Bardo de la Taurina
Lo que fue la
capital de la Nueva España, por estos días cambio de denominación ahora se
llama Ciudad de México, cuando lo propio hubiese sido denominarla como la
ciudad de los martirios, del caos, de lo incomprensible. Y es que mire, si
usted no vive por acá, es muy probable que
no esté enterado que esta ciudad materialmente se está asfixiando, es decir, se
está ahogando víctima de lo que se conoce como contaminación y que no es otra
cosa que el resultado de las cantidades bestiales de humo y partículas ofensivas
que emana, las fábricas, el transporte, el parque vehicular, las chimeneas
móviles asfálticas, los anafres de fritangas, los quemadores de carbón pa’ los
tacos, los lanza fuegos de las esquinas, y hoy los fumadores de mariguana
tolerados que aparte del humo que echan, apestan a petate mojado y mil cosas más,
bueno, esto digamos que acá es normal, porque
hace años los capitalinos están jodidos en materia de salud urbana o
ambiental, ¿pero qué paso este Jueves de Corpus Christi?
Pues que, quien como
mi menda que es taurino y ateo ese día amaneció con la ilusión de correr al Salón
España, en pleno Centro Histórico, pa’
más señas a espaldas de donde estuvo la
Plaza de toros de El Voladero que fue la primera que hubo en la ciudad hace ya casi quinientos años, por ello
la Fiesta Brava está considerada la festividad popular más antigua del país
y por ende de la capital, razón ésta más que justificada, lógica e
imperante que en la Ciudad de México ahora que se está gestando una nueva
Constitución la Fiesta Brava sea declarada Patrimonio Inmaterial sumándole a
ello que esta ciudad turística por antonomasia y hoy mástil en el mundo en ese
giro, cuenta con la Plaza de Toros Monumental México, que es la más grande del
mundo, la batalla que se librara no solo por mantener la tradición sino por el
acto de ser blindada será titánica.
Esta decisión
dependerá más que del sentido común, de quienes en sus manos la tendrán, la que
hay que decirlo, no es del todo pura, pues antes del ver por la tradición, la
cultura, las artes, el esparcimiento, el turismo, la manutención de las
familias que viven de la Fiesta Brava y
la derrama económica o ingresos que significa para la hacienda local vía
el pago de impuestos, los partidos políticos tendrán que librar una lucha
sórdida entre ellos, pa’ lograr unificar criterios y es, en esa rebatinga de
criterios, donde se puede desfondar el jarro cultural, más confiemos que la
razón y el sentido común prevalezca por sobretodo y a pesar de todo.
España nos heredó la
Fiesta Brava, nos trajo los toros, nos obsequió a la inmensa pluma y voz de
Pepe Alameda, México le ha dado el temple a los toreros españoles, adoptó, les
dio cariño y les dio idolatría a figuras ibéricas tan emblemáticas como
'Cagancho', 'Manolete', 'El Cordobés', Paco Camino, 'El Niño de la Capea',
México les dio suertes tan de boga hoy en día como 'La Arrucina' (Talavante), ‘La Zapopina’ / 'La Lopecina', ( 'El Juli') el
máximo músico taurino el mexicano Agustín Lara le compuso a la España torera
'Granada' y 'El Gitanillo' entre otras joya.
La Ciudad de México está en peligro real de perder a la Fiesta
Brava y esto lo constato porque de así suceder como parece va a ser, salvo que
la retórica de algunos hombres de la
cultura y de intereses económicos de apellidos poderosos se imponga a la necedad y a los caprichos de
las turbas políticas, esto afectaría a los toreros españoles quienes desde hace
años en las arenas de la Plaza (playa) México han venido a vacacionar y
a tomarnos el pelo con torillos de cuerda, esto claro, con la complicidad de la
empresa, de algunos ganaderos, jueces y la tolerancia de un gran grueso de
aficionados y parte de la prensa complaciente, la que por una acreditación se
han callado la verdad y ahora se les
puede terminar su resort que pa’ ellos es tan maravilloso, pues además les
proporciona unas fuertes cantidades de dólares por hacer la pasarela y esto hay
que constatarlo es una de las causas por las que la afición capitalina se ha
alejado del albero monumental, provocando con ello gran parte de la debilidad y
de los estertores que hoy padece la Fiesta Mexicana, ma’ como dicen los gitanos
‘Los Milagros son chifladuras, pero la Buena Suerte es capricho que cambia de
rumbo y suele acomodar lo desacomodado’.
Bueno andaba en que
ese jueves, mi menda ilusamente pensaba
que como en Madrid seguía San Isidro y
en el histórico Toledo con motivo del día de Corpus Christi se celebraría una
corrida que resulto épica, más allá de las nueve orejas que se repartieron el
que un día antes acompañara a las Ventas al emérito Rey Juan Carlos de Borbón, el valenciano Enrique Ponce, el madrileño de Velilla de San Antonio Julián López ‘El
Juli ‘ y Álvaro Lorenzo el oriundo de la
tierra toledana, el Bardo pa’ sentir el cante y mirar toros en el plasma de la
taberna del Salón España, el que por cierto
pronto estrenara salón taurino, pues tomo camino pa’ allá, pero aunque
usted no lo crea en la desembocadura de una de las más concurrida de las
avenidas que es la de Tlalpan y en el inicio de la de 20 de Noviembre que conduce derechito a la Plaza de la Constitución frenaron
desviaron, congestionaron a miles de automovilistas, para que contaminaran al
máximo el ambiente enrarecido de esta ciudad.
Pero eso no fue todo,
las incomprensibles autoridades permitieron que un ruidero descomunal que también es contaminante saliera
por larguísimo tiempo de las campanas de la catedral, dañando tímpanos al por
mayor, todo ello como marco dramático a que tres individuos vestidos con largas
sotanas blancas bordadas con cruces en
el torso de hilos dorados y que iban
sobre un transporte más largo que el Papamóvil
con adornos florales, barandales de herrería y faldones de terciopelo,
previa camionetota abriendo paso, incluyendo a una cuadrillas de tres inocentes seminarista
o monaguillos que estoicos soportaban los calcinantes rayos del
sol del mediodía con el fin de
resguardarles las tatemas a los prelados con sombrillas que llevaban los colores del Vaticano, para proteger a los pomadosos
sacerdotes de los calcinantes rayos del
sol, eso mientras displicentemente recibían las
caricias de los vivas y las
ovaciones de miles de feligreses acarreados y sudorosos, mas eso no era toda su
comitiva ¿Qué cree usted? Los señores de la Iglesia Católica se hicieron
escoltar por señoritas edecanes vestidas de negro pa’ que les ardiera la piel, las
cuales al estilo guaruras marchaban a los lados del inmenso vehículo.
Yo pregunto ¿Hay
derecho que las autoridades promotoras de los ‘Pitos de la burla’, hayan
colaborado a que millones de capitalinos fuéramos dañados a un más por la contaminación
y que este escribano fuera privado de presenciar en la cantina la corrida de
toros?... ¡No hay derecho!
¿Qué
México no es un país laico?
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