domingo, 29 de mayo de 2016

En la Nueva España martirio en la Madre Patria algarabía.


Bardo de la Taurina

Lo que fue la capital de la Nueva España, por estos días cambio de denominación ahora se llama Ciudad de México, cuando lo propio hubiese sido denominarla como la ciudad de los martirios, del caos, de lo incomprensible. Y es que mire, si usted no vive por acá, es muy probable  que no esté enterado que esta ciudad materialmente se está asfixiando, es decir, se está ahogando víctima de lo que se conoce como contaminación y que no es otra cosa que el resultado de las cantidades bestiales de humo y partículas ofensivas que emana, las fábricas, el transporte, el parque vehicular, las chimeneas móviles asfálticas, los anafres de fritangas, los quemadores de carbón pa’ los tacos, los lanza fuegos de las esquinas, y hoy los fumadores de mariguana tolerados que aparte del humo que echan, apestan a petate mojado y mil cosas más, bueno, esto digamos que acá es normal, porque  hace años los capitalinos están jodidos en materia de salud urbana o ambiental, ¿pero qué paso este Jueves de Corpus Christi?


Pues que, quien como mi menda que es taurino y ateo ese día amaneció con la ilusión de correr al Salón España,  en pleno Centro Histórico, pa’ más  señas a espaldas de donde estuvo la Plaza de toros de El Voladero que fue la primera  que hubo en la  ciudad hace ya casi quinientos años, por ello la Fiesta Brava está considerada la festividad popular más antigua  del país  y por ende de la capital, razón ésta más que justificada, lógica e imperante que en la Ciudad de México ahora que se está gestando una nueva Constitución la Fiesta Brava sea declarada Patrimonio Inmaterial sumándole a ello que esta ciudad turística por antonomasia y hoy mástil en el mundo en ese giro, cuenta con la Plaza de Toros Monumental México, que es la más grande del mundo, la batalla que se librara no solo por mantener la tradición sino por el acto de ser blindada será titánica.

Esta decisión dependerá más que del sentido común, de quienes en sus manos la tendrán, la que hay que decirlo, no es del todo pura, pues antes del ver por la tradición, la cultura, las artes, el esparcimiento, el turismo, la manutención de las familias que viven de la Fiesta Brava y   la derrama económica o ingresos que significa para la hacienda local vía el pago de impuestos, los partidos políticos tendrán que librar una lucha sórdida entre ellos, pa’ lograr unificar criterios y es, en esa rebatinga de criterios, donde se puede desfondar el jarro cultural, más confiemos que la razón y el sentido común prevalezca por sobretodo y a pesar de todo.

España nos heredó la Fiesta Brava, nos trajo los toros, nos obsequió a la inmensa pluma y voz de Pepe Alameda, México le ha dado el temple a los toreros españoles, adoptó, les dio cariño y les dio idolatría a figuras ibéricas tan emblemáticas como 'Cagancho', 'Manolete', 'El Cordobés', Paco Camino, 'El Niño de la Capea', México les dio suertes tan de boga hoy en día como 'La Arrucina' (Talavante),  ‘La Zapopina’ / 'La Lopecina', ( 'El Juli') el máximo músico taurino el mexicano Agustín Lara le compuso a la España torera 'Granada' y 'El Gitanillo' entre otras joya.

 La Ciudad de México  está en peligro real de perder a la Fiesta Brava y esto lo constato porque de así suceder como parece va a ser, salvo que la retórica  de algunos hombres de la cultura y de intereses económicos de apellidos poderosos  se imponga a la necedad y a los caprichos de las turbas políticas, esto afectaría a los toreros españoles quienes desde hace años en las arenas de la   Plaza (playa) México han venido a vacacionar y a tomarnos el pelo con torillos de cuerda, esto claro, con la complicidad de la empresa, de algunos ganaderos, jueces y la tolerancia de un gran grueso de aficionados y parte de la prensa complaciente, la que por una acreditación se han callado la verdad y  ahora se les puede terminar su resort que pa’ ellos es tan maravilloso, pues además les proporciona unas fuertes cantidades de dólares por hacer la pasarela y esto hay que constatarlo es una de las causas por las que la afición capitalina se ha alejado del albero monumental, provocando con ello gran parte de la debilidad y de los estertores que hoy padece la Fiesta Mexicana, ma’ como dicen los gitanos ‘Los Milagros son chifladuras, pero la Buena Suerte es capricho que cambia de rumbo y suele acomodar lo desacomodado’.

Bueno andaba en que ese jueves,  mi menda ilusamente pensaba que como en   Madrid seguía San Isidro y en el histórico Toledo con motivo del día de Corpus Christi se celebraría una corrida que resulto épica, más allá de las nueve orejas que se repartieron el que un día antes acompañara a las Ventas al emérito  Rey Juan Carlos de Borbón,  el valenciano Enrique Ponce, el madrileño  de Velilla de San Antonio Julián López ‘El Juli ‘ y  Álvaro Lorenzo el oriundo de la tierra toledana, el Bardo pa’ sentir el cante y mirar toros en el plasma de la taberna del Salón España, el que por cierto  pronto estrenara salón taurino, pues tomo camino pa’ allá, pero aunque usted no lo crea en la desembocadura de una de las más concurrida de las avenidas que es la de Tlalpan y en el inicio de la de 20 de Noviembre  que conduce derechito a  la Plaza de la Constitución frenaron desviaron, congestionaron a miles de automovilistas, para que contaminaran al máximo el ambiente enrarecido de esta ciudad.

Pero eso no fue todo, las incomprensibles autoridades permitieron que un ruidero  descomunal que también es contaminante saliera por larguísimo tiempo de las campanas de la catedral, dañando tímpanos al por mayor, todo ello como marco dramático a que tres individuos vestidos con largas sotanas blancas bordadas  con cruces en el torso  de hilos dorados y que iban sobre un transporte más largo que el Papamóvil  con adornos florales, barandales de herrería y faldones de terciopelo, previa camionetota abriendo paso,  incluyendo a una cuadrillas de tres inocentes seminarista o  monaguillos  que  estoicos soportaban los calcinantes rayos del sol del  mediodía con el fin de resguardarles las tatemas a los prelados con sombrillas que llevaban  los colores  del Vaticano, para proteger a los pomadosos sacerdotes de  los calcinantes rayos del sol, eso mientras displicentemente recibían las  caricias de  los vivas y las ovaciones de miles de feligreses  acarreados y sudorosos, mas eso no era toda su comitiva ¿Qué cree usted? Los señores de la Iglesia Católica se hicieron escoltar por señoritas edecanes vestidas  de negro pa’ que les ardiera la piel, las cuales al estilo guaruras marchaban a los lados del inmenso vehículo.

Yo pregunto ¿Hay derecho que las autoridades promotoras de los ‘Pitos de la burla’, hayan colaborado a que millones de capitalinos fuéramos dañados a un más por la contaminación y que este escribano fuera privado de presenciar en la cantina la corrida de toros?... ¡No hay derecho!

¿Qué México no es un país laico?
  

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