martes, 29 de julio de 2014

Homenaje a Hemingway

 
‘Sin Temor a los Temores'
Sin duda, un hombre de la estatura gigantesca en lo cultural, en lo taurino y en lo literario de Ernest Hemingway también  debió de haberlo sido en lo humanístico, pues solo así se puede entender el que impulsado por su espíritu aventurero, le haya brotado ¿ Ó tal vez desde siempre? ese don que es la conciencia.
 
 Esa conciencia, sin duda, fue la que llevo a Hemingway a saber siempre ante quien y ante que estaba parado y afrontar, con enjundia, con pasión, con valor y con coraje  todos y cada uno de los retos que en si significaban  una nueva  aventura, más es aquí donde uno se pregunta ¿y cómo lograba casi siempre conseguir el éxito?, pues lo lograba  porque antes de ello ya se había percatado de los temores siempre naturales en cualquier medida, que significaba el reto, y a base de vencerlos con inteligencia y férrea voluntad se concientizaba de que lo que vendría, siempre seria menos complicado, porque en la vida, nos enseña Hemingway, que a lo que realmente hay que temerle es a no a atreverse a vencer nuestros temores.
 
 Hemingway va más allá, y obsequia algunas confesiones sobre como venció los temores, y por ello estas letras son un homenaje a un hombre que no tuvo temor ni envidia de compartir su sabiduría.
 
 
Reflexiones
 
La espiral de nuestras vidas va del silencio al estallido, del negro al blanco, de la ignorancia a la cultura, de la esclavitud a la libertad, pero siempre se detiene o más propiamente, nos tiene anclados en un limbo que llega a convertirse en infierno, que es el albero de los temores, los reales y los irreales, los insuperables y los superables, los nuestros y los que sin serlos los hacemos nuestros, pero siempre están ahí asechando, y paradójicamente temerosos de que algún día despertemos plenos de confianza, de combatividad y no solo los enfrentemos sino que los venzamos.
 
Pero en ello, aunque usted no lo crea, se nos puede ir la vida misma, y es que el tiempo es uno de los aliados en el que cabalgan los temores, esos que llegan a tener rostro en ocasiones y en otras solo se dejan sentir, más la realidad es que nunca terminaremos de vencerlos, porque suelen renovarse casi a cada instante de nuestras vidas, y ahí están siempre desde en los actos más naturales como lo puede ser el cruzar una calle, hasta los casi heroicos de enfundarse en un terno de luces y enfrentar a un demonio de media tonelada.
 
Lo interesante de todo esto es que en los millones de palabras que Hemingway escribió, muchas nos enseñan que en la vida debemos de aprender de los demás, y lo primero que hay que aprender es el temor de un síntoma que se puede volver letal, si nos agarra desprevenido; así que reflexionemos y actuemos en el nombre de la conciencia.
 
                                             
Temor I
 
‘Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.’
Ernest Hemingway
 
 
Solo
Hoy el temor ya no es alternante, porque he aprendido a
querer al que traigo tatuado en mi piel de seda y oro, sin olvidarme de mis días en que corría la legua a golpe de calcetín, untado de mezclilla, camisilla zurcida , faja colorada, paliacate en el cogote y cachucha raída como el alma misma, por la desesperanza y el desaliento del que lucha y no ve la suya hasta que hace propia la arena bravía y torera, esa en la que si se triunfa y se asegunda,   se va por otra y otra tarde… y da pa’ distanciarse del  ayer  del temor, y si no pa’ seguir cavando un presente sin futuro.
 
Temor II
 
‘Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando lo intento’
Ernest Hemingway
 
 
Intento
El temor es la antesala del miedo, que en el toreo es cornada abierta y herida que no cierra, y gangrena el alma y el espíritu de aquellos que están castrados de valor, de enjundia, de decisión, que son los avíos de los usurpadores que se atreven a vestir de luces, los que viven en el limbo que, en sí, es el fracaso de los que no intentan ni morir en el intento, ni mucho menos vivir en el contento.
Más existe un miedo mayor a no intentar, y ese miedo es el fracaso de no darse valor pa’ asumir que más vale la honestidad que la falsedad.
 
 
Temor III
 
‘Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.’
Ernest Hemingway
 
Opiniones
 
Es la sociedad, los prejuicios, la incomprensión, los tiempos, los intereses, los políticos, la falsa moral, el exhibicionismo, los extremistas, los ignorantes, los enemigos de las artes, incluso quienes están poseídos por la envidia, son los que atacan a mi fiesta, la Fiesta de Toros, ¿Por qué?, ¿Por qué nací pa’ vivir como rey?, ¿Por qué los seres humanos en edad madura no pueden luchar por conservar su vida y yo sí?, ¿Por qué vengo de una estirpe donde el trapío es galanura?, ¿Por qué poseo los dones de la bravura, la casta, la nobleza?, no lo sé, solo sé que las opiniones contrarias, hieren , lastiman, perjudican pero nunca acabaran con mi raza, porque yo he nacido para morir en la plaza, en la más digna de las muertes, la de la Suerte Suprema.
 
Temor IV
‘Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo.’
Ernest Hemingway
 
Fe
 
El hombre  nace  como el sol y la sombra del tendido, como el día y la noche, diferentes, pero todos por igual con  temores y  miedos que deben de ir desapareciendo,  al  alimón que  el cuerpo y el espíritu crecen, de ahí que el hombre que no desarrolla las virtudes de fortalecerse y  valorarse a sí mismo jamás alcanzara los medios, que es donde torean los que están plenos de  valor y confianza, ésa de la que solo se podrá gozar si uno cree firme y convincente en  su propia fe, porque si yo mismo no creo en mí, siempre estaré  a la esperanza de  que los demás lo hagan por mí y eso es temor, cuando lo que se necesita en esta vida es temeridad.
 
Temor V
‘Temía al dolor hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.’
Ernest Hemingway
Crecer
 
Solo existe una divisa que permite crecer pleno, y sin la cual solo se estará existiendo o transitando, pues quien no ha toreado el dolor siempre vivirá bajo la amenaza de la fragilidad, por ello no debemos temerle ni rehuirle por más que cale, solo hay que estar preparados para lidiarlo, siempre bajo el principio y la firme creencia que todo lo que duele fortalece, así que siempre alertas y listos pa’ salirle al toro del dolor, que si bien no es un turrón, sí es un trago amargo,  que hay que pasaportarlo, una y otra vez, porque el crecer es una faena que nunca debe decrecer, por ello a plantarle cara a la vida aunque nos venga adolorida, pues siempre será la maestra de la vida misma.
 
Temor VI
‘Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras’
Ernest Hemingway
 
Verdad
 
El agua, el viento y las verdades son elementos, que si no son claros, trasparente y nítidos enturbian la vida de la naturaleza y de los seres que la habitan, en cualquiera de sus especies, más sin embargo, el hombre las va capoteando con frecuencia, por la razón de que tal vez no conoce el beneficio de las cristalinidad, pero ello, a final de cuentas, es un plus en la vida de los seres humanos. ¿Mas, nos hemos puesto a pensar lo que significa vivir entre nubarrones, engaños y mentiras? eso sí que es un daño a nuestra moral, integridad, honestidad y ética ¿porque no armarnos de valor y tomar al toro por los cuernos? afrontando cualquier verdad por dolorosa que pueda ser y no seguir escondidos dentro del disfraz de la deshonestidad, que a fin de cuentas es la cobardía del que le teme a la verdad.
 
                              Temor VII
Temía al a muerte, hasta que aprendí que no es el final sino más bien el comienzo’
Ernest Hemingway
 
Vida y Muerte
 
Si la vida es un acto al que se llega así sin más, ¿entonces por qué temerle con tintes hasta pavorosos al fin de ella, si fue un regalo, que traía un destino llamado muerte? ¿Vale la pena temerle a algo tan natural como la muerte? ¡Claro que no!, ¿entonces porque no meterle filosofía a la vida de cara a la muerte?  y pensar al libre albedrio, en cómo no cargar una loza temerosa, y si en cambio pensar en cómo ir ligero por la vida para así llegar ídem a la muerte, y aunque nada está comprobado, un gran pensador como lo fue Hemingway, pensaba que la muerte no es el final sino el comienzo ¿ de qué?, eso depende de sus creencia, yo lo que pienso es que siempre los comienzos son esperanzadores, así que fuera temores, que ya lo expreso el gran trianero Juan Belmonte ‘Quién dijo miedo si pa’ morir nacimos’
 
                                  
                               Temor VIII
‘Temía al odio, hasta que me di cuenta que no era otra cosa más que ignorancia’.
Ernest Hemingway
 
Ignorancia
 
Todos los instintos, todos los pecados, todas las desviaciones que emanan del odio denotan proclividad a los retorcimientos del alma,  a todo lo insano que significa vivir o más bien morir, por los agobios vánales que desfoga  la maldad, la perversidad, esa que daña al prójimo y que termina devastando a quien la genera, pero eso, eso  es problema del enemigo, al que  como antídoto hay que detectarlo primeramente en sus alcances que, si son  físicos o materiales  nos obligaran a andar en la alerta y si solo son verbales, démosles el  trincherazo, y cual maestro torero, estemos prestos a pegar el mejor de los desdenes’, que es propio de quienes saben que el odio es puya, pero el ignóralo es toledana.
                                                           
                                 Temor IX
‘Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mi mismo.’
Ernest Hemingway
 
Reír
 
Que adusto y hasta patético debe resultar vivir, o más bien no vivir, por estar aprisionados en el temor que significa el tomarnos demasiado en serio, pensando que todo aquello que no está almidonado, acartonado, tieso, arrugado es ridículo, cuando lo ridículo y a lo que le debemos de temer es a no aprender que si  nos reímos de nosotros mismos, lo que pueda venir de la demás gente nos estará provocando risa, pero sobretodo el aprender a reírnos nos permitirá vernos agraciados con la enseñanza gratuita,  que bien aprendida nos otorgará el titulo más redituable, que es el de no preocuparnos por lo que no vale la pena, así que vámonos riendo ahora que estamos a tiempo y recordemos que más vale el instante de una carcajada, que una vida de amargura.
 
                                              
Temor X
 
‘Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.’
Ernest Hemingway
 
Sabiduría
 
A fuerza de ser sincero, eso de querer maridar la vejez con la sabiduría francamente viene siendo un camelo que además no tiene razón de ser, pues por principio de cuentas si así fuese la vida sería una fábrica de ‘sabios’, y entonces en lugar de que circularan premios de jubilación deberían de circular Premios Novel, pues todos serian  ‘sabios’, esto tiene un razonamiento y  lo es meritorio en ambos casos y por separado, ahora que si aparte de ser viejo se cultivó por años la capacidad y desbordo la normalidad, entonces sí se puede calificar a un hombre viejo como sabio, mientras tanto ojalá los viejos se preocupen por ser dignos, y los que todavía no,  por prepararse a serlo, comenzando por  no tener miedo a asumirse como tal.
 
Temor XI
‘Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme más.’
Ernest Hemingway
 
Pasado
 
Si en el pasado de todo ser humano siempre ha habido una canasta de logros y felicidad, como también un costal de errores y desdichas, y se tiene en el presente la oportunidad de elegir ir más ligero ¿Por qué temerle a los recuerdos del pasado cuando bien se pueden dejar enterrados allá, en el pasado?, en lugar de ir cargando esa pesada carga, que con los años llega a convertirse no nada más en una loza sino en un freno al propio crecimiento, y más aún nos hemos puesto a pensar ¿ si nosotros mismos somos responsables de ese pasado, o lo fue el destino o las circunstancias? lo cierto es que como haya sido es pasado, pero también es olvido que llama, o que cuando menos requiere de pasarle la podadora a lo que hay que podar.
 
                                Temor XII
‘Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.’
Ernest Hemingway

Luz
Las tinieblas, el inframundo, la oscuridad existen porque existen seres que nacieron para sucumbir poco a poco en la oscuridad, y esos especímenes son aquellos que anuqué temerosos y seguramente incomodos, no se atreven a levantar la cabeza y mirar hacia arriba,  que es donde el cielo se pinta de colores y se adorna de luminosidad hasta alcanzar la refulgencia, que solo las estrellas brindan en caudalosa lluvia; que no tiene más límites para acceder a ella que la convicción de que la luz siempre estará al final de los senderos oscuros, por ello lo importante es siempre mirar adelante, cual Puerta de Cuadrillas, donde después de la oscuridad espera la luz luminosa de la pandereta torera.
 
Temor XIII
‘Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.’
Ernest Hemingway
 
Volar
Pasan los días con sus noches a cuestas y el hombre sigue deambulando, sigue atemorizado entre la duda de seguir vegetando o navegando a media agua,  sin atreverse a tomar impulso rumbo a los vientos del cambio, ese que  todos necesitamos alguna vez, pues la vida por su propia naturaleza es mutante y con ella todo varia, más lo importante es nunca jamás tenerle miedo a ello, y menos dejar de provocar el cambio, pues en él  va implícita incluso la sobrevivencia, no nada más en el aspecto físico, que no se detiene sino en lo moral, en lo espiritual, que a final de cuentas es lo que permite a los seres abrir las alas y volar, volar, volar.
 

Reflexión Final
‘Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.’
Ernest Hemingway
Lección
Por siempre, serán los genios de los que hay que aprender la maestría de la vida, esos personajes que rompen moldes y marcan diferencia, como lo fue y lo es Ernest Hemingway, un hombre que a través de sus letras, que en sí son latidos de su corazón, le aprendí que todos los días se vive, pero siempre será mejor vivir sin temores.
 
 
 

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