Se llama Luis Marco Sirvent, hijo de un combatiente e
inmigrante español, que primero en la República Dominicana y luego en México, le
volvió a ver el sol a la oscuridad de la guerra civil, que pa’ Don Gabriel Marco Duesca se convirtió en infierno hasta tierras galas
en aquel campo de concentración de Barcarés, al que sobrevivió enfundado en un
carácter fraguado a fuego, cuyos genes de
herencia al descendiente Don Luis, lo tienen convertido en un aguerrido e
indomable hombre de ideales, incapaz de doblegarse a los embates del nacionalismo exacerbado de un México que hoy más que nunca requiere de acciones y de festejos taurinos.
Don Luis es el engendrador del
albero más hermoso de este país que lo es, el de Cinco Villas, en el que se
reveló como el innovador de un concepto de hacer fiesta ¿cómo la logró dar? con ese trinomio en extinción que es la afición, el amor y la pasión, sin que en
ellas medie el interés económico y más aún, abriendo el grifo de los millones
pa’ que de él crecieran las semillas del porvenir torero; los novilleros.
Ahora esos futuros girasoles
de la Fiesta de Toros y Toreros, los más tiernos que ya se presentaron en la Plaza
México y los otros que están un poquito más madurillos, esperan turno, amén de que les faltaron tardes en Cinco
Villas, esas donde aprendían a sobreponerse a la presión del público exigente y
del novillo con edad, pero lo más
lamentable, es que ahora no tendrán a donde
seguir creciendo, el invernadero, el que daba frutos todo el año
permanece cerrado.
Esta es una fiesta de indispensables, como lo es el toro con bravura
y trapío, los novilleros con enjundia, las figuras, los excepcionales que son
los ídolos, que todos con su ausencia mayoritaria han ahuyentado desde hace tiempo al público, al
punto que prácticamente el único imán de
taquilla es un chavalillo Cristóbal Arenas ‘El Maletilla’, al que en Cinco
Villas le han dado festejos visionarios, apoyadores, cuyos frutos, ahí están.
La pregunta ¿por qué no existen más artífices empresariales como en su momento lo fue Don Luis Marco
Sirvent? Porque los demás olvidaron que antes de saborear las mieles, había que
sembrar y criar el maguey lo cual no se hizo y por eso el aguamiel ya casi no
se disfruta, bueno, en Las Duelistas sí, en el barrio de San Juan desde donde
levanto mi ‘Tornillo’ implorando por qué un día Cinco Villas vuelva a ser el semillero del porvenir.
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