domingo, 27 de marzo de 2016

TOROS EN EL ZOCALO


Bardo de la Taurina

 Me preguntaban  ¿si existe similitud entre las ferias de México  con las de España?, la contestación habría que darla con varias respuestas, en lo taurino ninguna feria azteca  se podría comparar con las ibéricas. La razón es que una fiesta no tiene nada que ver con la otra y esto no quiere decir que la azteca este degradada, simplemente que es distinta, aclarando que es así, porque  los industriales del negocio lo quieren así, esto porque el toro chico y descastado sale más barato y sobre todo, porque el desastre lo permiten las masas.

Relativo a la ferias donde sale el toro al ruedo, bastaría con comentar que en la Ciudad de México, que es una de las más grandes capitales del mundo,  ni a feria llega  y por ello desde aquí lanzamos la propuesta, de que dado que en este territorio, el que  ha sido distinguido como el mejor destino turístico del orbe al acreditársele el Worl’s Best Award, lo que en parte se debe a los eventos o espectáculos que su gobierno el que pronto tendrá su propia constitución, ha venido presentando en el Zócalo  actuaciones  por citar algunas que van desde las impresionantes maniobras acrobáticas realizadas por el piloto gringo Chuck Aarón, en el helicóptero alemán de Red Bull para la más reciente película Spectre del agente 007, y que decir de la espectacularidad  que le imprimió el piloto español de la Formula 1 Carlos Sainz a su bólido, en la Plaza de la Constitución.

Ante eso, desde aquí le recordamos o informamos a las autoridades de la capital mexicana, que en el año 1526 o sea hace casi 500 años, en la Plaza Mayor se celebró la primera Corrida de Toros, precisamente en donde hoy está la Catedral Metropolitana. Para esa ocasión se trajeron toros españoles de la región de Navarra pertenecientes al hierro de Don Juan Gutiérrez Altamirano, en referencia a ellos el inmenso Ortega y Gasset diría: ‘Eran toros compactos más prestos y agiles en sus movimientos’.

Tal vez el gobierno de la Ciudad de México no esté al tanto de que aquí se encuentra la Plaza de Toros más grande del mundo y que al conjuro de nombres como Pablo Hermoso de Mendoza, Morante de la Puebla, José Tomás / Pepe Tomy, y los oriundos como Rodolfo Rodríguez ‘El Pana’, Joselito Adame y    hasta el torero del pueblo el senil Eloy Cavazos quien anda tirando anzuelos pa’ haber en donde celebra su cincuentenario  de  alternativado, repletarían el Zócalo logrando incluso imponer un record Guines de asistencia a una corrida de toros, con lo que lograrían  que el nombre de la Ciudad de México, volara más alto que aquel globo de Cantoya que en el año de 1863 se elevó desde el Zócalo  y luego cayó sobre el techo del Palacio Nacional.

Aquí está la propuesta por adelantado, la cual se oficializará el próximo 16 de abril, frente a donde se encontraba la Plaza de Toros del Voladero, durante la presentación de la obra editorial ‘Centro Histórico, crónicas inéditas’ del cual podremos adelantar que en uno de sus capítulos viene un referencial de aquella ocasión en que el torero más majo que ha parido Sevilla  Joaquín Rodríguez ‘Cagancho’, fue recibido por el Presidente de la República que lo debió de haber sido López Mateos, el cual nombro al torero trianero su asesor particular en materia taurina y es que la Fiesta de Toros y Toreros es;  cultura, arte e  historia, no quererlo ver así es cuestión de oftalmología  ¿o no es esa la ciencia que se ocupa de la ceguera?

 Pa’ la otra respuesta,  la relativa al ambiente,   habrá que buscar a Carlos Millet,   del programa ‘De Toros, De Ferias y Algo más’  y preguntarle sobre el paralelismo, si es que existe, entre las  ferias  de ambos países, ‘Háaablele’  a Millet  lo pueden localizar en el famoso ‘3’ en Sevilla a la vera de la Maestranza   paladeando un Rabo de Toro Glaseado al vino tinto, como preámbulo a rematar con un Cardenal de Mendoza, por aquello del Domingo de Resurrección, y si ya se piro lo encontrara  por los tablados de Triana, en donde  José Antonio Morante no ha de querer ni pinchar una aceituna  y si enredarse en el talle de una sevillana, pues ya quedo claro que lo de él, es correr la mano con preciosura, torear entre holanes de fantasía y ponerse guapo en los terrenos del embrujo, que son en los que los duendes bajan al Guadalquivir y las musas se entregan al más gitano de sus nazarenos, el de la Puebla del Río.

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