miércoles, 17 de abril de 2019

La embriaguez de la gloria… El Diablo


BARDO DE LA TAURINA 

Jueves Santo que  exhorta a la reflexión en el ámbito de lo personal y de nuestro entorno, producto de ello  llegó a la conclusión que en este negocio de la liturgia taurina donde pululan los judas y los fariseos, los justos y los pecadores, cada quien  tiene un lugar en su   altar, siendo el de  mayor  altura en el que se hallan los toreros que nos despiertan ese sentimiento de orgullo que nos da pa’ colgarnos en el pezuelo el escapulario de istas, ¿hoy  usted siente siente verdadero orgullo, por algún torero mexicano?, pa’ ubicarnos en la dimensión de lo que estamos hablando en su momento ese orgullo al que me refiero lo despertaron en México  matadores de la talla de Alberto Balderas “El Torero de México” y Silverio Pérez, en la novillería Félix Guzmán, ya echándonos más pa’ acá en ese rubro se situaron: Manolo Martínez, Eloy Cavazos, “Curro” Rivera, *David Silveti y Rodolfo Rodríguez “El Pana”. *solo al final de sus carreras.


En el ámbito de los toreros españoles y visto  desde México y basados  en la huella que dejaron a su paso  podríamos referirnos  a dioses de la estatura de Manuel Rodríguez “Manolete”, Manuel Benítez “El Cordobés”, Paco Camino, Pedro Moya “El Niño de la Capea’ y actualmente José Tomás, aclarando que una cosa es la idolatría y otra la maestría.

Y si aquí, ¿cabría el futurismo? Todo indica que ya está en la sacristía el  peruano Andrés Roca Rey, ya que este tipo de torero desde las primeras de cambio dejan ver que están hechos pa’ encender el fanatismo, sin que esto quiera decir que necesariamente sean los mejores entre los mejores, en donde bien entronizados se hayan Enrique Ponce, Morante de la Puebla,  Julián López “El Juli” y José María Manzanares.

Los toreros  mexicanos que se disfrutan  podrían ser los de la llamada ‘Baraja’, de los que hay que decir que hace rato que ya todos tocaron techo,  los nombres de ellos ya pa ´que los repetimos si a través de los últimos diez años los hemos visto  en los carteles con más frecuencia que el salero en la mesa, más aquí habría que hacer un inciso pa’ señalar que en este rubro existen hoy dos toreros que  pudiera ser, que con más campo, más toros, mucha inteligencia,  y una fundada obsesión por  llegar a la cima lo podrán lograr, del brazo de la entrega,  la enjundia, la asimilación de técnicas superiores, el definitivo encuentro con su sello propio y la concentración que es lo contrario de la divagación a la hora de estar frente al toro, ellos son Sergio Flores y Ernesto Javier “Calita”, y sí señalar que por sus edades y por el tiempo que han andado en esto los  logros y avances se tienen que dar en exprés y con contundencia porque si no lo hacen así la penitencia va a ser el enfriamiento y el olvido, y ojo empresarios por lo diametral de los estilos, de sus formas de ser y de su físico, con ellos se puede armar esa pareja interesante que tanto bien le haría a la fiesta, a la que le urge salir del letargo, al que mucho han colaborado las llamadas zonas de confort, o como dijo aquel –yo prefiero soñar en mi Sognare que soy figura, a serlo y dormir en el hule-.

 Sin dejar de no mirar por ahí a algunos jóvenes avezados que en una de esas y matan víbora en viernes  y hablo de pegar un palo y asegundar inmediatamente, porque referirse a alguien que venga ascendiendo desde su alternativa, como que no está muy claro entre otras cosas, porque ven los pitones muy de cuando en vez y entre el verdor y el deshojar la margarita se complica el cante y si decir que en esto se podría incluir de diferente manera a algunos que todavía no toma la alternativa pero que lo harán.
Y luego vienen los toreros que para el público son de pasatiempo más explícitamente los que la gente  los va ver sin complicarse la existencia, lo cual es bueno porque como se les ve esporádicamente, se hace con gusto.

En la rebanada de los olvidados están aquellos toreros como Juanito Lavín el de la novela de ‘Más cornadas da el hambre’ que lo mató un toro y por ahí quedó enterrado en el olvido de la tierra,  otros entre muchos lo fueron  Jorge Reyes “El Soberano”, el “Curro Candela”, “El Suavecito”, “El Vulcano”, “Curro Bola” hombres sin alamares sobre la seda, sin rizos en la camisa, todos ellos herrados  con el fuego candente  que dejan esas cornadas que  destilan hiel cuando trae uno el alma partida por los pitones de la frustración y la amargura, heridas que nunca terminaran de suturar, toreros de la legua, de los novenarios, de los carnavales, de los catres viejos, de los empresarios pargos, o de las anchas carnes de las madrotas por las que había que pasar por un café, un bizcocho y si había suerte un guisadito y  antes de que pretendieran hacerlo a uno de su propiedad  a pirarse por la noche como gatos por el tejado, listos a tragar carretera con las estrellas sobre el lomo,  el frío  en el esqueleto y el ojo visor con las de cascabel.

 Toreros esos, a los que un día después de la madriza habitual que el marrajo le había propiciado  al “Suave” un prieto sombrerudo por arriba de las trancas donde le colgaban los huaraches de carnaza y suela de llanta, le paso al torero pa’ reponerse el pomo el que después del  primer trago profundo escupió  los orines, mientras sordo por el coraje medio escuchaba ¡tráguesela güey! restregando la orden con  la cacha de nácar que ya dejaba ver el cilindro amenazador que asomaba por la panza de aquel ¡ojete! al que todos asegundaron a carcajadas.

                                           ¡Le quieren enseñar locuras al chala’o!

Toreros a los que hay que tenerles no admiración, ni siquiera consideración, ni menos lástima  tan solo respeto, volteemos a la fiesta del sureste a donde los toreros se mueren sin una Ave María.

Hay otra división  que es la de los demás  donde están encasillados los negados, los que llegaron a esto como hobby, los beneficiados por las chequeras, los que son obligados por los padres a vestirse de luces y los que de plano andan en esto por jornalearía, usurpación de oficio, y hasta como presunción,  aunque hoy las cosas han cambiado…, ahora se compran ternos en Amazon.com.mx, cualquiera hace crónicas por twitter y los más avezados suben al Instagram  los malabares del Photoshop, las tertulias se arman en  los chats, donde un taurilennials escribe ,  -Hello “Mat”- , ¡Por Dios Santísimo!,  ¿dónde quedó el respeto a las jerarquías, a las tradiciones?

  ¡No! crucifiquemos la Fiesta  porque una vez palmada aquí no aplica la de Levántate Lázaro y sin ello no habría ‘Domingo de Resurrección en Sevilla’ y solo nos quedaríamos con el ‘Viernes de Dolores’ porque Enrique Ponce no va a la Maestranza. Y si nos encontramos unos huevos el domingo, chequemos si son de Pascua o son de Roca.

*Recomendación pa’ esta semana que invita a la lectura “El Diablo y algo más…” autor Dr. Rubén Marín, editorial Jus; Llamas en los ojos rojos del toro. Verde flor en el belfo la baba de bilis y yerba. Muerte y furia bufa en su carrera galán y tremendo el toro…





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