lunes, 2 de octubre de 2017

CINCO VILLAS, LA AÑORANZA NOVILLERIL


                              
Se llama  Luis Marco Sirvent, hijo de un combatiente e inmigrante español, que primero en la República Dominicana y luego en México, le volvió a ver el sol a la oscuridad de la guerra  civil, que pa’ Don Gabriel Marco Duesca  se convirtió en infierno hasta tierras galas en  aquel campo de concentración  de Barcarés, al que sobrevivió enfundado en un carácter fraguado a fuego,  cuyos genes de herencia al descendiente Don Luis, lo tienen convertido en un aguerrido e indomable hombre de ideales, incapaz de doblegarse a los embates  del nacionalismo exacerbado  de un México que hoy más que nunca requiere  de acciones y de festejos taurinos.

Don Luis es el engendrador del albero más hermoso de este país que lo es, el de Cinco Villas, en el que se reveló como el innovador de un concepto de hacer  fiesta ¿cómo la logró dar? con ese trinomio  en extinción que es  la afición, el amor y la pasión, sin que en ellas medie el interés económico y más aún, abriendo el grifo de los millones pa’ que de él crecieran las semillas del porvenir torero; los  novilleros.

Ahora esos futuros girasoles de la Fiesta de Toros y Toreros, los más  tiernos que ya se presentaron en la Plaza México y los otros que están un poquito más madurillos, esperan  turno, amén de que les faltaron tardes en Cinco Villas, esas donde aprendían a sobreponerse a la presión del público exigente y del novillo con edad,  pero lo más lamentable, es que ahora no tendrán a donde  seguir creciendo, el invernadero, el que daba frutos todo el año permanece cerrado.

 Esta es una fiesta  de indispensables, como lo es el toro con bravura y trapío, los novilleros con enjundia, las figuras, los excepcionales que son los ídolos, que todos con su ausencia  mayoritaria  han ahuyentado desde hace tiempo al público, al punto que  prácticamente el único imán de taquilla es un chavalillo Cristóbal Arenas ‘El Maletilla’, al que en Cinco Villas le han dado festejos visionarios, apoyadores, cuyos frutos, ahí están.

La pregunta ¿por qué  no existen más artífices  empresariales  como en su momento lo fue Don Luis Marco Sirvent? Porque los demás olvidaron que antes de saborear las mieles, había que sembrar y criar el maguey lo cual no se hizo y por eso el aguamiel ya casi no se disfruta, bueno, en Las Duelistas sí, en el barrio de San Juan desde donde levanto mi ‘Tornillo’ implorando por qué un día Cinco Villas  vuelva a ser el semillero del porvenir.



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