lunes, 27 de abril de 2020

Cuando leer nutre le mente


México y Anexas….las Bardianas
Columna Cosmopolita

Hoy me voy a rayar trayendo a la palestra a un gigante que ante la falta de salud se voló la tapa de los sesos Ernest Hemingway, cuyo nombre no necesita de panegíricos, nacido en Oak Park, Illinois, hace tres siglos,  aunque no haga falta señalarle méritos como lo señale, sí decir que taurinamente puso en el mapa, no solo a Pamplona con sus Sanfermines sino a  el mundo de la tauromaquia con sus apariciones letrísticas en la celebérrima y traspasa fronteras revista LIFE.

Cuando todavía no le colgaban en el pescuezo o en el pecho robusto que le forraba la chaqueta,  preseas como ‘La Estrella de Bronce’, el ‘Premio Pulitzer’ o el ‘Nobel’ de literatura ya no solo le entraba al cuerno de la taurina sino que formaba parte de él,  de tal manera que la Fiesta lo debería de recordar con el oro de sus alamares no solo literarios sino populares y es que miren en esa línea de lo popular, el que muchos de nosotros traigamos por esnobismo colgado y lo llevemos a las corridas un trapo o cinta roja que se llama cachirul, se le debe a Hemingway que así salía fotografiado en millones de ocasiones reproducidas en periódicos, revistas y noticieros cinematográficos y aquí nada más soslayo que lo de los ‘paliacates’ que llevan los toreros de la legua es otra cosa, como también lo son los ‘gasnés’ o ‘mascadas’ de seda al cuello.

Referirse a una novela en particular de Hemingway exitosa sería como querer escoger entre una morilla de montera, más una de Puerta Grande, al estilo de los triunfos toreros lo sería sin duda ‘Muerte en la tarde’ editado allá por 1932, en una de cuyas reediciones que por cierto al alimón con ‘París era una fiesta’ realizó Grupo Editorial Tomo, S. A. de C. V. en el año 2014, cuya traducción y prólogo  se debe al maestro Roberto Mares y de cuya entrada citamos con respeto y con aplausos.

Cuando del personaje dice; -Se colocó en la percepción colectiva como un aventurero de la vida, y también de la literatura. Seguramente es por eso que sus obras el gusto de lo  vivido, y no de lo invitado. Hemingway señaló una vez que los protagonistas de sus novelas no son propiamente “personajes”, pues no son símbolos o representaciones de un cierto tipo de personas en sí mismas seres reales que parecieran haber sido tomados con una cámara fotográfica y no dibujados por la mano de un artista. Su obra se acerca más a la reseña periodística que a la ficción, y tal vez es por ello que su estilo se convirtió en un modelo narrativo muy influyente en la literatura de su tiempo y posterior.-  

No hace muchas hojas del calendario un amigo de los que tengo en Hollywood (digo esto nada más pa’ ponerle sal a mis enemigos), me hizo favor de mandarme regalar una primera edición – ‘A’ de ‘Muerte en la arena’ de primera instancia me empezó a latir el corazón con la frecuencia de la incredulidad, lleve el libro a donde están los joyeros de papel que se hallan en la Av. Álvaro Obregón, la calle de Donceles, el Callejón de la Condesa, La Lagunilla,  en la CDMX - entonces me dije, pues si tú eres amigo de Don Salvador García Bolio el papá de los pollitos de los libros taurinos en México, el que instauró y enseñó,  cómo se coleccionan  libros, se leen   y se forman bibliotecas caseras y por supuesto es,  en conjunción de entrega, sapiencia,  dedicación, sacrificios y caudales  con el Dr. Marco Antonio Ramírez Villalón, el artífice  de la Biblioteca más importante del mundo, la del  ‘Museo  Centro Cultural Tres Marías’ en Morelia Michoacán, México, además de fundador y director de “Garbosa”, como todos los días mi menda está en comunicación permanente con el gurú  García Bolio, le comenté el asunto  y una vez que tuvo entre sus manos el libro posó su mirada de águila  y a semejanza de aquellos viejos sabios del cenáculo griego,  se fue en busca de los datos de edición  en particular de la distintiva letra ‘A que en esta edición la hace única selecta y codiciada una verdadera joya, al encontrarla no se necesitaron palabras, su expresión lo expresó todo,  ya no devolví el libro al librero porque lo metí a mi bóveda que no precisamente es catalana.

De ese libro que es mucho más que un tratado sobre como apreciar  y comprender en toda su magnitud de cabo a rabo la Fiesta y que permítaseme decirlo pensando en los aficionados que no lo han leído ‘Muerte en la tarde’   es la visión  periférica de este mundo gracias a citas como ésta que del inglés rescatamos y por ello no siempre salen cristalinas; -Toda la lidia está fundamentada en la bravura del toro, en su simplicidad, en su falta de experiencia. Hay varios modos de lidiar a los toros perezosos, a los toros experimentados y a los toros inteligentes, pero el principio de la lidia, la lidia ideal, supone en el toro bravura y un cerebro virgen de todo trabajo anterior en el redondel…-

 Ahora sobre los toreros no dice;  -El honor del torero es tan necesario en una corrida de toros como los buenos toros. Ahora bien, hay media docena de toreros, alguno de ellos de los de más talento, que no poseen siquiera el mínimo necesario y eso se debe a la exploración precoz del torero y al cinismo que se desprende en consecuencia; o a veces a la cobardía crónica, causada por las cogidas, que es preciso no confundir con la pérdida temporal del dominio de los nervios…-

Hace más o menos noventa años Hemingway escribía; -Lo que la fiesta pide hoy es un torero completo, que sea al mismo tiempo un artista, para salvarla de los especialistas, de los toreros que no saben hacer más que una cosa, aunque la hagan muy bien, pero que tienen necesidad, para hacerla, de un toro especial, fabricado casi a la medida, para poder dar la talla a su arte, o, a veces, para ser capaces simplemente de mostrar que tienen un arte.

Lo que necesita la afición es un dios que eche a escobazos a los semidioses. Pero aguardar al Mesías es obra de mucha paciencia y en el camino se encuentran muchos impostores…-

Sobre los aficionados nos dice; -Le gustan a usted los verdaderos toros, la verdadera lidia, y espera que se formen buenos toreros que sepan lidiar…/ o bien, acepta usted la fiesta en su estado actual…/ pero, ¿Qué se puede hacer?, ¿No ir a los toros?.../ Mientras la fiesta le inspire algún placer, tiene usted derecho a asistir…/ Pero hay otra cosa que puede hacer, y es distinguir lo que está bien de lo que está mal…/ puede dejar de aplaudir lo que no es bueno…./ porque un torero no será durante mucho tiempo mejor que su público. Si el público prefiere los trucos a la sinceridad, el torero hará trucos.-

¡Qué cosas! Sin duda Hemingway da para mucho más, ya volveremos a él, aunque Jacobo Zabludovsky haya dicho que sus letras son minimalistas.



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