regada en casa de Silverio Pérez y con algunas reuniones con Joaquín Rodríguez “Cagancho”, el maestro César Faraco, el distinguido aficionado Rafael García, padre del matador de toros y amigo Rafael García de La Querencia, y en las tertulias con el grandioso relator taurino Paco Malgesto.

Amigo y admirador de Rodolfo Gaona, Balderista, Garcista, Silverista, ninguno de estos “istas” influyó ni un gramo para inclinar la balanza de su justo proceder hacia o en contra de ningún torero. Su paso por la fiesta fue muy positivo, comentaba en días pasados con el gran aficionado Lalo Azcue. Hombre de anécdotas famosas que el matador Azcué relata con el afecto del amigo que se admira, porque el doctor Marín no se ha ido de la fiesta, hasta que tenga un lugar en los corazones de quienes le conocimos.

En Venezuela mi muy especial reconocimiento al doctor Luis Ernesto Navarro, entre los muchos y muy justos Presidentes de Comisiones Taurinas que hemos conocido. Tiene en su haber el doctor Navarro el haber exaltado la Plaza de Caracas a primera plaza de la República, más por su justa exigencia que por injusta severidad.

 

Juan Lamarca es mi ejemplo en España, Delegado de la Autoridad en la Monumental Plaza de toros de Las Ventas de Madrid durante 21 temporadas de manera ininterrumpidas. Desde 1976 hasta 1984 como Delegado del entonces presidente de Las Ventas Juan del Río. Como aficionado de calle, ya retirado el Palco de la Autoridad en Las Ventas del Espíritu Santo, este muy apreciado amigo y taurino de sensibilidad y vasto conocimientos entrega su vida a la fiesta dirigiendo el Círculo Taurino de Amigos de la Dinastía Bienvenida, y editando el blog Del Toro al infinito.

Traigo a la nota estas tres administraciones de Justicia Taurina, porque encarnan lo que realmente se trata de un Juez, un Presidente o un Delegado de la Autoridad. La exigencia para lograrlo es tan sencilla que se convierte en muy complicada.

La Autoridad Taurina, su función, no es otra que la de defender los intereses y los derechos del público aficionado. ¿Y cómo ha de lograrlo? Sencillamente ciñéndose al Reglamento Taurino Vigente.. Los tres lo hicieron, ninguno recurrió al nefasto protagonismo y mucho menos al abuso de la autoridad. Más bien hemos sido sus amigos los que de los tres hemos abusado de su ecuanimidad como aficionados en nuestras funciones de informador crítico de la fiesta.

Es la terna, mi terna Bardo de la Taurina, que me permito contratar para lidiar la corrida que me invitas compartir en estas páginas.

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