‘Sin
Temor a los Temores’
Bardo de la Taurina
La progenitora de aquel toreador de la legua que lo fue Paco’
Cruz (Lo llamaban El Suave) damisela que
por línea consanguínea cual flecha directa le tocaba llevar el apellido de un
mentado General Cruz al que se le indigestaban los cristeros con su padre Pro y
su madre Conchita, entre sus diabluras
que olían a pólvora y sus linduras de las que se destacó el gusto por la Fiesta
Brava de la cual le llegó para su cobijo un chaval de gallega nacencia llamado
Juan Orol el que terminó viéndoselas con
ese personaje azufrarado que lo fue
Maximino Ávila Camacho, ese que
pretendía que la Plaza México llevaría sus apellidos, el que quiso saciar su
vanidad de ganadero y le quemaron un toro de lo manso que era en pleno ruedo
con una pira que se formó con los cojines que en tropel cayeron de las alturas
y pa’ rematar cuenta uno de los renglones torcidos de las leyendas negras que a
raíz de que el hermano tirano del presidente Manuel Ávila Camacho, quiso
correrle la mano, alborotarle el
pelambre zaino y adjudicarse el rabo de la rumbera María Antonieta Pons,
que tenía quereres con Orol y este largaba que enveneno al tirano, lo cual parecería no fue
del todo exacto, pues en lo particular el Bardo, no considera que los alcances del
fantasioso ‘Johnny Carmenta’ nombre
gansteril del todólogo Juan Orol, dieran para tanto, el caso es que cuando este
escribano escuchaba las ligas del abuelo el mencionado General Cruz quien decía
‘que él no mataba curas, solo los mandaba al infierno’, con ese mundo sórdido la
neta que los ‘Temores a los Temores’ le aparecían a este escribano desde
siempre.
Aquello fue por parte de la descendencia materna, más por la
paterna las cosas no se entonaban mejor, pues imagine usted que en el hacienda
‘Sombretillo’ de la familia del toreíllo allá en Durango se dio el incidente ese que registra la
historia en el que quedó involucrado un
hijo del hacendado con la hermana del tal Doroteo Arango, quien mató al lagartijo
López Negrete, que porque dizque le había hecho la faena a la hermana del que
se convertiría en Pancho Villa, el cual juró acabar con toda la descendencia de
los del apellido pomadoso de ahí que el abuelo, el padre, los hijos, la tía
Lolita, que no era otra que la mismísima Dolores del Rio, tuvieron que emigrar
a tierras lejanas para que la ira y las balas
del que había asesinado no alcanzaran a la familia lo que si alcanzó fue
a intensificar los ‘Temores a los Temores’ de este escribano quien había sido
advertido que cuando se apareciera por las duranguenses laderas se pusiera
abuzado, primero a quien le dirigía la palabra, pues no sea que se fuera a
topar con algún descendiente de Villa y usted sabe que cuando la sangre es resabiada permea en los encastes a
pesar del paso del tiempo.
Ante esas vivencias resulta cuando menos pa’ mi menda lógico
que por muchos años en mi espuerta cargara los reductos de los ‘Temores a los
Temores’, hasta que un día como caídos del cielo vía la mano afortunada de Doña
Silvita Pérez Domínguez, quien es hija de un ‘Príncipe’, de un ‘Monarca’, de un
‘Compadre’ amo de Pentecostés e ídolo mayor del México Taurino, como solo el
maestro Silverio Pérez lo ha sido, hizo llegar hasta mi los ‘Temores’ del
genial Ernest Hemingway, el galardonado
con el Premio Novel, por esas cosas del destino que es el devenir de los
acontecimiento ese genial director hollywoodense que lo es Robert Richardson,
el de los tres ‘Oscares’ estatuillas por
cierto para las que posó el ‘Indio’
Fernández, me honro obsequiándome la
obra primera edición 1927 ‘Muerte en la Tarde’ de Ernest Hemingway, ante tales
joyas e impulsado por lo que el escritor norteamericano significó como impulsor
de la Fiesta Brava española y en particular de Pamplona con sus San Fermines,
el Bardo de la Taurina en calidad autoral decidió homenajear al autor de ‘Viejo
y el mar’ a través de de lo cual se
germino el ensayo ‘Sin Temor a los Temores’.
La obra en sí cobra dimensión basada en que de cada uno de
los catorce pensamientos sobre los ‘Temores’ que esbozo Hemingway, ésta pluma
los llevo al albero de la reflexión en torno a lo que palpita dentro del mundo
bravo de la fiesta y así el autor se inmiscuye incluso en el pensar imaginario
del toro de lidia.
Temor III
‘Temía lo que
la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.’
Ernest Hemingway
Opiniones
Es la sociedad, los
prejuicios, la incomprensión, los tiempos, los intereses, los políticos, la
falsa moral, el exhibicionismo, los extremistas, los ignorantes, los enemigos
de las artes, incluso quienes están poseídos por la envidia, son los que atacan
a mi fiesta, la Fiesta de Toros, ¿Por qué?, ¿Por qué nací pa’ vivir como rey?,
¿Por qué los seres humanos en edad madura no pueden luchar por conservar su
vida y yo sí?, ¿Por qué vengo de una estirpe donde el trapío es galanura?, ¿Por
qué poseo los dones de la bravura, la casta, la nobleza?, no lo sé, solo sé que
las opiniones contrarias, hieren , lastiman, perjudican pero nunca acabaran con
mi raza, porque yo he nacido para morir en la plaza, en la más digna de las
muertes, la de la Suerte Suprema.
El Próximo martes en punto de las 19 hrs. la Consejería de
Educación de la Embajada de España abrirá la Puerta Grande para que se dé la
noche del debut estelarizada en el tercio literato por el filósofo Agapito
Maestre, en el de la poesía por el poeta Jaime de Casas Puig, en el fotográfico
por el artista Mundo Toca, quienes en un acto de tolerancia le harán un hueco
al autor El Bardo de la Taurina.
A la obra se tendrá acceso a partir de esa misma noche a
través de http://charlasdeltupinamba.blogspot.mx/
y con posterioridad aparecerá impresa en mano a mano con el arte español del
Museo Soumaya, bajo la edición de lujo de Transatlántica de Educación.
Gratitud plena en palpitar de corazón a Don Agapito Maestre,
Consejero de Educación de la Embajada de España en México, y respetuosamente a
la Madre Patria.
‘Adiós mi España querida dentro de mi alma te
llevo metí’a aunque soy un emigrante jamás en la vida yo podre olvidarte’
Cita en sitio
Hamburgo # 6 esq. con Berlín Col. Juárez México D.F.
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